Argentina cómplice de la discriminación
Por Víctor Ramos*
El Instituto Nacional contra la Discriminación –INADI- de la Argentina es un organismo molesto para las autoridades y funcionarios gubernamentales ya que el propio Estado es una fuente inagotable de conceptos y acciones discriminatorias. Por ello los presidentes argentinos, salvo Carlos Saúl Menem, lo prefieren intervenido, para mantenerlo silencioso, tranquilo y dominado; sin someterlo al Congreso de la Nación como impone la ley 24.515 de su creación, donde el presidente y el vicepresidente del INADI tiene estabilidad y trasciende al gobierno de turno.
Cuando fundamos el Inadi en 1997, durante un año, buscamos acuerdos y consensos. Mantuve encuentros con el ex presidente Raúl Alfonsín, que propuso a Simón Lázara de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos para integrarlo al Consejo Consultivo, con el Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, con representantes de la colectividad judía, musulmana y evangélica. Con dirigentes políticos y sociales. Reuniones con representantes de colectivo gay, lésbico, transexual, incorporando a Mariela Muñoz y a Rafael Freda. Mantuve charlas con los más diversos dirigentes políticos y con los presidentes de ambas cámaras legislativas.
Cuando el Congreso Nacional me propone como presidente del INADI y el Poder Ejecutivo emite el decreto reglamentario, contábamos con el aval social y político necesario para ejercer el cargo sin presión alguna. Si bien el Instituto dependía orgánicamente del Ministerio del Interior y su titular era Carlos Corach, de alto voltaje político, nunca intervino para detener una denuncia que involucrara al gobierno.
Desde el INADI cuestionamos, como nunca se hizo antes o después, a ministros, secretarios y funcionarios públicos al tiempo que ejercían el poder. Al Ministro de Defensa, Carlos Domínguez sumariamos por no otorgar la obra social a una pareja gay de la Fuerza Aérea Argentina, al Ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo por declaración de que “nunca aceptaría un juez homosexual”. A la Secretaria de Medio Ambiente María Julia Alsogaray por comparar a los grupos estudiantiles estudiantes con “la indiada”, al Director Nacional de Migraciones Hugo Franco, por haber impedido la salida del país a unos jóvenes de Fuerte Apache, por “sospechosos”. Al gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, por establecer una frontera con la provincia vecina de Chubut, para que impedir el ingreso de obreros temporarios de la esquila, a la Intendenta de San Martín de los Andes, Luz Sapag, por intentar cobrar un impuesto a los estudiantes turistas. Otros que fueron sumariados por el INADI fueron periodistas, empresarios y dirigentes deportivos. Entre ellos el presidente de Boca Juniors, Mauricio Macri y el presidente de la AFA, Julio Grondona. El primero por intentar imponer un estatuto restrictivo a dirigentes con poco poder adquisitivo y el segundo por intentar poner un cupo para jugadores extranjeros. El general Ernesto Alais fue sancionado por no querer entregar un premio de tiro de fusil a una mujer. Al Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Fortunato Mallimaci, por impedir que las mujeres del Consejo Directivo de la facultad hablen en las reuniones. Al presidente del IMPI, por discriminar a una señora discapacitada…
El gran rol del Inadi en el momento de su lanzamiento fue instalar que en el país, se discriminaba. Existía en el discurso escolar que “nuestra Patria es un crisol de razas” y que “entre todos conformamos una sociedad sin diferencias, ni racismo (porque no hay negros) ni discriminación”.
Ese mito, el Inadi lo pulverizó con una catarata de denuncias que los medios de comunicación reproducían diariamente. Todo salía a la vista. Ese fue el mérito del Inadi en su nacimiento.
El Inadi instaló antes que ningún otro país, una conciencia sobre el acoso laboral, escolar y social que luego se conoció como bullying.
Pero el Inadi no pudo contra la discriminación política. Lamentablemente el presidente Fernando De la Rúa y su ministro Federico Storani liquidaron el Inadi con la complicidad de Eugenio Zaffaroni, su primer interventor. Desde entonces comenzó una intervención tras la otra hasta el día de hoy.
El gobierno progresista de la Alianza no soportó que se le señalen sus actos discriminatorios cuando despidieron del Estado centenares de trabajadores, por su filiación política. Las banderas y demandas de las minorías históricamente fueron de las izquierdas, pero paradójicamente desde ese sector ahogaron al Inadi.
El kirchnerismo y el macrismo tampoco normalizaron el Instituto. La persecución por ideas políticas es una práctica recurrente que seguimos padeciendo en la política argentina. Un Inadi independiente hubiera señalado las inequidades, pero con funcionarios cómplices poco puede hacerse.
Por ese motivo he sido hasta el día de hoy, he sido el único presidente del Instituto, el resto fueron interventores.
¿Por qué lo mantienen intervenido? -Por miedo. Un Inadi “dormido” nada dice de los conceptos y las acciones discriminatorias del gobierno de turno. El Inadi nada dijo cuándo Alfonso Prat Gay aseguró que: “somos un país muy culto, no sea que en el 2020 nos veamos gobernados por un fulano de tal que vino de Santiago del Estero.” Luego el Director de Migraciones anuncia la “cárcel para inmigrantes”, las declaraciones xenofóbicas de la Ministra de Seguridad, Patricia Bulllrich, estigmatizando el narco tráfico con los inmigrantes. Y posteriormente el aliado del gobierno, el gremialista “Momo” Benegas señaló por Tv que “chicas de 10 años se embarazan para obtener un plan social”. Estas cosas son graves porque se reproducen masiva y alegremente por los medios de comunicación. Estas aberraciones son amparadas por un Inadi complaciente. Nada dijo el actual Inadi de la campaña gubernamental para destituir a la Ministra de la Corte Suprema de Justicia, Elena Inés Highton de Nolasco, por una cuestión de edad. La ley anti discriminatoria… al cajón.
Tampoco los burócratas del Inadi en tiempos de Cristina Fernández de Kirchner señalaron la discriminación de la presidenta al referirse a los estudiantes de La Matanza: “Chicos…estamos en Harvard. Esas cosas son para La Matanza”. Cuando le preguntaron algo que ella consideró un burrada. O el intento de desplazar a Carlos Fayt, por su edad. Claro acto discriminatorio como lo intentó Macri según ya señalamos. Lo peor del Inadi son os interventores de turno, cómplices todos de los despidos políticos. Lo mejor del Inadi son sus trabajadores, comprometidos con las causas de los desamparados.
El Inadi nació como una política de Estado y su prestigio recorrió el mundo como organismo gubernamental en lucha contra el racismo. Finalmente tenemos el orgullo de que el Instituto fuera destacado por Nelson Mandela, en su visita a la Argentina.
Deseamos que pronto retome el Inadi el camino de la independencia y que deje de ser cómplice de racistas y discriminadores. La sociedad democrática que representa a la mayoría popular, tiene que aprender a convivir en la diversidad singular. Esa es la tarea docente del Inadi que tiene que recuperar.
*Fundador y Presidente del INADI Instituto contra la Discriminación la Xenofobia y el Racismo