El socialismo cipayo

por Jorge Artola

En el contexto de la Revolución Fusiladora o, como se prefería autodenominar, “libertadora”, surgió este espléndido ensayo. Su tema: ¿por qué ciertos sectores izquierdistas terminan sistemáticamente convalidando las políticas más alejadas de los intereses populares a los que declaran defender y emancipar? ¿Cómo alguien como Juan B. Justo pudo devenir en falso apóstol de la clase obrera?

Pero empecemos por el principio. El fundador del Partido Socialista Argentino (1865-1928) fue un médico, periodista, escritor y parlamentario y el primer traductor del alemán al español de El Capital de Karl Marx. Dedicó su vida con ahínco y devoción a la propagación de los ideales socialistas y cooperativos, siendo su compañera la feminista Alicia Moreau. Sea dicho de paso, su ética personal ha hecho que sus adversarios políticos lo terminaran, prácticamente, respetando por dichas cualidades. Asimismo, los disidentes “de izquierda” más radicalizados (comunistas, trotskistas, etc.) le reprochan no haber sido un “revolucionario”. Tachan de utópica su creencia de que es posible llegar al socialismo con métodos legales, pero le reconocen el carácter de “fundador”.

Jorge Enea Spilimbergo (1928-2004) fue, conjuntamente con Jorge Abelardo Ramos, fundador de la corriente política e ideológica conocida como Izquierda Nacional. Originariamente provenientes de tiendas marxistas, abrazaron la causa del Justicialismo con devoción al entender, en la disyuntiva Braden-Perón, de qué lado estaban los sectores populares.

Y es desde esa perspectiva que emprende una cruzada contra un dios del Olimpo. Demuestra cómo la importación acrítica de un modelo ideológico europeo sin tratar de comprender el abismo que separa estas diferentes sociedades, implicaba, más allá de “buenas intenciones”, importar algunos “efectos colaterales”. Y algunas consecuencias de aplicar mecánicamente estas ideologías implica desde un racismo abrumador hasta, cosa curiosa, la defensa de modelos librecambistas, que eran (y son) la herramienta de dominio de los imperios sobre las endebles repúblicas hispanoamericanas.

Juan B. Justo se suma a la detracción general contra el criollo. Su apuesta eran esos inmigrantes europeos, dentro de los cuales, en su inmensa variedad de tipos humanos, también estaban presentes militantes sociales o sindicales. “Para el “maestro” del socialismo argentino, para el abanderado de los trabajadores, querer salvar al criollo de la extinción final, es algo así como ponerle vallas al mar”. El positivismo mal leído y peor aplicado implicaba que los gauchos, los criollos eran una rémora social. Muy a la usanza de Sarmiento. Estos sectores sociales iban a ser arrasados y no había que perder tiempo en estos perdedores. Justo separa y descalifica: indios, mestizos y morenos son “incapaces de marchar por sí solos hacia un tipo social superior” (7 de abril de 1894).

Marxistas en la fraseología, los socialistas fundadores adoctrinados por el doctor Justo nunca dejaron de ser auténticos liberales en el peor sentido de la palabra. En 1896 publicó cinco artículos en La Nación destinados a fulminar el proteccionismo y asentar las bases teóricas de un partido liberal-burgués en la Argentina, a la usanza europea…

El Dr. Justo expresaba: “El patriotismo mal entendido es una de las causas de la mala política. …Todavía hay estancieros a quienes se les llena la boca cuando hablan de la industria nacional…La ilusión está en creer que el progreso del país depende de la implantación de industrias artificiales o que las buenas industrias necesitan protección legal. La tontería es no darse cuenta que esa protección se hace en detrimento de su propia industria, de la ganadería y de la agricultura”.

Spilimbergo observa entonces cómo más allá de los altos ideales pregonados, Justo predicaba -como un auténtico extremista- en el diario mitrista (órgano financiado por los proveedores de la Guerra del Paraguay), los argumentos clásicos del liberalismo cipayo.

Y observación final: es interesante notar cuáles son algunas fuentes ideológicas que son parte de la explicación de desatinos en otras riberas del Plata. Generar todas las posibilidades al capital extranjero y despreciar sistemáticamente el trabajo de las pymes del país deja de ser un descuido para ser parte de una pesada herencia ideológica.

Juan B. Justo y el socialismo cipayo. Jorge E. Spilimbergo. EDITORIAL COYOACAN. 1960, 112 págs.

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