Moneda única, pero faltó convicción
Por Ezequiel Burgo
—¿Por qué no hacemos una moneda común?— indagó Nicolás Dujovne.
—Excelente idea— respondió Paulo Guedes.
Dujovne era el ministro de Economía de la Argentina. Guedes, el de Brasil.
—Ya tengo el nombre, peso real —siguió Guedes—, y pongamos un banco como el Banco Central de Europa, que esté por encima del Banco Central de Argentina y Brasil, para que no parezca imperialismo brasileño.
En la Asamblea de Primavera del FMI de abril de 2019, los dos economistas habían comenzado a explorar la idea. Christine Lagarde, directora del Fondo, había rechazado la idea de que el BCRA interviniera con las reservas para calmar el dólar. “Habrá que convivir con esa volatilidad”, se resignó Mauricio Macri por esas horas, ya oteando las elecciones primarias de agosto.
Dujovne pensó que una moneda común ayudaría a blindar a la Argentina de la volatilidad cambiaria que el programa con el Fondo no lograba neutralizar. Guedes, un economista liberal, proglobalización y crítico de las trabas del Mercosur, se sumó a un sueño viejo de Brasil: ratificar su liderazgo regional. El propio Lula, que compite ahora contra Bolsonaro, volvió esta semana a la carga. “Vamos a crear una moneda para la región”. Había dicho lo mismo en 2002.
En el plano técnico, Dujovne consultó a especialistas fuera y dentro del Gobierno. Recibió respuestas favorables. Se trataba de un proyecto superior a la dolarización. Suponía un armado institucional compartido (Congreso, Bancos Centrales) y no unilateral en el caso de adoptar el dólar. Además, la Argentina está más expuesta al ciclo brasileño que estadounidense y ambas economías producen commodities en gran escala.
Desde lo político, a Macri también pareció cerrarle el asunto. Por esas horas se había difundido una encuesta de Insonomía: Cristina Kirchner estaba 9 puntos por encima de él. El riesgo país en una semana pasó de 800 puntos arriba de 1.000. “Adelante”, dijo.
Una semana después, el viernes 26 de abril, Dujovne se subió al Tango 10 a la mañana en Aeroparque y voló a Río de Janeiro, donde Guedes pasaba el último día de la semana en las oficinas del Banco Central de Brasil frente a las playas de Copacabana. El día estaba soleado. Había personas en el mar y jugando al voley.
“Estamos dispuestos a anunciarlo ahora, si ustedes quieren”, ratificó Guedes en persona a Dujovne. Le explicó que la operación no solo era vista por Bolsonaro como un anuncio para estabilizar la moneda argentina de los embates de una corrida que ya llevaba casi un año, sino para que “el populismo no regresara a la Argentina” como ahora sugería una encuesta. Ambos coincidieron en que había que establecer un cronograma de convergencia y estudios previos.
Dujovne regresó a las horas y antes de despegara el avión echó un vistazo a su teléfono. El Tango no tenía wifi. El dólar había bajado 65 centavos y estaba en $46,09. El ministro respiró.
Algo más tranquilo, en el vuelo de regreso redactó un documento con diez puntos para que las fuerzas políticas se comprometiesen públicamente a respaldar, con independencia de la alternancia de las fuerzas políticas. Lo usual: equilibrio fiscal, combate a la inflación, integración al mundo, seguridad jurídica, entre otros.
El Tango pisó el hormigón de la pista de Aeroparque y Dujovne encendió su teléfono. La pantalla marcó que el dólar había aumentado 80 centavos mientras volaba de Río a Buenos Aires. Terminó en $46,90.
El ministro salió directo para Olivos. Conversó con Macri hasta la noche sobre el dólar y todas las alternativas y líneas de trabajo para contener la volatilidad cambiaria. El tipo de cambio había acumulado un aumento de 9,1% en la semana. La negociación con el FMI, la carta con los diez puntos y… la moneda común con Brasil.
El sábado a la mañana, temprano, Dujovne llamó a Guedes. El brasileño, entusiasmado, propuso “anunciémoslo mañana por la tarde desde Brasilia junto con Bolsonaro y Mauricio”.
Acordaron un anuncio de enviar a los Congresos un proyecto de ley y, una vez aprobado el mismo, poner en marcha la creación del nuevo Banco Central.
—¿Te parece que vaya para allá temprano? ¿empezamos a trabajar nosotros y luego viaja Mauricio?— preguntó Dujovne.
—Dejame ver acá y te aviso— dijo Guedes.
El brasileño le avisó el domingo por la mañana a Dujovne que lo esperaba en Brasilia por la tarde. El argentino le propuso llegar a las 4 y que más tarde fuera Macri. El anuncio junto a Bolsonaro sería el domingo a la noche o lunes temprano. Estuvo OK.
Pero unas horas más tarde, cuando Dujovne llegó a Aeroparque, le sonó el teléfono. Era una asistente de Guedes. El anuncio se cancelaba.
Roberto Campos Neto, presidente del Banco Central de Brasil, había amenazado con renunciar si el proyecto avanzaba. No compartía la apuesta política de Bolsonaro y Guedes . Pensaba que “el real terminará contaminado por el peso argentino”.
Fuente Clarín