La verdad en el banquillo. Desde Mitre hasta la jueza Makintach
Por Francisco Ramos. Izquierda Nacional/FSN
“Sólo la verdad os hará libres”… Jesús.
“No hay nada más revolucionario que la verdad”… Che Guevara.
No importa en lo que creas, la verdad es lo mas importante. Y es lo mas indignante cuando descubrimos que la quieren ocultar, disfrazar o tergiversar.
La Memoria sin verdad crea otra historia, mentirosa y especialmente diseñada para mantenernos sin reacción. Una reacción que sería inevitable si supiéramos esa verdad intencionalmente oculta.
Como dice el historico militante de la Izquierda Nacional, Fernando Maurente en la contratapa de sus libros, “Si por las noches los pueblos leyeran la verdadera Historia, por la mañana tendríamos una revolución”.
Por eso las clases dominantes desde el inicio de nuestra historia común latinoamericana, se dedicaron con gran empeño a escribir esa historia mentirosa para ocultar su propio origen asesino, expropiador y salvaje, mucho más que la misma barbarie así calificada por los nobles sin títulos, que a sangre y fuego consiguieron sus verdaderos títulos de propiedad privada sobre miles de hectáreas en la pampa húmeda, en la Patagonia y el interior profundo.
Una verdad “ocultada” a propósito sobre ríos de tinta en periódicos de época y bibliotecas enteras, cuyos autores mitristas nos dibujaron con seudo patriotismo la acción “desinteresada” de aquella Pandilla del barranco, como se conocía a la burguesía comercial porteña contrabandista, que le compraba los productos ingleses que llegaban a estas costas, para venderlos en la aldea porteña y llevarlos al interior del Virreinato, luego, Provincias Unidas en Sudamérica. Mientras otro sector de grandes hacendados ganaderos, comenzaron a alambrar parte de sus interminables campos para convertirse en la primera factoría colonial de producción de charque (carne salada) para exportación.
Esas clases dominantes, que vencieron la guerra interna por la conducción de la Patria en nacimiento, los Sarmientos de la historia, se dedicaron a normalizar y justificar la injusticia de un sistema expoliador y explotador.
La expatriación y el fusilamiento eran métodos políticos habituales.
Los gauchos eran “vagos y malentretenidos”.
El fraude era “patriótico”.
Las mujeres eran inferiores a los hombres.
La Unión era “democratica”.
Los golpes militares eran normales para todas las Cortes Supremas de Justicia.
El silencio era “salud” y los argentinos, “derechos y humanos”.
Con la democracia se comía, se curaba y se educaba.
La Revolución era productiva y era “lindo dar buenas noticias”.
Luego “pasaron cosas” y avanzó la libertad con “motosierra”, al grito de Viva la libertad, dejando la Verdad condicionada y ultrajada.
La ausencia de Verdad no es sólo mentira, es falta de justicia. Una Verdad que debería ser pilar de la sociedad, junto a la Memoria y la Justicia, como reclaman las Madres desde los primeros años de la última dictadura.
Por eso es tan valioso el surgimiento, allá por la década del 30, de la corriente de pensamiento Revisionista de la Historia a partir de Saldías y cientos de autores militantes políticos y escritores populares y revolucionarios que, con mas fuerza desde mitad del siglo pasado, comenzaron a revisar aquella historia mitrista de las clases dominantes, al calor del ascenso de las luchas, de la Revolución cubana y el Cordobazo, develando otras historias, como el origen delictivo de sus grandes riquezas, que son de todos los argentinos/as, y las luchas de los pueblos resistiendo esa dominación, por su emancipación y liberación. Grandes autores como Manuel Ugarte, el colorado Ramos, Spilimbergo, Galasso, Terzaga, Walsh, Puigros, Jauretche, Scalabrini y tantos otros, que han buceado la Verdad histórica y continental de la Patria Grande, para dejarla expuesta ante las nuevas generaciones.
En el camino han quedado sin resolver miles de causas, pequeñas y enormes, en los barrios sin Justicia y en la historia pasada y reciente, como los atentados a la embajada israelí y la AMIA, la muerte del hijo de Menem, la voladura del cuartel de Río Tercero, Nisman o el hundimiento del submarino Ara San Juan. El hecho que cada juicio haya originado otro por encubrimiento de pruebas, es mas que evidente del esfuerzo sistemático por esconder la Verdad. Recientemente, la indignación que nos provoca la posible muerte “inducida” del Diego quedó pequeña frente al espantoso escándalo del juicio hecho show por una jueza improvisada que pone en riesgo toda la investigación a punto de caerse. Ni Maradona pudo gambetear el Estado Injusto del podrido Poder Judicial.
Y en este Estado Injusto conducido por la más rancia oligarquía financiera en la Rosada, no es casualidad que se genere un tremendo vaciamiento de las políticas de Memoria, por un lado, y que como contracara, tengamos un eficiente y aceitado aparato policial represivo presto para actuar contra toda protesta y reclamo popular, dispuesto a golpear jubilados, gasear niños y ancianos, balear a periodistas y además, controlar los Medios, para que esas protestas no sean transmitidas.
Podemos ver en directo como destrozan un pueblo entero en Gaza, y no podemos ver una enorme movilización de las CTA contra el gobierno.
En definitiva, cuando la Verdad es manoseada de semejante forma, con el paso del tiempo, década tras década, gobierno tras gobierno, será misión irrenunciable de los pueblos recuperarla para crear conciencia del enemigo que tenemos frente nuestro, y de la importancia y el valor de la unidad de acción y reacción para canalizar tanta bronca e indignación.
Es hora de sacudirnos la angustia, de abrazarnos y salir a poner el cuerpo como lo hicimos en tantas oportunidades, porque hemos salido de peores tiempos, porque no nos han vencido, ni nos vencerán.