Lula y una moneda única: ¿mitología o realidad?
El proyecto de Lula implica utilizar el “Sur” como medida de contrabalanceo del dólar, a fin de reducir la injerencia de la moneda norteamericana sobre la región. Además, implicaría la creación de una institución inexistente: un Banco Central Sudamericano.
Por Manuel Ignacio Cabreras
Previo a las elecciones presidenciales contra Jair Bolsonaro, Luiz Inácio Lula da Silva mencionó una serie de medidas que implementaría en caso de consagrarse vencedor de la contienda electoral. Una de ellas era la posibilidad de crear una moneda única para todo el continente sudamericano, llamado “Sur”. Con la confirmación de un tercer mandato del nacido en Pernambuco, ¿es factible seguir los pasos de la Unión Europea con el euro?
El caso de la Unión Europea conllevó un extenso proceso de décadas, en dónde las uniones entre los diferentes países de un mismo continente se consolidó atravesando pactos comerciales, libre tránsito de personas, anulación arancelaria, economías con objetivos similares y un aparato de instituciones políticas y financieras comunes, hasta finalizar con la creación e implementación de una moneda común el 1° de enero del 2002.
El único sector que la Unión Europea no se vio necesitada de implantar fue la unión militar (debido a la gran participación de los países europeos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, con un enorme financiamiento de Estados Unidos).
Sin embargo, el caso sudamericano es diferente al contexto del Viejo Continente. En Sudamérica, los distintos organismos que impulsaron un mercado común para futuro convertirla en una unión monetaria, como el Mercosur, no alcanzaron dicho objetivo con el paso de los años.
Diferentes gobiernos de los países miembros del continente nunca concretaron la adopción de una moneda única debido a múltiples factores y nunca se alcanzó una unión económica (la cual consiste en la armonización de las diversas políticas económicas nacionales: monetaria, financiera, fiscal, industrial o agrícola), pero sí se logró un mercado común en 1991 con la creación del Mercado Común del Sur (implica regulaciones aplicables a la mayoría de los bienes y servicios y se permite la libre circulación de trabajadores, capitales y mercancías) a través del Tratado de Asunción.
El proyecto de Lula implica utilizar el Sur como medida de contrabalanceo del dólar, a fin de reducir la injerencia de la moneda norteamericana sobre la región. Cabe señalar que, hoy en día, la mayoría de las reservas mundiales se encuentran en dólares y es la moneda más utilizada como medio de cambio, como unidad de cuenta y también como depósito de valor.
La moneda en cuestión implicaría la creación de una institución inexistente en nuestros tiempos: un Banco Central Sudamericano. Dicha entidad bancaria tendría la potestad de emitir la moneda, con una capitalización inicial realizada por los países miembros, proporcional a las participaciones dentro del comercio regional de cada nación. Por lo tamto, Brasil sería el principal responsable de esa capitalización, la cual se realizaría a través de las reservas internacionales de los países parte, junto con un impuesto sobre las exportaciones de los países miembro por fuera de la región.
Cada nación que forme parte del proyecto, recibiría una dotación inicial del Sur y podrán optar por mantener su moneda nacional o reemplazarla por el Sur, sosteniendo un tipo de cambio entre monedas de carácter flotante. Es decir, se implementaría un régimen en el cual el valor de la moneda es fijado exclusivamente por el mercado sin ninguna intervención de las autoridades monetarias nacionales.
Además se debería crear una Cámara Sudamericana de Compensaciones con el objeto de reducir asimetrías y evitar que Brasil (la mayor economía latinoamericana), arrastre a sus pares a una dependencia que pueda traer aparejado complicaciones financieras al resto de los miembros.
No es la primera vez que un presidente sudamericano plantea la factibilidad de implementar la unidad monetaria. En el 2008, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, propuso la creación del “Sucre”.
Acompañado por el entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, propuso que la región necesitaba una moneda propia para desafiar a Estados Unidos en materia financiera.
Esa moneda se denominaría Sucre (Sistema Único de Compensación Regional) con el fin de que sea utilizada por la totalidad de los miembros de la Alianza Bolivariana para las Américas (organización regional que agrupaba a Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas y Cuba). A pesar de que el Sucre logró utilizarse como unidad de cuenta, jamás logró establecerse como una moneda única regional de curso legal.
Además, en agosto de 2021, el ministro de Economía brasileño, Paulo Guedes, dijo que una divisa única para el Mercosur (Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay) permitiría una mayor integración, una zona de libre comercio, y lograría convertirse en una de las monedas más relevantes del mundo a futuro.
Más allá de las propuestas y las intenciones de crear una unidad en materia monetaria, cuando se lo piensa en el contexto sudamericano, se puede evidenciar las falencias estructurales que posee a diferencia de los países europeos que comenzaron la integración regional (Francia y Alemania).
Actualmente, Argentina y Brasil, a pesar de ser grandes socios comerciales, sus instituciones no se encuentran totalmente integradas como para pensar en una divisa única. El resultado de dicha implementación sería un equivalente a comenzar por el final de un proceso. Ese camino implicaría un crecimiento integral del Mercosur, la creación de más instituciones comunes, como así también lograr previamente un equilibrio en las balanzas comerciales, el déficit presupuestario y la inflación.
Lograr confiabilidad en las principales monedas que integrarían la unión es esencial para diagramar un programa monetario en conjunto. Si cada nación desplazarse su moneda a favor del Sur, el rol de los bancos centrales se vería disminuido en pos de un hipotético Banco Central Sudamericano.
La idea de Lula podría plasmarse en tiempos ulteriores, pero en un marco distinto del Mercosur (y de demás organismos regionales sudamericanos similares), sumado a una integración regional a nivel político, social y económico de una mayor profundidad, que permita a los países miembro poner en práctica un concepto que podría cambiar la región a nivel financiero de una forma radical.
Fuente: El Economista