Colombia: mejor una reforma educativa que una tributaria
Por Jeimar Cogollo.
Sabemos que los acuerdos de paz firmados en La Habana entre el gobierno colombiano y las FARC-EP empiezan a cambiar el paradigma social, político y cultural luego de nueve intentos fallidos, con ello podría mejorar la educación inicial y superior debido a las posibles nuevas inversiones que se harían con parte del PIB que se usaba para combatir a las guerrillas. Pero podemos observar que con la reforma tributaria se acrecienta más el abismo que deja a la gran mayoría sin poder acceder a la diferentes universidades y sobre todo expande la distancia entre la clase trabajadora y los sectores de altos ingresos, generando mayor desigualdad e inequidad. Una gran y ferviente opositora a la reforma tributaria, a sido la senadora Claudia López, mostrando así que ésta reforma “es un atraco a mano armada para todos los colombianos” denunciando también que se legitimará la evasión de impuesto hasta cinco mil millones de pesos. ¿Tendremos que replantearnos una nueva reforma tributaria para el próximo período? ¿Podremos reformar el obsoleto sistema educativo? Con el acuerdo de paz y la reforma tributaria aumentará la economía del país; pero, ¿Por qué no hay más inversión en la educación? Al contrario, vemos año tras año el recorte en el presupuesto de las universidades públicas, que a su vez se contradice con la promesa del presidente Santos: convertir a Colombia en la más educada de la región para el 2025. Esto a generado desde el 2003 un estallido migratorio de los jóvenes colombianos que buscan poder estudiar y a traído a más de 24.000 colombianos/as a la República Argentina. En estos tiempos nos hemos encontrado con la ola discriminatoria que se vive en el continente americano y se ve fuertemente en nuestro país de residencia. Un país formado por inmigrantes quienes hoy en día rechazan a aquellos, que como sus padres, venimos a buscar las diversas oportunidades que en nuestro país no nos garantizan. La OIM (Organización Internacional para las Migraciones) a mediados del 2015 junto con el consulado colombiano muestra que el 77% vive en ciudad de Buenos Aires y parte del conurbano bonaerense y el 42% que estamos formándonos profesionalmente en las diferentes universidades del país, eso equivale hoy a más de 10.000 compatriotas. En la Argentina se tiene naturalizado que la educación es un derecho humano fundamental y por ende el estado debe garantizarla y es por eso que nos preguntan diariamente, “¿Por qué no estudian en su país?”, algunas veces de manera despectiva, insinuando que le sacamos un pupitre a otra persona local. Esto nos recuerda como el Estado colombiano le da la espalda a los jóvenes profesionales del mañana. Y como el Estado colombiano solo piensa en la formación de una elite, dejando afuera de la educación al conjunto del pueblo de nuestro país. Podemos decir en comparación que la gratuidad en Argentina tiene más años que el conflicto armado en Colombia; en 1949 en la presidencia de Juan Domingo Perón se logró este objetivo como un verdadero método de justicia social y es allí donde empiezan las diferencias con el sistema educativo colombiano, el cual es una maquina excluyente, con fines de lucro, manejada por el monopolio económico que durante décadas ha estado allí insensible a la Colombia inclusiva y solidaria