La crisis del Uruguay y el Imperio británico


Por Jorge Artola (La Mañana Uruguay)


La crisis del Uruguay y el Imperio británico de Alberto Methol Ferré, Colección La Siringa. EDITORIAL PEÑA LILLO. 1959. 80 págs.

Hace más de seis décadas fue redactado este artículo en una coyuntura fascinante: la rotación electoral por la cual el Partido Colorado, luego de un siglo ininterrumpido de ejercicio del poder, retornaba al llano. Pero también era la culminación de un largo proceso por el cual asistíamos a la rotación definitiva de Imperio: era la hora de la imposición del águila norteamericana.

Luego de analizar la importancia estratégica de esta feraz esquina en el Río de la Plata, Methol pasa a evaluar el rol que Uruguay había tenido en la “división internacional del trabajo” en la perspectiva anglosajona. “Siempre he sostenido que la verdadera industrialización uruguaya, la verdadera empresa nacional por la industria, estaba especialmente a cargo del proceso industrial argentino-brasileño. Esto me ha llevado a defender acérrimamente la lucha argentino-brasileña por la industrialización y ser a la vez en mi patria, firme partidario del desarrollo agropecuario. ¡A no confundir economía pastoril, rústica, con economía agropecuaria! La economía moderna agropecuaria se convierte necesariamente en un modo de industria”.

Uruguay atravesaba una tormenta casi perfecta. La política batllista de gravar impositivamente a los sectores productivos para financiar proyectos, ya no de industrialización, sino de consumo de sectores generados muchas veces a partir de políticas clientelistas había llegado a sus límites definitivos. En el orden internacional, la “indudable retirada del Imperio británico y la caída de los precios de las materias primas; en el orden interno la disminución del stock ganadero, el desastre de la industria frigorífica, el atraso proporcional y generalizado de nuestra campaña, el avance del latifundio y la despoblación rural junto con un enorme aumento de la concentración urbana en Montevideo, las inversiones improductivas en construcción que devora la casi nula capitalización, la hipertrofia cada vez más acentuada e inepta de un aparato burocrático que absorbe la tercera parte de la población activa del país…”.

Methol avanza en una comprensión íntima de la dificultad de generar pensamiento antiimperialista en nuestra patria. “El Uruguay no hace historia, simplemente ‘está’ en ella. Ese ‘estar’ uruguayo se funda en nuestra condición de país dependiente y en las modalidades propias de esa dependencia dentro de la ya derruida estructura del Imperio británico… Y cuando una sociedad no es actor, protagonista, la historia la trata como ‘objeto’ y no como ‘sujeto’”. Pero el imperialismo británico, tan brutal en la India (condenando al hambre a millones de artesanos y arrasando sus industrias) o como en Paraguay, cerrando los altos hornos, aquí fue para nosotros más “progreso” que estancamiento. “No comparto la opinión de Vivián Trías de que el imperialismo haya deformado patológicamente nuestras estructuras económicas, aunque eso sea válido en otras sociedades. El imperialismo consolidó las estructuras tradicionales y permitió una holgura relativa. De ahí que el Uruguay no tuviera nunca una aguda conciencia ‘anti-imperialista’, que nunca se sintiera asfixiado por su dependencia, que proclamara a todos los vientos su ‘ser libre’”.

“Ahora, estamos, o padecemos, la inserción en el área del dólar, que no nos otorga ninguna de las ventajas que otrora nos garantía la libra esterlina. Los Estados Unidos nos necesitan para la seguridad política continental, su retaguardia; limitan nuestros movimientos comerciales en función de la coherencia del sistema panamericano, a la protección en general de su gran reserva de materia prima latinoamericana…El mercado norteamericano no está esencialmente interesado en nuestros productos –incluso es competitivo–, no hay una ajustada correspondencia comercial, y en la realidad hemos sido arrojados a los azares del mercado mundial. El Uruguay, desconcertado, inexperto, se descubre insignificante a la intemperie del mercado mundial, sin la cálida protección inglesa”.

Un texto ineludible para comprender las raíces de nuestra verdadera historia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *