“El peronismo sin Perón” fue el lema impulsado por los gorilas con la intención de dividir al movimiento. No funcionó
Alta polémica desató en los sindicatos las palabras del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Áxcel Kicillofk, cuando comparó en su discurso del 11 de marzo en Avellaneda, a “los que propugnaban un peronismo sin Perón” en los años ´60 a los que ahora quieren un “peronismo sin Cristina”. Esta afirmación fue respondida desde las redes sociales por Fabián Gaucho Onetto con estas palabras. Al final de esta nota se publica el reportaje a Augusto Timoteo Vandor que publicara la revista Primera Plana que con sus títulos y notas interiores no puede forzar la realidad. Leamos las declraciones del lider de la UOM al final de esta nota:
“Bastante desafortunadas -dice Onetto- las palabras del gobernador bonaerense. Innecesarias también. Hablar de que “algunos quisieron hacer un Peronismo sin Perón” es desconocer la realidad y mucho más grave es retomar un discurso berreta y absolutamente tendencioso. Lleva de nuevo a una disputa ideológica que le hizo mucho mal al Peronismo en los finales de los 60’s y gran parte de los 70’s. Tal vez su formación doctrinaria más cercana a la izquierda que al Peronismo lo llevaron a decir esto. Porque desde esos sectores quisieron instalar esa enorme mentira. Y esa mentira, entre otras cosas, le costó al Movimiento Obrero la sangre de muchos compañeros.
Muy irresponsable llevar su discurso para ese lado. Para algunos puede pasar desapercibido, pero para muchos otros no. Los que conocemos cómo fueron esos 18 años de exilio de Perón sabemos la verdad. Y a mí, particularmente no me sorprende lo que dijo. Porque tengo una formación doctrinaria que no admite ninguna posibilidad de duda. Fueron los dirigentes obreros y sus organizaciones, principalmente, los que “bancaron” en todo sentido a Perón. Y no se apartaron en una coma lo que pedía. Por eso los nombró el 1° de mayo de 1974 como “sabios y prudentes”.
Innecesario lo que dijo. Innecesario llevar nuevamente la disputa ideológica a ese tiempo. Pero bueno, instalaron el “Luche y vuelve” como propio. Y esto que dijo tiene que ver con eso también.
Irresponsable, metió el dedo en una llaga que no terminó nunca de cicatrizar. Nadie quiso hacer “Peronismo sin Perón”, ese verso lo inventaron los que quisieron “marcarle” el camino a Perón.”
Hasta aqui las palabras de Onetto que repicaron en las redes sociales.
El infundado ataque del gobernador demuestra su profunda ignorancia histórica ya que los que propugnaban un “peronismo sin Perón” no provenían del peronismo ni del sindicalismo, como se pretendió instalar, sino de los sectores gorilas de la entonces dictadura y la prensa antiperonista. Especialmente la revista Primera Plana de amigo de todas las dictaduras, Jacobo Timerman.
No es nuevo el ataque de La Cámpora al movimiento obrero. El año pasado cuando el Congreso de la Nación pretendió realizar un homenaje al ex secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, asesinado por infames terroristas montoneros, el presidente del Bloque del PJ, Máximo Kirchner, eludió el tema y en su lugar realizó el homenaje al dirigente gremial militante de la Unión Cívica Radical, Agustín Tosco, cómplice del golpe militar de 1955.
Es importante difundir el pensamiento de Perón, como señala Onetto, para evitar confusiones que nos llevan a la división. No hay peor error que confundir al enemigo.
ENTREVISTA A VANDOR PUBLICADA LA MECIONADA REVISTA AGOSTO 1964
EXCLUSIVO DE PRIMERA PLANA
Habla el “compañero” Vandor:
-¿Vendrá Perón este año.
-Desde luego. -¿Cómo reaccionarán las fuerzas armadas?
-Favorablemente. No les queda otra salida. Quien se oponga se arrepentirá.
—¿Sabe, Vandor, que la ocupación pacifica, disciplinada, de fábricas, según la ideó usted, es un hecho único en la historia sindical del mundo?
—Sé poco de historia. Prefiero vivir, trabajar para mañana.
—¿Qué pasará mañana?
—Soy un obrero, no un adivino.
—Usted, ¿se hizo en la marina?
—Estas manos empezaron a trabajar mucho antes, compañero. A los diez años le ayudaba a mi padre, que era chacarero en Bovril, Entre Ríos. Después, me empleé en la usina del frigorífico. Me fascinaban las máquinas.
Augusto Vandor habla pausadamente, como modelando cada palabra. Sus manos quietas buscan constantemente la compañía del cigarrillo. De perfil, recuerda a Perón cuando era coronel. Pero sus ojos son azules, de un azul agresivo, penetrante. Más que escuchar nuestras preguntas, las husmea ciertamente como un lobo. Nos separa un pequeño escritorio francés, sobre el cual apenas caben el teléfono, un cenicero, la agenda en blanco, un tintero automático, algunos anotadores y sus grandes manos quietas. A su izquierda, sobre la pared, hay un retrato autografiado de Perón, en el que se lee: “Al compañero Vandor, con todo afecto.” Esto y dos sillones es todo en su despacho del sindicato de los metalúrgicos.
—A los 16 años trabajé en la fundición Renaud, en Rosario. Recién en 1941, después que cumplí los 19, me enganché en la marina como aspirante a suboficial en la Escuela de Mecánica de la Armada. Llegué a cabo primero maquinista.
—Es cierto que lo echaron al sorprenderlo con un retrato de Perón?
—Prefiero que diga que me fui en busca de una mayor libertad. . .
—¿Cuándo comenzó su actuación sindical como peronista?
—Fue en los establecimientos Philips. Los compañeros me eligieron delegado de la fábrica. Ahí conseguí dos cosas: novia y cárcel. Elida Curone, que hoy es mi mujer, era obrera de la fábrica. La cárcel me tocó cuando cayó Perón. Fueron cuarenta y ocho días en la Penitenciaría y noventa en Caseros. Todavía no sé por qué, pero aprendí muchas cosas…
—¿Qué, por ejemplo?
—Que solo la unidad y la disciplina hacen a la clase trabajadora más fuerte que cualquier desgobierno apuntalado por bayonetas. Desde que en el 59 los compañeros me eligieron secretario general, estamos en esa tarea: unidad y disciplina…
—Se acusa al plan de lucha de tener, además de lo social y económico, un contenido político.
—Desde luego que lo tiene, porque la situación de fondo es política. Política, pero no partidista.
—¿Qué tiene que ver Perón con el plan de lucha?
—Absolutamente nada.
—¿Ni siquiera se le consultó?
—No, señor. Perón sabe que este es un asunto nuestro, gremial.
—Y político. Usted lo acaba de confesar.
—Pero no partidista. Anótelo.
—¿Y qué hay de Framini?
—Ahí está, bien.
—Se asegura que usted lo ha aniquilado.
Vandor enciende parsimoniosamente su tercer cigarrillo y levantando la mirada hacia el cielorraso, sonríe por primera vez.
—Es un invento. Entre nosotros nunca hubo lucha subterránea.
—¿Qué se hizo, entonces, de la línea dura?
—Déjese de líneas. Hay solo peronismo.
—¿Qué piensa de Illia?
—Que ni siquiera como médico le es útil a la República. Figúrese que el país está enfermo y el buen hombre no lo ha advertido. ¿Qué se puede esperar de un presidente que cuando lo agobian los problemas desaparece de la Casa Rosada y se va a tomar mate a la plaza San Martín?
—¿Usted cree que es Illia quien ha llevado al país a esta situación?
—Más bien pienso que la culpa la tiene el radicalismo.
—¿Cuál de los dos?
—Ambos. No sé dan cuenta que ha pasado el tiempo de los payadores, ni de que el radicalismo murió con Yrigoyen.
—¿Caerá Illia?
—O cambia de rumbo o cae.
—¿Y Perette?
—No lo conozco. Solo sé que es radical.
—¿Qué piensa de Frondizi, Vandor? ¿Tuvo, como dicen, algún contacto con él?
—En absoluto. ¿Para qué voy a hablar con un hombre que hace lo contrario de lo que dice?
—¿Ha tenido contacto con altos mandos de las fuerzas armadas?
—Desmiéntalo. Lo que sí puedo decirle es que mira con simpatía nuestro movimiento. El ejército es pueblo y siente las inquietudes del pueblo.
—¿Qué habría pasado si el gobierno hubiera dado orden al ejército de reprimir la ocupación de fábricas?
—Eso es imposible. No puede dar órdenes un gobierno que no existe.
—¿Cómo estima la actitud de la Iglesia?
—Lamentablemente algunas jerarquías de la Iglesia han estado ausentes, divorciadas de los trabajadores en lucha por sus aspiraciones. Pero no dudo que en un futuro cercano la Iglesia argentina ajustará su proceder a la maravillosa encíclica del papa Juan XXIII.
—¿Es anticomunista?
—Más bien diga que no soy comunista.
—Se lo ha vinculado a los nacionalistas de Tacuara. ..
—Es otra falsedad. Mi nacionalismo es puramente peronista.
—¿Qué piensa de la Tercera Posición?
—Sigo opinando que es la correcta.
—Un órgano periodístico dijo que usted visita con frecuencia la embajada de Estados Unidos.
—Nunca estuve allí. Los que me atribuyen esas visitas son sectores interesados en una determinada política. Soy respetuoso de la forma de vida de cada pueblo, pero sostengo que a nuestro país no le hace falta la tutela de ninguna potencia extranjera. Nuestros problemas debemos resolverlos nosotros.
—¿No cree que solo con una suculenta ayuda de Estados Unidos podremos salir del pozo?
—Jamás. Estamos en condiciones de organizar nuestra economía, sin perjuicio de acuerdos dignos que todo país joven necesita, pero jamás a través de préstamos o concesiones que afecten nuestra soberanía.
—¿Vendrá Perón?
—Desde luego.
—¿Este año?
—Sí señor, este año. Y esta no es ya una decisión de Illia, sino del pueblo que, se lo aseguro, anulará todo intento de reacción.
—Y las fuerzas armadas, ¿cómo reaccionarán ?
—No les quedará otra salida que reaccionar favorablemente. Quien se oponga, se arrepentirá, se lo aseguro.
—Si alguna vez su pueblo se lo pidiera, ¿aceptaría la candidatura presidencial?
—No tengo ambiciones personales.
—Pero supongamos que su pueblo se lo exigiera.
—El pueblo manda, compañero…
Revista Panorama
08/1964
Juan Blas Flores