El verdadero objetivo de la dictadura: el Plan Económico de Martínez de Hoz
Los militares “compraron” el golpe con la excusa de combatir la subversión. Pero el verdadero objetivo de sus mandantes era instaurar el modelo económico liberal.
Por Aldo Duzdevich
“Se abre, señores, un nuevo capítulo en la historia económica argentina. Hemos dado vuelta una hoja del intervencionismo estatizante y agobiante de la actividad económica para dar paso a la liberación de las fuerzas productivas.” Así iniciaba su discurso José Alfredo Martínez de Hoz el 2 de abril de 1976.
Luego enunciaría los doce puntos base de su política económica:
- Libertad de precios, eliminación de todo sistema de control de precios o concertaciones oficiales. Libertad del mercado cambiario, derogación de cualquier régimen de control de cambios
- Libertad del comercio exterior, con lo cual se abolió el monopolio estatal de la exportación de importantes productos, como granos y carnes.
- Libertad de las exportaciones, ya que se levantaron las prohibiciones y las cuotas existentes y se derogaron los impuestos (retenciones) a la exportación.
- Libertad de importación, programa de reducción de los aranceles de importación.
- Libertad de las tasas de interés y reforma del sistema financiero, mediante la apertura a la competencia y la eliminación de la excesiva injerencia estatal.
- Libertad de alquileres urbanos y arrendamientos rurales.
- Eliminación de las tarifas políticas actualmente bajas para los servicios públicos y de los precios subsidiados para los combustibles, en orden a un sinceramiento de la economía.
- Supresión de los subsidios y de la sobreprotección que se otorgaban a ciertos sectores privilegiados de la economía y que se pagaban con los impuestos de los contribuyentes.
- Congelamiento de salarios y aumentos solo en función del incremento de la producción y de la productividad.
- Libertad para la inversión extranjera y libertad para la transferencia de tecnología.
Cualquier semejanza con las propuestas de algunos candidatos actuales, no son mera coincidencia, son las mismas recetas que los economistas liberales tienen desde siempre.
Muy sinceramente Walter Klein , el colaborador más próximo de Martínez de Hoz, declaró que el programa económico en vigor desde marzo de 1976 era “incompatible con cualquier sistema democrático y sólo aplicable si lo respalda un gobierno de facto”.
Los sectores dominantes hicieron público su firme apoyo al golpe militar a través de la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE) , conformada por el Consejo Empresario Argentino (CEA), la Sociedad Rural Argentina, la Cámara Argentina de Comercio, la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA) y la mayoría de las cámaras patronales sectoriales. El gobierno militar contó también con el apoyo del gobierno de Reagan y del capital financiero extranjero, especialmente a través del Ministro de Economía.
La tablita y bicicleta financiera
Segun el economista e historiador Mario Rapoport . “En una primera etapa, de 1976 a 1978, se implementó un plan de ajuste ortodoxo, con devaluación, liberación de precios, congelamiento de salarios, facilidades para las importaciones, cese de la promoción de exportaciones industriales. En esta cuestión fue de vital importancia la reforma financiera de 1977, que ubicó al sector de las finanzas en una posición hegemónica en términos de absorción y reparto de los recursos. El nuevo Régimen de Entidades Financieras iniciaba un rumbo cuyo norte apuntaba a la liberalización del mercado interno y a una mayor vinculación con los mercados mundiales.”
“Una segunda etapa comenzó en diciembre de 1978, con la aplicación de la “tablita cambiaria”, que consistía en devaluaciones programadas inferiores a la inflación. Estas apreciaron el peso, agravaron el cierre de las industrias nacionales, imposibilitadas de competir con los productos importados, e impulsaron una gran salida de divisas, a causa de los déficit comerciales y de servicios, como los intereses pagados al capital extranjero y el turismo al exterior. Esos déficit se cubrieron con ingresos de capitales y crearon la enorme deuda externa que ya en 1981 produjo una primera crisis de graves consecuencias por la elevación de las tasas de interés internacionales.”
La reforma financiera cambió el patrón de acumulación de la economía nacional en favor de los sectores financieros especulativos. Se autorizó la apertura de 1179 sucursales financieras y se cerraron 19.000 establecimientos industriales.
La deuda externa, que pasó de 7.800 millones de dólares en 1976 a 43.600 millones a fin de la dictadura en 1983. Casi los mismos 45 mil millones de dólares de deuda que tomó y gasto Macri en dos meses.
Las otras victimas del proceso militar
El mismo 24 de marzo de 1976 se suspendió el derecho de huelga y se prohibió la actividad política y sindical. Se hizo desaparecer varios artículos de la Ley de Contrato de Trabajo y se modificaron otros, se eliminó la actualización periódica del Salario Mínimo, Vital y Móvil, y se generaron las condiciones para favorecer la tercerización.
Entre 1976 y 1983, la producción industrial en Argentina disminuyó en un 20%. En la industria textil, la producción disminuyó en un 50%, mientras que en la industria automotriz, la producción disminuyó en un 40%. Se estima que más de 100,000 trabajadores perdieron sus empleos en la industria manufacturera durante este período. La inversión en proyectos de construcción disminuyó en un 50%, se calcula que más de 200,000 trabajadores de la construcción perdieron sus empleos durante esos años.
La clase trabajadora pasó de apropiarse el 45% del Producto Bruto Interno en 1975 a solamente el 28% en 1977. En forma paralela el capital que se apropiaba del 55% del producto en 1975 pasó a participar del 72% del mismo en 1977.
La población en hogares pobres pasó del 3,2% en 1974 al 28 % del total en 1982 . Seis millones y medio de argentinos cayeron bajo el nivel de pobreza. Estas son victimas del proceso militar que no acostumbramos visibilizar.
Rodolfo Walsh en su Carta abierta a la Junta Militar luego de describir los horrores del terrorismo de estado, pasa a señalar las consecuencias del plan económico y dice: “Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas”
Por supuesto que para imponer este plan hizo falta el disciplinamiento social en base al terrorismo de estado. Y están muy visibles los treinta mil desaparecidos victimas de la dictadura. Pero a veces olvidamos mencionar los seis millones y medio de nuevos pobres que generó el proceso con su secuela de muertes por la violencia silenciosa del hambre y la enfermedad.
(*) El columnista es autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Peron. Colabora en lmneuquen.com