El hombre que a puras “fake news” desató una guerra imperial por la ocupación de Cuba y Panamá
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El inescrupuloso magnate de los medios de comunicación Randolph Hearts, inmortalizado en el cine por Orson Welles, fue uno de los grandes responsables de La Guerra Hispanoamericana: conflicto armado entre Estados Unidos y España ocurrido en 1898. La tensión diplomática entre ambos países fue alimentada largamente por Hearts a través de noticias falsas publicadas en sus periódicos que manipulaban a la opinión pública. El resultado: invasión militar gringa y dominio de rutas comerciales en las antiguas colonias españolas de América Latina.
Durante la Guerra Hispanoamericana, el periódico The New York Journal de Randolph Hearst se posicionó a favor de la intervención de Estados Unidos en Cuba que en ese momento estaba luchando por su independencia de España. Hearst argumentó que la intervención era necesaria para proteger los intereses comerciales y políticos de Estados Unidos en la región. El periódico dedicó una gran cantidad de espacio en su cobertura diaria a la guerra. Desde el inicio del conflicto, Randolph Hearst publicó titulares llamativos y artículos sensacionalistas que buscaban atraer la atención del público.
Cuando en medio de la guerra de Cuba (1898), el acorazado estadounidense Maine explotó en el puerto de La Habana, fue Hearst quien señaló a España como culpable de un supuesto sabotaje e instó al por aquel entonces presidente estadounidense William McKinley a iniciar una guerra contra los españoles, algo que el gobierno no tenía en mente. La guerra facilitó a Estados Unidos el dominio del Canal de Panamá y de las últimas colonias españolas de ultramar.
En los periódicos propiedad del magnate, se hablaba de insurrecciones, de luchas encarnizadas; de campos de concentración en los que los las tropas españolas dejaban a los insurgente cubanos morir de hambre y de enfermedades; de inseguridad y de amenazas para los ciudadanos estadounidenses que se habitaban en la isla; así como otras historias exacerbadas y generosamente aderezadas con dosis de efectismo y morbosidad.
Cuando el dibujante de The New York Journal es enviado a La Habana para cubrir el preludio de la supuesta guerra, se encuentra con una situación social que no se condice para nada con el clima bélico que relataba su propio diario ni las atrocidades que denunciaba. Así que pidió permiso para volver a Nueva York y ocuparse de temas más importantes, a lo que Hearst respondió: “Las noticias las hago yo. Tú has los dibujos que yo pondré la guerra”.