Acuerdo Mercosur UNION europea y las graves consecuencias de la liberalización del comercio

Por Álvaro Fontana*

Creemos que debemos reflexionar sobre el alcance del acuerdo Mercosur- UE. Se lo esconde bajo la forma de un acuerdo de asociación birregional, pero en rigor se trata de un TLC de “nueva generación”.

Además está en sintonía con las ideas  que pregonan desde organismo internacionales como el FMI cuando difunden los  beneficios de la liberalización del comercio.

Por lo tanto, no solo se negocian reducciones arancelarias, sino que el acuerdo incluye toda una gama de disciplinas comerciales, tales como reglas de origen, aduanas y facilitación de comercio, barreras técnicas al comercio, medidas sanitarias, instrumentos de defensa comercial, así como otros capítulos y cláusulas que no tienen mucho que ver con el comercio. Puntualmente, son acuerdos de libre comercio que exceden los temas comerciales. Los otros aspectos contemplados en este texto incluyen la regulación de las empresas estatales, regulación de los subsidios, comercio de servicios y establecimiento de empresas extranjeras en los distintos territorios, compras públicas, propiedad intelectual, política de competencia, etcétera.

El tratado en sí mismo no contempla las disparidades en el nivel relativo de desarrollo entre las regiones e incluso entre países, con esta perspectiva representa entonces un grave impedimento para llevarlo a cabo.

Históricamente la  perspectiva del pensamiento económico latinoamericano, denominada “estructuralista”, parte de una discusión sobre los aspectos heterogéneos de las formaciones sociales latinoamericanas o, en otras palabras, las asimetrías de poder entre y dentro de las diferentes economías, sectores y regiones, que a su vez explican las razones para examinar los términos de intercambio entre las economías en cuestión.

Si ahora retornamos a la problemática de la “integración”, la perspectiva de la CEPAL va más allá de la imperiosa necesidad de inducir la “industrialización”, también están otras transformaciones estructurales. Aunque se puede argumentar que el movimiento de integración puede verse en términos de una serie sustituciones internas de importaciones por medio de procesos de industrialización locales, economías externas y principios de aglomeración, el elemento central siempre fue la transformación de las relaciones sociales dentro y entre las regiones y unidades de producción, crear “mercados” donde no existían y promover su articulación entre sí. A dicha evolución se le llamaba la “economía como un proceso institucionalizado”, por parte de los institucionalistas norteamericanos.

 CEPAL, dice que la integración es buena siempre y cuando los socios sean simétricos; en esas condiciones la integración puede dar lugar a beneficios mutuos. Ahora, si los socios que se están integrando son muy asimétricos, el acuerdo también debe serlo: el socio más desarrollado tiene que hacer muchas más concesiones, tiene que liberalizar mucho más que la región menos desarrollada, que tiene que hacer muchas menos concesiones. Es lo que se conoce dentro de la OMC como “trato especial y diferenciado” y representa uno de los principios fundamentales de las negociaciones entre países desarrollados y países en desarrollo.

Incluso quienes apoyan el acuerdo reconocen que algunos sectores productivos podrían perder participación de mercado o incluso “extinguirse” frente a las importaciones europeas que ingresarían con arancel cero no solo a nuestro país, sino también a los otros socios del Mercosur, lo cual significa que los exportadores argentinos a Brasil, por ejemplo, perderán la ventaja de la que disfrutan actualmente.

Esta sintonía es la que llevan a cabo y pregonan desde organismo internacionales como el FMI cuando difunden los  beneficios de la liberalización del comercio y para ello argumentan como en los hechos demuestran que para experimentar un crecimiento sostenido, la economía debe estar abierta al comercio y la inversión con el resto del mundo. En las últimas décadas, ningún país ha logrado mejorar sustancialmente el nivel de vida de los habitantes sin abrirse a los demás. De hecho, la apertura del comercio (acompañada de la apertura a la inversión extranjera directa) es un elemento importante del éxito de Asia oriental, cuyo arancel de importación promedio retrocedió del 30% al 10% en las dos últimas décadas.

Planteando  además que los más favorecidos por la liberalización del comercio son los pobres ya que los  generosos subsidios implícitos que brinda la protección del comercio –en muchos casos a intereses privilegiados limitados– no tienen lugar en los países en desarrollo. Y que además, el estímulo que aporta al crecimiento la apertura comercial suele incrementar el ingreso de los pobres más o menos en igual proporción al del conjunto de la población.

Hay que recordar además que la UE subsidia a sus productores agropecuarios y continuará haciéndolo, lo que implica que la competencia no será completamente “limpia”, basada en el libre juego de la oferta y la demanda. No, porque para entrar en vigencia el acuerdo debe ser ratificado por cada uno de los parlamentos de los 28 países que integran la UE y de los cuatro socios del Mercosur (aunque la parte comercial puede entrar en vigor de manera provisional con la ratificación del Parlamento Europeo, sin esperar a la aprobación de todos sus miembros).

En el acuerdo con la UE se eliminan los aranceles para 93% de las exportaciones del Mercosur y se otorga un arancel preferencial para casi todo el 7% restante; se establecen cupos o límites a las cantidades de determinados productos que pueden ser importadas con estos beneficios, por lo que la liberalización es acotada en algunos sectores, como el de la carne vacuna y aviar o el maíz.

El acuerdo permitirá a las empresas europeas vender sus productos industriales en un mercado hasta la fecha muy protegido, cuyos aranceles al automóvil, calzado y textiles eran del 35%, los de auto-partes del 14%-18%, los de maquinaria del 14%-20%, los de productos químicos del 18% y los de farmacéuticos del 14%-18%. En el sector agrícola, Mercosur también eliminará sus aranceles en productos como el chocolate (arancel actual del 20%), vinos (del 27%) y gaseosas (del 20% al 35%). También elimina aranceles del 28% para productos lácteos, que pasarán a ser administrados mediante cuotas. Esto será especialmente relevante para los quesos europeos. Asimismo, Mercosur se compromete a proteger 357 denominaciones de origen europeas, incluyendo el Jabugo español.

El tratado va Contra la posición histórica de toda la tradición latinoamericana sobre los procesos de integración a modo de ejemplo en el  período estructuralista, se señalaban entre otros aspectos las desfavorables relaciones “centro-periferia”, el deterioro de los términos de intercambio, el desequilibrio externo y la inflación estructural, la dinámica de sustitución de importaciones, la integración regional y la dependencia.

* Analista internacional, editor de patriagrande.com. Coautor del libro “La Patria Grande es el Camino. Parlasur” de Editorial Octubre.

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