El ejército faccioso de Mitre
Por Jorge Abelardo Ramos
La leyenda del “tirano” López y de su dictadura en el Paraguay no resiste el menor análisis. El Mariscal Francisco Solano López es una de las figuras más heroicas y notables de la historia militar de la América Latina. Ya llegará el día en que los profesores de historia de los colegios militares argentinos, expliquen a cadetes y oficiales las razones que llevaron a la oligarquía porteña, a la corte esclavista brasileña y a comerciantes montevideanos a aplastar a la República del Paraguay.
Alberdi, con su habitual clarividencia, calificó a la guerra del Paraguay como una guerra civil, es decir, como una lucha fratricida y no como una guerra internacional. Solo la oligarquía porteña podía considerar al Paraguay una nación extranjera. Esa misma oligarquía, desinteresada del destino de las provincias altoperuanas, había impuesto la creación de una nueva “nación” en la Banda Oriental. Pero para las masas populares argentinas, vinculadas a la provincia paraguaya desde los orígenes más remotos de nuestra historia, la guerra contra los hermanos de Asunción constituyó un crimen imborrable.
El general Mitre debió emplear varias divisiones del ejército y gastar millones de pesos fuertes para sofocar las incesantes sublevaciones que sacudieron las provincias argentinas durante la guerra del Paraguay. Estos levantamientos se proponían derribar el gobierno mitrista y unirse con el Paraguay contra el Brasil. El general Felipe Varela se levantó en Salta y las provincias centrales para oponerse en su cruzada a la guerra del Paraguay. Será el último de los generales en la “guerra de recursos”, según la tradición de Güemes. Esa condición, le impedirá ser prócer en los libros de texto.
La guerra del Paraguay fue desencadenada por la invasión del Brasil a la Banda Oriental, viejo objetivo de la política lusitana. El Imperio Brasileño buscaba climas templados y campos de pastoreo para los ganados de Río Grande y la apertura del río Paraguay que ahogaba el tráfico del Matto Grosso. Pero la posición geográfica peculiar que relacionaba al Paraguay con Uruguay, hacía de este último lo que Alberdi llamó la llave de comunicación con el mundo exterior del primero. Dueño Brasil del Uruguay, Paraguay podría ser considerado una colonia brasileña. De ahí que Solano López considerara el ataque a la Banda Oriental como una amenaza inmediata para su propia soberanía.
El apoyo que Mitre dio desde el comienzo al Brasil involucró a las provincias argentinas en esa guerra, pero es bueno señalar que, en las circunstancias de 1865, Paraguay constituía un poderoso ejemplo para los ensangrentados pueblos argentinos del interior y un camino a seguir para desembarazarse de la oligarquía portuaria. A raíz del aislamiento impuesto por el control del río Paraná ejercido por Buenos Aires desde 1810, Paraguay había decidido desarrollarse con su propia energía. Fundó una poderosa industria, levantó fundiciones de hierro, creó arsenales para el ejército, construyó barcos, organizó estancias ganaderas del Estado, instaló con sus propios recursos telégrafos y ferrocarriles. Todo lo hizo sin necesidad de acudir a los empréstitos extranjeros y de caer en manos del capital europeo. Era un ejemplo tentador para los atrasados Estados de la América del Sur.
La oligarquía porteña temía que en cualquier momento se pudiera sellar una alianza entre el Paraguay y las provincias interiores para abatir los privilegios porteños.El aniquilamiento del Paraguay era el último paso exigido por los intereses de la oligarquía de Buenos Aires y del imperialismo británico, que deseaba penetrar en el interior sudamericano. El órgano mitrista “La Nación” acusaba a Solano López de “Atila de América” y de “tirano bárbaro”, pero no mencionaba el hecho de que los aliados de Mitre fundaban su poder en Río de Janeiro sobre la esclavitud y que la trata de negros constituía el negocio más fructífero del mismo Imperio que pretendía llevar la civilización al Paraguay. Los argentinos no querían ir a la guerra. Los famosos regimientos de voluntarios destinados al abismo guaraní iban frecuentemente engrillados hasta el punto de concentración. También se improvisaban soldados con la población de los presidios y los brasileños, por su parte, compraban esclavos, los vestían de uniforme y los enviaban al frente.
La guerra del Paraguay duró cinco años, desmintiendo a Mitre, que había profetizado la victoria en tres meses. Miles de jóvenes argentinos murieron en la selva, victimas de una guerra fratricida y de la colosal ineptitud militar de Mitre, que obligó a reemplazarlo en el mando de los ejércitos de la Triple Alianza. La presidencia de Mitre había concluido al fin en 1868 en medio del desprestigio más espantoso. La sola pretensión de imponer un sucesor en la figura de Rufino de Elizalde, antiguo adulón de Rosas en Palermo y emparentado con diplomáticos brasileños, suscitó un movimiento general de indignación en todo el país. Al surgir la candidatura de Urquiza y de Alsina, el Ejército decide expresarse a través del general Lucio Mansilla, que lanza la candidatura de Sarmiento.
Fuente: Historia política del Ejército Argentino.