Bienvenido Papa Francisco a la Patria Grande
Por Carlos del Campo.
Recibimos al Papa Francisco, con sus propias palabras del Prólogo al libro “Una Apuesta por América Latina” de Guzmán Carriquiry (Sudamericana 2005)
“En las próximas dos décadas América Latina se jugará el protagonismo en las grandes batallas que se perfilan en el siglo XXI y su lugar en el nuevo orden mundial en ciernes. Carezco de la competencia política y técnica para entrar en la consideración de muchos problemas —no es ésa la tarea de un Pastor de la Iglesia—, pero en el libro se condensan con clarividencia, sabiduría y determinación los desafíos ineludibles para la educación y la construcción de un camino de esperanza. Ante todo, se trata de recorrer las vías de la integración hacia la configuración de la Unión Sudamericana y la Patria Grande Latinoamericana. Solos, separados, contamos muy poco y no iremos a ninguna parte. Sería callejón sin salida que nos condenaría como segmentos marginales, empobrecidos y dependientes de los grandes poderes mundiales. “Es de grave responsabilidad —afirmaba el Papa Juan Pablo II- favorecer el ya iniciado proceso de integración de unos pueblos a quienes la misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura han unido definitivamente en el camino de la historia (…) América Latina debe propender a un crecimiento económico autosostenido, significativo y persistente; un combate contra la pobreza y por mayor equidad en una región que cuenta con el lamentable primado de las mayores desigualdades sociales en todo el planeta; una reforma del Estado y la política para que estén efectivamente al servicio del bien común (…) Los ingentes problemas y desafíos de la realidad latinoamericana no se pueden afrontar ni resolver re-proponiendo viejas actitudes ideológicas tan anacrónicas como dañinas o propagando decadentes subproductos culturales del ultraliberalismo individualista y del hedonismo consumista de la sociedad del espectáculo. Llama la atención constatar cómo la solidez de la cultura de los pueblos americanos está amenazada y debilitada fundamentalmente por dos corrientes del pensamiento débil. Una, que podríamos llamar la concepción imperial de la globalización” (…) “La otra corriente amenazante es la que, en jerga cotidiana, podríamos llamar el “progresismo adolescente”: una suerte de entusiasmo por el progreso que se agota en las mediaciones, abortando la posibilidad de un progreso sensato y fundante relacionado con las raíces de los pueblos. Este “progresismo adolescente” configura el colonialismo cultural de los imperios y tiene relación con una concepción de la laicidad del Estado que más bien es laicismo militante”
“Estas dos posturas constituyen insidias antipopulares, antinacionales, antilatinoamericanas”