Nerón, el emperador romano se casó con mujeres y hombres
Por Fernando del Corro
El popular emperador romano se casó varias veces, tanto con mujeres como con hombres. He aquí algunas luces sobre una vida voluptuosa.
Nerón, que había nacido como Lucio Enio Ahenobardo el 15 de diciembre del 37, fue adoptado por su antecesor como César de Roma.
No hace mucho tiempo, la decisión de la Legislatura porteña de legalizar las parejas entre homosexuales y convertirse en la primera normativa al respecto en el país desató una fuerte resistencia en diferentes sectores sociales o, al menos, un gran debate sobre el tema.
En medio de las discusiones -tanto dentro como fuera de los estrados- se utilizaron como parte de las argumentaciones los diferentes antecedentes mundiales, entre ellos las liberalidades ya otorgadas en países europeos como el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Países Bajos, fundamentalmente.
Pero hay un caso del que se olvidaron los impulsores de esa medida, que es el del emperador romano Nerón, que a lo largo de su gobierno, entre el 13 de octubre del 54 y el 9 de junio del 68, se casó en cuatro oportunidades: dos veces con mujeres y otras dos con hombres. A estas bodas hay que añadir una quinta, con una tercera mujer, pero antes de asumir.
Nerón, que había nacido como Lucio Enio Ahenobardo el 15 de diciembre del 37, hacen hoy 1985 años, fue adoptado por su antecesor como César de Roma, Claudio, el Tiberio Claudio Nerón, el 25 de febrero del 50 a instancias de su madre, Julia Agripina, “La menor”, sobrina y por entonces esposa del emperador.
El futuro Nerón, nombre de un viejo dios de los sabinos que ya habían portado Tiberio y el propio Claudio, ya practicaba el bisexualismo -algo no rechazado en esa época, sobre todo a raíz de tradiciones militares- desde antes de su llegada al gobierno, cuando con sus jóvenes amigos mantenía todo tipo de prácticas.
Su primer matrimonio fue en el 53, a los 16 años, con Octavia, la hija de Claudio y Valeria Mesalina, a la que repudió nueve años más tarde, en el 62, año en el que ella fue sometida a un juicio tramado para probar su supuesta infidelidad. Adulterio que se “probó” sometiendo a tortura a varios sirvientes de Octavia, quien murió poco tiempo después.
Pero para entonces, además de otros amantes de ambos sexos, como la liberta Acté, tenía desde hacía tres años relaciones con Sabina Popea (que se había convertido a la religión judía), quien se encontraba embarazada.
Así fue como apenas liberado de su matrimonio con Octavia el emperador se casó con Popea, que en enero del 63 dio a luz a la hija de ambos, Claudia Augusta, la que vivió apenas dos años.
Popea, a la que Nerón había hecho divorciar del prefecto Marco Salvio Otón -más tarde también emperador-, tuvo mucho que ver con todo lo que sucedió con el poder en Roma durante los próximos años, incluyendo la muerte de la madre del sexto César y todo ese entrecruzamiento de acusaciones sobre el incendio desatado, absolutamente casual, en la noche del 18 al 19 de julio del 63, iniciado en un depósito de aceite en un barrio de comerciantes judíos.
Al celebrarse los “Segundos Juegos Neronianos”, a comienzos del verano del 65, el emperador se mostró muy activo, sobre todo en su condición de citarista y cantor, razón por la cual Popea -nuevamente embarazada- le fue con reclamos por el abandono en que la tenía. Según los coetáneos, el emperador, enfurecido, le dio una violenta patada en el vientre, de resultas de la cual abortó y luego falleció.
Así fue como a principios del 66 el emperador, que solía recordar que en la mitología Hércules había sido invertido hasta los 24 años, optó por concretar su tercer matrimonio, esta vez con un hombre, el dorio Pitágoras, ministro del culto de la diosa Cíbeles, que fue su pareja “legítima” de menor trascendencia posterior.
Cayo Suetonio Tranquilo, el historiador de los chismes de la Roma de los últimos 60 años del siglo I -que además de todos sus excesos odiaba a los dirigentes populares como Nerón-, sostiene en “La vida de los doce césares”, que tras el casamiento con Pitágoras, el emperador se encerró en una habitación de la cual partían gritos y gemidos “parecidos a los de las vírgenes”.
Mientras, Publio Cornelio Tácito, en los “Anales”, cuenta que “se hizo un espectáculo de todo lo que, con una mujer de ínfima condición, la noche oculta en su sombra”.
Pero eso no duró mucho y “El rey del populacho” o “El emperador de la canalla”, como lo llamaron despectivamente algunos historiadores, ofreció matrimonio a Antonia, la mayor y única sobreviviente de los hijos de Claudia, medio hermana de Octavia, pero ante su rechazo a la boda fue ejecutada.
Tras esto, Nerón accedió a las presiones de su bella y no reciente amante Estatilia Mesalina, con la que tenía relaciones desde mucho antes de la muerte de Popea. Se casó con ella ese mismo año y lo sobrevivió como que Otón, que había perdido a Popea con Nerón, ya octavo César, terminó casado con Estatilia Mesalina.
Para los tiempos de su boda con Estatilia, Nerón ya tenía entre sus amantes al joven Esporo, al que hizo castrar y le cambió el nombre por el de Esporo Sabina -por algún parecido que le encontró con Popea-, para luego llevarlo en una gira artística por Grecia, que duró aproximadamente un año.
Así, en el 67, en Corinto, se celebró el casamiento de Nerón con Esporo, quien se presentó vestido de mujer, con el prefecto del pretorio Tigelino (la máxima autoridad después del emperador), que hizo de testigo de la “novia”, mientras la propia Estatilia Mesalina se encontraba como invitada.
Algunos historiadores, como Eugen Cizek, sostienen que, contra las afirmaciones de gente de la época como Suetonio, en realidad los de Pitágoras y Esporo no fueron verdaderos casamientos, como lo marca el hecho de la contemporaneidad con Estatilia, sino de ritos orientales que Nerón había incorporado después de sus vinculaciones con la corona de Armenia.
Pero tanto fuera un matrimonio real como un rito iniciático, lo cierto es que fue Esporo el que el 9 de junio del 68 se suicidó con él, en una finca rural de las afueras de Roma, cuando acorralado políticamente no tuvo otro camino tras el senadoconsulto que lo declaró “enemigo del Estado y traidor a la Patria”, cuando las tropas del general Lucio Servio Sulpicio Galba, su sucesor como César, se aprestaban a entrar en la ciudad.
Fuente: marcelobonelli.cienradios.com