Gozos y dolores entre dos siglos, el nuevo libro de Julio Fernández Baraibar

Gozos y dolores entre dos siglos de Julio Fernández Baraibar comienza con un canto a Venezuela desde los tiempos de Américo Vespucio: “Venezuela te puso don Américo”. Su poema dotado de gran erudición histórica y musicalidad nos impregna de aromas y sabores caribeños tejiendo una historia épica para los americanos encarnada en la figura del Libertador Simón Bolívar.

Simón, te estás muriendo

y tu delirio de construir un mundo gigantesco,

una nación tan grande

como grande fue el fuego en que se fundieron

las razas, las lenguas, las civilizaciones y los dioses,

se está muriendo contigo, Libertador.

Fernández Baraibar, gran conocedor de la estructura dramática, vislumbra luego la fiebre imperialista del “oro negro” que trastoca la sociedad mantuana y una economía basada exclusivamente en el cacao, el café y el tabaco.

Las torres de perforación y las bombas penetran en tu

entraña,

Y el vómito del infierno nutre los Sherman y los Jeeps

en Italia y Francia.

Cuando todo parece perdido, la tierra sin cultivar, la revolución inconclusa, un pueblo nacido de la libertad derrotado, emerge de Pequeña Venecia la figura del Comandante Hugo Chávez.

Iluminaste la vida, como los relámpagos de

Catatumbo,

Empujaste la voluntad, como la torrentada del

Orinoco.

Gozos y dolores entre dos siglos constituye un diálogo con la Historia (ver poema dedicado a María Remedios del Valle) y con los personajes más importantes de su tiempo de quien el autor fue contemporáneo y, en muchos casos, llegó a conocer personalmente. Desde Jorge Abelardo Ramos a Lula da Silva, pasando por Juan Domingo Perón, Jorge Coscia, Héctor Timerman, entre muchos otros. Por las páginas de “Gozos y dolores…” desfilan los debates intelectuales más interesantes de cada siglo, amistades entrañables, amores inolvidables, peronismo, cine, fútbol, revoluciones…en definitiva, una vida “bien gastada” que según el autor “volvería a vivir nuevamente, confiado en una victoria final que, como el horizonte, se escapa siempre de las manos”.  

Redacción PG

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