La pandilla del barranco
Un grupo de contrabandistas, entre quienes había un Martínez de Hoz, antepasado del célebre Joe, se intercambian señales con los barcos ingleses desde las alturas del actual Parque Lezama. Toda esa clase mercantil, cuyos apellidos de campanillas resonarán incesantemente en nuestra historia, habíase ganado en la Europa de comienzos de siglo XIX un mote muy significativo: La Pandilla del Barranco.
Por Jorge Abelardo Ramos
A pesar de ejercer el monopolio sobre las relaciones comerciales con América, el imperio español industrial jamás fue capaz de suplir las demandas de sus colonias como consecuencia de su incipiente industria de manufacturas. Debido a esta incipiente industria tanto la metrópoli como las colonias completaban sus necesidades con productos ingleses. Estos productos eran importados desde Inglaterra por el imperio español que luego los revendían en los virreinatos de América. Al mismo tiempo las materias primas y bienes de consumo de las colonias debían ser exportadas exclusivamente a la metrópoli. El sistema español dejaba disconformes de igual manera a los comerciantes e industriales británicos y a los criollos.
Con el ineficiente sistema del imperio español se hizo inevitable la creación de puertos no autorizados por la respetable autoridad monárquica con el fin de que se pudiera practicar el contrabando entre los criollos y los ingleses. Uno de estos puertos de contrabando fue la ciudad de Buenos Aires, edificada sobre las barrancas que caían suavemente al río barroso.
Los burgueses de mostrador de la ciudad-puerto se destacaban por su habilidad para burlar las disposiciones fiscales y la prohibición de comerciar con extranjeros; sabían hacerlo tan bien como manejar fructuosamente la vara de medir. Toda esta clase mercantil, cuyos apellidos de campanillas resonarán incesantemente en nuestra historia política, habíase ganado en la Europa de comienzos del siglo XIX un mote muy significativo: se la llamaba la «pandilla del Barranco».
Curioso nombre, en verdad, que tan bien calzaba a la burguesía comercial de la naciente ciudad puerto. Dicha ciudad puerto, desde los tiempos de la pandilla del Barranco, concentró en sus límites la mayor parte de la riqueza y la cultura del país, del cual se nutría, y este hecho fue decisivo para la modelación de los partidos políticos y la falsificación de la historia.
Foco de civilización vuelto de espaldas al país hambriento, Buenos Aires fue durante más de un siglo la Shangai, la Calcuta, Río o Saigón de América Latina, plataforma dilecta de los intereses antinacionales. Serán los habitantes de la ciudad puerto los que intentaran imponer su doctrina librecambista y centralista, la cual llamaban unitaria, sin tener ningún interés en como sus acciones podían significar la ruina del resto del país.
Selección de textos: Eugenio Arditi Ramos