La verdadera guerra salvadoreña
La verdadera guerra que debe librar el gobierno es por ampliar la cobertura y calidad de la educación.
Por Eugenio Chicas*
El más reciente estudio del Banco Mundial sobre Capital Humano, referido a la educación, pone en relieve la gravedad del retraso que ha sufrido la formación en todos los niveles, debido a los prolongados y recurrentes efectos de dos años de pandemia y su impacto sobre el proceso de aprendizaje ante los nocivos efectos del claustro de cuarentenas que implicaron el cierre de centros educativos. Esta catástrofe es catalogada por los especialistas como “la crisis educativa más grande de los últimos cien años”. Alertan que el aprendizaje de toda una generación está en grave riesgo y cuestionan la decisión política que priorizó la prolongación del cierre sobre supuestos beneficios preventivos de salud, pues no se justifica el altísimo costo del retraso educativo en el mediano y largo plazo.
La investigación gira sobre la preocupación de cómo las actuales técnicas y metodologías educativas de formación a distancia, adoptadas con mucha improvisación y premura para afrontar la emergencia, son realmente útiles para llenar las necesidades requeridas en los programas de formación de los alumnos; y, en qué medida, esos programas educativos contribuyen a proporcionar las competencias y formación suficiente para insertarse en la compleja sociedad en la que se desempeñarán estas nuevas generaciones.
El estudio expone los antecedentes de cómo antes de la pandemia ya existía una profunda crisis de aprendizaje, en la que el 53% de los estudiantes adolecían de muchas dificultades para leer correctamente y entender un texto del nivel de su programa lectivo, debido a las deficiencias estructurales del mismo sistema educativo. Hoy la situación es más preocupante por el crecimiento de esta deficiencia, que se ha elevado al 64%, como resultado de la crisis sanitaria y las incapacidades de gestión gubernamental. Esta deficiencia de lectura comprensiva está afectando en cascada a otras capacidades alfanuméricas; abarcando además el nivel de desarrollo socio emocional debido a las limitaciones de convivencia presencial de la comunidad educativa.
Este retraso en el aprendizaje se multiplica de acuerdo al mapa de pobreza, en razón de la desigualdad manifiesta por las precarias condiciones socio económicas que se han visto agravadas como efecto mismo de la pandemia y de la acumulación de problemas del desarrollo, agudizándose la pobreza pos pandemia y creando un impacto negativo multidimensional que abarca lo sanitario y económico. Esto ha desencadenado un impacto desastroso en el sistema educativo y en el desarrollo emocional, ratificando una lapidaria fórmula proporcional: a menor educación, menor calidad institucional y democrática habrá mayor desigualdad, mayor violencia y criminalidad.
De acuerdo al estudio, no son despreciables los esfuerzos institucionales por adoptar el aprendizaje remoto (educación a distancia); sin embargo, es notoria la brecha digital provocada por las dificultades de una baja conectividad, equipamiento técnico en muchos casos poco apropiado (apenas teléfonos), deficiente armonización de los diferentes canales utilizados, como internet, radio, tv, guías impresas. A esto hay que sumar la escasa formación y respaldo recibido en una buena parte del cuerpo docente para el dominio apropiado y con los suficientes recursos de apoyo para hacer efectivas estas capacidades técnicas.
A lo anterior debe sumarse la desatención gubernamental a las justas reivindicaciones del cuerpo docente, tanto en la parte salarial como de formación técnica, metodológica y emocional. Más que gastar en duplicar el número de efectivos militares, es necesario invertir en fortalecer un ejército de maestros. Asimismo, es notorio el grave deterioro de la infraestructura escolar debido a recortes presupuestarios para establecer equivocadamente otras prioridades; el abandono, falta de mantenimiento y, en muchos casos, el vandalismo sobre los bienes escolares es visible.
Es contradictoria la declaración gubernamental del uso voluntario de mascarillas considerando reducida la amenaza del Covid19, mientras mantienen cerrados los centros educativos. Está plenamente demostrado que, en este contexto de limitaciones, poca inversión y deficientes políticas públicas, la educación a distancia no está en condiciones de reemplazar la educación presencial. Es urgente recuperar la matrícula y superar la deserción escolar, implementando una campaña que incentive el retorno a las aulas y establezca programas de nivelación educativa para recuperar competencias acordes al nivel educativo, restableciendo una armoniosa convivencia presencial entre estudiantes y cuerpo docente.
La verdadera guerra que debe librar el gobierno es por ampliar la cobertura y calidad de la educación, especialmente en aquellos territorios habitados por niños y jóvenes en grave situación de riesgo.
*Dirigente del FMLN de El Salvador, diputado del Parlacen y en la Asamblea Nacional