El Estado brasileño parece desintegrarse
Por Chico Castro Jr.
En la siguiente entrevista de Chico Castro Jr. para el periódico brasileño A Tarde de Salvador, Bahía, el historiador, cientista político y columnista de La ONDA digital, Luiz Alberto Moniz Bandeira, se manifiesta muy preocupado por la actual realidad política de su país.– En su libro “El desorden mundial”, usted aborda diversos puntos de tensión alrededor del mundo. El mundo retrocedió en la búsqueda por la paz entre las naciones. ¿Cómo se encaja el Brasil del golpe parlamentario/impeachment en este complicado tablero de ajedrez?– Desde el gobierno del presidente Lula da Silva, Brasil, a pesar de mantener buenas relaciones con los Estados Unidos, declinó en su política exterior en el sentido de un mayor entendimiento con China y Rusia y se dedicó a la conquista de los mercados de América del Sur y África, favoreciendo a las empresas nacionales, como lo hacen todos los gobiernos. Al mismo tiempo, reactivó la industria bélica, con la construcción del submarino atómico y otros convencionales, en conexión con Francia, la compra de los helicópteros de Rusia y de los jets de Suecia, países que aceptaron transferir la tecnología, como determinó la Estrategia Nacional de Defensa, aprobada por el Decreto Nº 6.703, del 18 de diciembre de 2008. Y esta transferencia de tecnología, que los Estados Unidos no aceptan realizar, es necesaria, indispensable, al desarrollo económico y a la defensa de Brasil, pues “la souveraineté est a grande muraille de la patrie”, de acuerdo a lo que proclamó el gran jurista Rui Barbosa, al defender, en la Conferencia de La Haya (2007), la igualdad de los Estados soberanos. Por otra parte advirtió, citando a Eduardo Prado, autor de la obra “La ilusión Americana”, que no se toma en serio la ley de las naciones, a no ser entre las potencias cuyas fuerzas se equilibran. Esta lección debía pautar la estrategia de seguridad y defensa nacional. Brasil es y siempre fue un pivot country en el hemisferio sur debido a su dimensión geográfica, demográfica y económica, la mayor del hemisferio, por debajo de los Estados Unidos, a pesar de la asimetría. Y constituyó junto con Rusia, India y China el bloque denominado BRIC, contrapuesto, virtualmente, a la hegemonía de los Estados Unidos, abriendo una alternativa a la supremacía del dólar en las finanzas y en el comercio internacional. Dichos factores, entre otros, como la exploración del petróleo pre-sal bajo el control de la Petrobrás, dentro de un contexto en que los Estados Unidos deflagraron otra guerra fría contra Rusia y, también, contra China, contribuyeron para que intereses extranjeros, aliados al poderoso sector del empresariado brasileño, sobre todo del Sur del país, estimularan y financiaran el golpe parlamentario, conjugando a los medios de comunicación y al Poder Judicial, con el apoyo de vastas capas de las clases medias.-¿Cómo vio usted el proceso del impeachment y la ascensión de Michel Temer al poder? Como en 1964, hay quien afirma que el golpe/impeachment responde a intereses norteamericanos – en esta oportunidad, en el pre-sal. ¿Usted cree en esta hipótesis?– El Estado brasileño parece desintegrarse. Ni durante la dictadura militar la Policía Federal invadió el Congreso. Ganó una autonomía que no podía tener, no respeta al gobierno ni a la Constitución y muchos de sus agentes son entrenados y conectados con el FBI, DEA, CIA, etc. Los fiscales y jueces, por su parte, le pasan por arriba a las leyes, se extrapolan, como dueños de un poder absoluto e indiscutible. Están indemnes. Casi nunca son castigados. Y, cuando lo son, apartados de las funciones, siguen recibiendo sus elevadas remuneraciones, diez veces o más superiores a las de los jueces de Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos y otros países altamente desarrollados, según la European Commission for the Efficiency of Justice (CEPEJ) y otras fuentes. Ciertos magistrados del STF se comportan como políticos partidarios. Otros, que se deberían resguardar, hacen declaraciones públicas, anticipando juicios, y parece como si estuviesen intimidados por los grandes medios de comunicación, un oligopolio, una sola voz en la condena, aprobación u omisión de los hechos. Ni durante la dictadura militar la Policía Federal invadió el Congreso. Ganó una autonomía que no podía tener, no respeta al gobierno ni a la Constitución. (…) Los fiscales y jueces, por su parte, le pasan por arriba a las leyes, se extrapolan, como dueños de un poder absoluto e indiscutible. El Congreso está subvertido, corrió mucho dinero corrió hacia la concreción del impeachment de la presidente Dilma Rousseff, canalizado por la CIA y ONGs, financiadas y sustentadas por las fundaciones de George Soros, USAID y National Endowment for Democracy (NED), de los Estados Unidos. y este golpe de Estado, que comenzó con las demostraciones en San Pablo, en el estilo recomendado por el profesor Gene Sharp, en su manual “De la Dictadura a la Democracia”, traducido en 24 idiomas, atendió a intereses extranjeros, entre los cuales, pero no solamente, no el único, se encontraba la exploración de las capas del pre-sal, que, de acuerdo con la Ley 12.351 estaría a cargo de la Petrobras, como operadora de todos los bloques contratados bajo el régimen de producción compartida, condición ésta anulada por el proyecto 4.567, en trámite en la Cámara de Diputados. Todo el cimiento de la república, proclamada con el golpe de Estado de 1889, está podrido. Es un lodazal.-¿Cómo ve usted al juez Sergio Moro? Héroe incuestionable para unos, inquisidor al servicio de la plutocracia para otros, es sinónimo de polémica, inclusive, porque pasó por una etapa en el FBI, según la filósofa Marilena Chauí?– Lo que dijo Marilena Chauí es, virtualmente, cierto. De cualquier manera, el hecho es que el juez Sérgio Moro, conductor del proceso contra la Petrobras y contra las grandes constructoras nacionales, realizó cursos en el Departamento de Estado, en 2007. Al año siguiente, en 2008, el juez Sérgio Moro pasó un mes en un programa especial de entrenamiento en la Escuela de Derecho de Harvard, en conjunto con su colega Gisele Lemke. Y, en octubre de 2009, participó de la conferencia regional sobre “Illicit Financial Crimes”, promovida en Río de Janeiro por la Embajada de los Estados Unidos. La Agencia Nacional de Seguridad (NSA), que monitoreó las comunicaciones moniz-200de la Petrobras, descubrió irregularidades y corrupción de algunos militantes del PT y, posiblemente, filtró información sobre el cambista Alberto Yousseff, al delegado de la Policía y al juez Sérgio Moro, de Curitiba, ya entrenado en la acción multijurisdiccional y prácticas de investigación, incluso con demostraciones reales (como preparar testimonios para delatar a terceros). No sin motivo el juiz Sérgio Moro fue elegido como uno de los diez hombres más influyentes del mundo por la revista Time. Su socio, el fiscal general Rodrigo Janot, acompañado por investigadores federales de la fuerza especial responsable por la Operación Lava Jato, en febrero de 2015, fue a Washington a buscar datos contra la Petrobrás y allá se reunió con el Departamento de Justicia, el director general del FBI, James Comey, y funcionarios de la Securities and Exchange Commission (SEC). Sérgio Moro y el fiscal general de la República Rodrigo Janot actuaron y actúan con órganos de los Estados Unidos, sin ningún tipo de criterio, contra las compañías brasileñas, atacando a la industria bélica nacional, inclusive a la Eletronuclear, metiendo preso a su presidente, el almirante Othon Luiz Pinheiro da Silva. Y aún más, ellos y agentes de la policía federal filtran, selectivamente, informaciones a los medios de comunicación basadas en denuncias obtenidas bajo amenazas y coacción, con el objetivo de involucrar, por encima de todo, al ex presidente Lula. Los daños que causaron y están causando a la economía brasileña, interna y externamente, superan, en una escala muy superior, inconmensurable, todos los perjuicios que la corrupción, que dicen combatir. Y continúa la campaña para desestructurar las empresas brasileñas, estatales y privadas, como la Odebrecht, que compiten en el mercado internacional, América del Sur y África.– En Brasil y en el mundo, parecería que está surgiendo una especie de ola conservadora antiprogresista. ¿Quién cree usted que está por detrás de la paranoia anticomunista que desenterraron de los años 1950 en pleno siglo 21? ¿A cuáles intereses sirve este tipo de manipulación de la opinión pública?– No veo ninguna paranoia anticomunista en Brasil ni en Europa. En San Pablo, los grupos de personas que reflotaron el tema del comunismo, en las manifestaciones contra la presidente Dilma Rousseff, eran irrelevantes y nadie las tomó en serio. Aldo Rabelo, dirigente del PC do B, fue ministro de Defensa de Brasil y no hubo ningún problema con las Fuerzas Armadas. Como dijo en cierta oportunidad el destacado historiador Eric Hobsbawm, a quien conocí en Londres en 1978, a la agencia de noticias Telam, de la Argentina, “ya no existe la izquierda tal como era”, ya sea socialdemócrata o comunista. O está fragmentada o desapareció. Tenía toda la razón. Sin embargo, el elevado desarrollo tecnológico favoreció la concentración de riqueza y de poder y las disparidades sociales aumentaron aún más en los países de la periferia del sistema capitalista, alimentando el fundamentalismo religioso, en medio de la inestabilidad política. Y ocho años después del colapso financiero de 2007/2008, más de 44 millones de personas están desempleadas en los países de Europa y en los Estados Unidos. Aún así, las grandes corporaciones bancarias e industriales, el capital financiero internacional, tratan de imponer al país reformas en el sentido de acabar con los derechos sociales, conquistados por la clase trabajadora a lo largo del siglo XX. Es más, los Estados Unidos pretenden eliminar la legislación nacional de los diferentes países para que los intereses de las megacorporaciones multinacionales, del capital financiero, anular la soberanía de los Estados nacionales en las relaciones económicas y comerciales, tal como se establece en el Tratado de Asociación Transatlántica (TPA), Tratado TransPacífico (TTO) y Tratado Internacional de Servicios (TISA). Pero la resistencia aumenta.– Numan Kurtulmus, viceprimer ministro turco, declaró (el 20 de octubre), que la operación para liberar Mossul (Irak) del Estado Islámico y la guerra en Siria pueden llevar a Estados Unidos y Rusia a un conflicto directo, una “3ª Guerra Mundial”. Y todavía tenemos una situación complicada en Ucrania. Esto va en contra del tópico de las “guerras por procuración” que usted desarrolla en su libro. ¿Estamos en camino a un conflicto global?– El polo mayor de tensión no es Mossul. Es Aleppo, en Siria. Allá los Estados Unidos están en un callejón sin salida. La ciudad, la segunda más grande y más importante de Siria, bajo un intenso bombardeo, es inminente que caiga bajo el dominio total de las fuerzas de Bashar al-Assad. Y si Aleppo cae, Damasco, que ya conquistó Latakia, Homs y Hama, dominará prácticamente toda Siria. Estas ciudades concentran el 70% de la población y los más significativos reductos industriales y plazas de comercio del país, cuyo resto del territorio es casi todo desierto. Los Estados Unidos, sin embargo, continúan sustentando la resistencia de los que llaman “rebeldes moderados”, en realidad, terroristas de la Jabhat Fatah al-Sham (Frente de la Conquista de Siria), Jabhat al-Nusra, rama de Al-Qaeda en Siria, Ahrar al-Sham y otros diferentes grupos yihadistas. Alrededor del 20 de octubre de 2016, Rusia envió dos de los más grandes barcos de su Marina de Guerra, el cruzado de combate Pyotr Velikiy (099), propulsado a energía nuclear, y el portaaviones Almirante Kuznetsov hacia el este del Mediterráneo, con la misión de instituir una zona de exclusión naval de 1.500 km, a lo largo del litoral de Siria, y enfrentar todo ataque proveniente de países de Occidente contra Damasco. Por otro lado, una fragata de la Marina de Guerra de Alemania y el portaaviones Charles de Gaulle ya se dirigieron hacia la misma región. En cuanto a Ucrania, Washington es consciente de que Rusia no va a devolver a Crimea y Kiev y no tiene otra alternativa que reconocer la autonomía de la región de Donbass, Donetsk y Luhansk. No creo, sin embargo, que Rusia y los Estados Unidos/OTAN lleguen, directamente, a ningún enfrentamiento armado, ya sea por causa de Ucrania o de Siria. Una guerra nuclear aniquilaría a toda la humanidad.– Existe quien defiende a los Estados Unidos como el país más democrático del planeta. Pero en seguida del primer capítulo de su libro, usted relata un intento de golpe fascista en 1934, alineado al gobierno alemán hitleriano y bancado por la elite económica yanqui. Existe incluso todo un historial de intervenciones (abiertas o secretas) que los EE.UU. llevan a cabo en todo el mundo, inclusive en Brasil, siempre vendiendo su idea de “democracia”, también ampliamente documentado en su obra. ¿El mundo estaría mejor sin esta política intervencionista? ¿O esta es funcional al equilibrio de poder?– Los Estados Unidos, debido a sus tradiciones culturales y políticas y al elevado desarrollo del capitalismo, precisaban y precisan conservar el mantra del “excepcionalismo”, del ejemplo de democracia perfecta, etc. Sin embargo, la suposición de que allá nunca hubo golpes de Estado no se corresponde propiamente con los hechos históricos. Si en los Estados Unidos no hubo golpes militares, hubo cuatro asesinatos de presidentes y cinco atentados, que fracasaron. Se produjeron actos de violencia y, aparentemente, fueron el resultado de conspiraciones para cambiar de gobierno. Abraham Lincoln (1865), James Garfield (1881), William McKinley (1901) y John F. Kennedy (1963) fueron asesinados. Y Andrew Jackson (1835), Franklin D. Roosevelt (1933) (como presidente electo), Harry S Truman (1950), Gerald Ford (1975) y Ronald Reagan (1981) sufrieron atentados de asesinato. Sin embargo, en la América hispana, a pesar de la inestabilidad, nunca se llegó a la necesidad de matar al presidente, cosa que sólo ocurrió en medio de una revolución o de un golpe militar, como, por ejemplo, en Chile (Manuel de Balmaceda, 1891), Bolivia (Gualberto Villarroel, 1946) y Chile (Salvador Allende, 1943). Casi siempre bastó con que el ejército se rebelase, diese un golpe y expulsase o exiliase al presidente. Es necesario, sin embargo, no olvidar que los golpes de Estado, ocurridos, sobre todo, a partir de la Segunda Guerra Mundial, como en Brasil, Argentina, Chile etc., fueron alentados por los Estados Unidos, cuyas intervenciones, directas y/o indirectas, sólo produjeron, desde el fin de la Guerra Fría, guerras, terror, caos y catástrofes humanitarias.– La ola del odio conservador actualmente en boga le ha dado fuerza a candidatos de perfil bastante controversial, como Donald Trump, Marine Le Pen y en Brasil, Jair Bolsonaro. ¿Usted cree que puedan llegar al poder en sus países? ¿Qué consecuencias traería si fueran electos?– Jair Bolsonaro es una caricatura, comparado con Donald Trump y Marine Le Pen. No creo que este coronel, una reminiscencia grotesca de lo peor que tuvo la dictadura militar, pudiese ser electo presidente en Brasil. Los factores que alimentan las candidaturas de Donald Trump (Hillary Clinton es una excrecencia neoconservadora, responsable también por la sangría en Libia) y Marine le Pen son otros y diferentes. En los Estados Unidos, el presidente Barack Obama, del Partido Demócrata, es igual o peor que su antecesor George W. Bush, neoconservador del Partido Republicano. En Francia, François Hollande, del Partido Socialista, es de la misma calaña que su adversario conservador y colonialista Nicolás Sarkozy. Entre les deux mon cœur balance. Je ne sais pas laquell au pis-aller. Y de ahí viene el despegue de Marine le Pen.– Usted será homenajeado por sus 80 años en la USP. ¿Cómo se siente?– Me siento reconfortado. Es un reconocimiento a mi obra. Hice mi doctorado en la Universidad de San Pablo, donde siempre tuve y tengo muchos amigos desde mis 20 años de edad. Siento muchas nostalgias e, infelizmente, mi corazón enfermo no me permite más volar cerca de 11 o 12 horas para volver a ver mi Brasil. Viví muchos años en San Pablo y lo hice, clandestinamente, durante la dictadura militar. Y le estoy profundamente agradecido a los homenajes que mis queridos amigos y colegas de la Unión Brasileña de Escritores (UBE) y la Universidad de San Pablo me están otorgando, a mis 80 años. Veo que mi trabajo, a lo largo de tantas décadas, no fue en vano. Dio sus frutos. Su último libro: El desorden mundial (Ed brasileña en 2016. La civilización), un estudio exhaustivo de la escena internacional caótica. Después de 80 años, también ha sido premiado por su extenso trabajo y compromiso de vida e intelectual. En junio, fue honrado por la Unión Brasileña de Escritores. El día 4-11, el tributo es de la USP.– ¿Cuál es su relación con Bahía hoy? ¿Usted tiene memoria afectiva de aquí? ¿La extraña?– A pesar de que hace tantos años que vivo lejos, nunca dejé de amar a Bahía, donde nací y me crie hasta los 18 o 19 años de edad, cuando me fui a Río de Janeiro y San Pablo y me convertí, entonces, en un citizen of the world. Sin embargo, mis vínculos con Bahía nunca se desvanecieron. Son y siguen siendo muy profundos. Soy descendiente de Garcia d’Ávila, de la Casa de la Torre, y de Diogo Moniz Barreto, que llegó a Bahía con Tomé de Sousa y fue el primer alcalde de Salvador. Ahí están mis raíces, que se propagaron por el Recôncavo y adyacencias. Tengo muchas nostalgias de Bahía, la Bahía histórica, la Bahía que siempre cultivó la cultura y le dio a Brasil grandes escritores, poetas, romancistas, y hombres de ciencia. En Bahía, recibí una educación humanística, desde el Colegio de Bahía, hasta el primer año, en la Facultad de Derecho, en el Portón de la Piedad, lo que me sirvió para toda mi vida y carrera académica, como cientista político e historiador. En las dos instituciones de enseñanza tuve excelentes profesores, de los cuales guardo los mejores recuerdos. Y me siento muy orgulloso por haber recibido de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la UFBA, importante universidad de mi Estado natal, ahora bajo la gestión del eminente rector, Prof. Dr. João Carlos Salles, el título de Dr. honoris causa. Sí, extraño todo, lo que tuve en mi infancia y adolescencia, la comida, las moquecas, pero, hasta el día de hoy, después de 20 años de vivir en Alemania, no renuncio a la pimienta y a la fariña.
* periodista brasileño, para el diario A Tarde de Salvador, Bahia. Traducido para LA ONDA digital por Cristina Iriarte La ONDA digital