Estudiantes migrantes, bienvenidos!
Por Víctor J. Ramos*.
Las viejas ideas que llevaron a la presidencia de los Estados Unidos a Donald Trump han dado sus frutos. Los fascistas europeos expresan ya sin limitación alguna la teoría darwiniana de las diferencias raciales y los reaccionarios argentinos dan rienda suelta a su xenofobia anti latinoamericana. La estigmatización de los estudiantes latinoamericanos se asemeja a la criminalización de la inmigración. Lo intentaron los funcionarios Sergio Berni y Aníbal Fernández de Cristina Fernández de Kirchner. O Hugo Franco cuando se desempeñó como director de migraciones de Carlos Menem. O la salvaje represión del ministro del interior, Federico Storani, bajo el gobierno de Fernando De la Rúa. O el gobierno de Eduardo Duhalde con el secretario de seguridad Juan José Álvarez. Hoy el senador Miguel Ángel Pichetto, el diputado Sergio Massa que provienen del peronismo y Claudio Abuj, secretario de los derechos humanos del gobierno de “Cambiemos”, apuntaron contra la inmigración latinoamericana, señalándola como “la resaca”. Por el contrario el senador Federico Pinedo que comulga con el conservadorismo nacional dijo que “ante el triunfo de Donald Trump debemos fortalecer la unidad latinoamericana.” La feliz declaración de Federico Pinedo nos reconcilia con nuestra identidad criolla, mestiza e iberoamericana. Naturalmente ante las advertencias de los mercados internacionales, debemos estrechar filas. Los latinoamericanos, todos juntos, somos el primer exportador de soja del mundo. Pero los precios del producto se fijan en la bolsa de Chicago. Claro, estamos divididos. Pero no se trata solo de una cuestión económica pasajera. Se trata de una realidad cultural. Hay muchos quienes sostenemos que un boliviano, un colombiano, un paraguayo, un peruano no es extranjero en este país. Entendemos que se trata de compatriotas y que son parte de la Nación que estamos reconstruyendo. No es reiterativo recordar que los inmigrantes no quitan el trabajo a los locales, sino que ocupan los nichos laborales vacantes, o los de menor calificación. La horticultura, la construcción o la costura pasa indudablemente por manos latinoamericanas. Los países Continentes, como Estados Unidos, Europa, China, Rusia, India cierran las importaciones de productos manufacturados para cuidar sus economías y fuentes de trabajo. Paradójicamente en los países subdesarrollados proveedores de materias primas, hay economistas como los nuestros que insisten en la liberalización y la apertura del mercado. La pregunta es: ¿Cómo nos instalamos desde América latina para vivir o sobrevivir en el desconocido mundo del Siglo XXI? Sin duda necesitamos fortalecer el MERCOSUR, ampliarlo y consolidarlo. Solo con un gran mercado interno podremos competir con el mundo que se nos viene. Contra lo que sostiene el periodista Jorge Lanata, para la estrategia de la integración resulta de interés nacional que estudiantes latinoamericanos concurran a nuestras aulas para formarse. ¿O es mejor que modelen sus cerebros en la Universidad de Harvard? ¿O en la Pensilvania como Alfonso Prat Gay o el nuevo Dujovne? Formar a la juventud profesional latinoamericana en nuestro país no es un gasto. Es una inversión. Necesitamos más inmigrantes, más habitantes y una perspectiva cultural nacional latinoamericana. Ante la crisis, podemos encerrarnos en nuestros pequeños municipios, rechazar de los hospitales a los enfermos del distrito vecino, impedir que se anote un niño en la escuela porque vive en la vereda de enfrente, o por el contrario, podemos pensar en una patria más grande. Una Patria como la que diseñaron Gervasio Artigas, Simón Bolívar y José de San Martín; del sur del Rio Bravo en México a Tierra del Fuego. Pero no necesitamos ir tan lejos, el Barón de Rio Branco, el gran estadista brasileño, propuso a comienzo del Siglo XX la alianza de Argentina, Brasil y Chile el ABC. Propuesta retomada por los presidentes Juan Perón, Getulio Vargas y Carlos Ibáñez del Campo en la década de 1950. Luego naturalmente se firmó el Tratado de Asunción en 1991 que dio nacimiento al MERCOSUR. Organismo poco respetado por los panelistas de ocasión, pero del cual nadie quiere salir y todos quieren pertenecer. Como podemos ver la integración es una política de Estado y beneficia a todos sus socios. Proponer una cárcel para inmigrantes o aumentar la represión a los recién llegados, es un verdadero desatino. En referencia a “la resaca” inmigrante, podemos decir que todos somos “resaca”. Desde los pueblos originarios que llegaron al continente americano cruzando el estrecho de Berig, a los europeos atravesando el océano Atlántico, todos llegaron con hambrientos. Ninguno llegó con monedas de oro y mucho menos con un curriculum “decente”. Los latinoamericanos somos impuros. Somos multicromáticos. Somos blancoides, negroides, rojizos, amarillentos y amorronados en todas las escalas de colores. Somos la “raza cósmica” que pensó el filósofo mexicano José Vasconcellos o la “amalgama plurinacional” que concretó el presidente Evo Morales en su imitable experiencia boliviana. Somos el continente joven, o como dice el cura de los villeros, el Padre Pepe, “el Continente de la Esperanza, a condición que estemos unidos”.
(*) Fundador del INADI y dirigente de Patria Grande