Desensillar hasta que aclare: ¿Vicarios del “proyecto” de CFK o candidato de unidad del Peronismo?
El Frente de Todos ha estallado. Sería difícil precisar el momento. Tal vez con el inicio de la cuarentena. O con las cartas de Cristina. O durante el proceso electoral 2021. Tal vez con la firma del acuerdo con el FMI o con la renuncia de Martín Guzmán. O con el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner. Las alternativas son muchas más que esas. La cuestión de fondo es que en la Argentina hay cierta administración del Estado. Pero, desde hace rato, no hay más coalición oficialista. Y el gobierno es predominantemente testimonial.
Pese a todo, a nadie –ni oficialista ni opositor- le conviene una crisis institucional a pocos meses de las elecciones y del cambio de gestión. Siendo así, tampoco pueden pedirse milagros, como por ejemplo intervenciones oficiales firmes o control efectivo de la inflación. En la sociedad impera el sávese quien pueda. Algunos están mejor armados y le cargan los costos a las mayorías desválidas. Total normalidad en un año de recambio presidencial.
Si bien Alberto resignó la iniciativa gubernamental y en el PJ acaban de encargarle la gestión del proceso electoral a Gildo Insfrán, conserva aún cierta capacidad de fuego en su lapicera. Quienes aún lo rodean intentan aplicarla para romper el cerco cristinista y habilitar su propio futuro político. Por eso tanto el presidente, como Victoria Tolosa Paz y Santiago Cafiero salieron a desafiar a Sergio Massa a presentar su candidatura, para combatir contra su propio candidato, Daniel Scioli. Sabido es que el Ministro de Economía no está del todo decidido a competir en el presente contexto económico. Menos aún si debe afrontar una interna competitiva, que haría estallar definitivamente a la coalición oficial ya testimonial.
El “albertismo” tiene a su propio candidato: Daniel Scioli. Pensaban en Juan Manzur como vice, pero la decisión de la Corte sobre las elecciones tucumanas desactivó bastante esa fórmula. Tal vez pueda ser reemplazado por otro gobernador o por la propia Tolosa Paz. Nada está claro.
Ante el desafío del “albertismo” a Sergio Massa fue su cuñado, Sebastián Galmarini, quien afirmó que «si hubiera PASO con @CFKArgentina y @SergioMassa nadie alcanzaría la minoría, resulta llamativa la insistencia#.” Y sugirió: «Mejor que hablen los DT», aludiendo a la afirmación de Tolosa Paz de que Alberto y Cristina serían los «directores técnicos» que definirán las candidaturas.
Pero Cristina ya no será, tras su anuncio público del martes. Como Alberto, ya no tiene capacidad de gestión, pero sí de daño. Sin Cristina como potencial candidata, la posibilidad de una candidatura única de Sergio Massa naufragó. Pero su paso al costado no significa un “renunciamiento”, sino que es interpretado como una respuesta a la “proscripción” que le impuso el Partido Judicial. Ni piensa en correrse de la escena para posibilitar una reconfiguración política más potente. Hasta último momento querrá hacerle pagar a sus aliados su escasa disposición para tratar de evitar que ella terminara en esta situación.
Para tratar de conservar su centralidad Cristina inventó ahora la consigna “El candidato es el proyecto”. ¿Cuál? El que por ahora está en la mente de la vicepresidenta y que en grajeas comenzó a difundir en su carta de renuncia definitiva. De este modo podría ser la ideóloga de lo que vendrá en caso de un improbable triunfo electoral. También tiene a su candidato: Eduardo “Wado” de Pedro, quien también lo es de alguien ubicado históricamente en las antípodas de Cristina, Luis Barrionuevo, y del gobernador de La Rioja.
La política no convalida suplencias. A Daniel Scioli, en 2015, también quisieron ocultarlo tras el cartel de que “el candidato es el proyecto” y perdió. Héctor Cámpora salió eyectado a los pocos días de asumir en 1973. Alberto derrapó a poco de asumir. Para mantener su protagonismo Cristina pretende condenar a la Argentina a la anarquía y la declinación permanentes. Sería suicida que el peronismo no diera un paso al costado en la puerta del cementerio.
Como sello, el Frente de Todos caducó. Nadie podría sensatamente pedirle un voto a la sociedad en su nombre. Pero nueva denominación debería significar también nuevas alianzas. Las mentes afiebradas del Instituto Patria imaginaron que, sin Cristina y sin Alberto en la cancha, y sin mayores chances de que Sergio Massa sea candidato único, la fórmula apropiada sería “Wado”-Malena Galmarini. Un eufemismo para la que no pudo ser. Así “Wado” sería el alter ego de Cristina y Malena la de Massa. ¿Conseguiría englobar a todo el arco del Frente de Todos? Dificílmente. ¿Evitaría la interna? Menos aún.
Con su pretensión de seguir conservando a cualquier precio su hegemonía sobre el campo nacional y popular, Cristina está asfixiando la poca ilusión que sobrevive en un segmento de sus otrora amplísimas bases. Podrían ser consultados Amado Boudou, a Julio de Vido, a Luis D´Elia, a Milagro Sala y muchos más sobre su lealtad hacia quienes se jugaron en su nombre.
Ahora las cosas parecen ser muy diferentes: con el hundimiento del Frente de Todos no queda en claro cuál será el rumbo del Frente Renovador, ni tampoco cómo orientará el armado de Gildo Insfran, en representación de los Gobernadores peronistas, mientras que la candidatura del ninguneado Daniel Scioli cobra adeptos entre las bases a pasos agigantados y muchos apartados o autoapartados, como Guillermo Moreno, Juan Manuel Urtubey, Alberto Rodríguez Saá, Juan Schiaretti, Graciela Camaño, y tantos otros se ilusionan con la resurrección del peronismo. Del de Perón, no del impostado por la farsa socialdemócrata.
Las próximas semanas resultarán determinantes. ¿Qué surgirá en reemplazo del Frente de Todos? ¿Qué adhesión tendrá “el proyecto” al que alude Cristina? Porque proyectos sólidos los hay, diferentes pero de excelente factura, como el que presentó hace tiempo Soberanxs -que hoy levanta la precandidatura presidencial de Gabriel Mariotto-, o el más reciente de Guillermo Moreno: tienen una matriz común, su raíz peronista; también tienen sus diferencias, aunque no resultan insalvables, ni mucho menos.
Aunque el debate interno para definir un proyecto común se impone, la vicepresidenta sigue mirando para otro lado y no los toma en cuenta hasta ahora. Sigue pensando que “Ella es el proyecto”. Trágica pretensión para quien experimenta el 70% de rechazo en las encuestas. ¿Recapacitará? Ojalá.
La crónica de los últimos años demuestra que Cristina estuvo ausente cuando hizo falta y multiplicó su presencia pública cuando simuló dar un paso al costado. Como el perro del hortelano. Sería hora del que el peronismo, si realmente ha conseguido sobrevivir a su enajenación cristinista, se ponga los pantalones largos y asuma su responsabilidad ante la sociedad. Desde los gobernadores que han sabido renovar el reconocimiento popular a los referentes de un kirchnerismo que escapó espantado o que fue expulsado por su determinación de no resignar sus valores para caer en la obsecuencia.
En las recientes elecciones provinciales el peronismo demostró su vigencia en varias provincias. Claro está que se trata de un peronismo más federal que nacional. ¿Podrá reconstruirse la Liga de Gobernadores para articular un proyecto general para las próximas elecciones? El desafío es enorme. Pero, aún así, entraña la única dosis de esperanza que ha conseguido sobrevivir en la Argentina.
Fuente: ¿El candidato es el proyecto? en transición