Pensando agendas para la reconstrucción del movimiento nacional. Por Omar Autón

Escribo esto antes del domingo 13 de agosto, en que los argentinos definiremos quiénes son los candidatos que competirán en las elecciones de octubre, y estoy convencido que cualquiera que fuera el resultado, o los resultados, de ninguna manera invalidarán las ideas u opiniones que aquí se viertan y que seguramente seguiré desarrollando luego de dichas elecciones.

Si coincidimos en que estamos viviendo un doble desafío, por una parte el coyuntural, aunque no por eso secundario, que consiste en poner todos nuestros esfuerzos y capacidades para lograr una victoria en las elecciones de octubre y poner en marcha una etapa de reconstrucción nacional y al mismo tiempo otro desafío, estratégico en este caso, que consiste en la reconstrucción del peronismo y del movimiento de liberación nacional, para retomar un proyecto y un modelo acorde con la herencia que nos legara el General Perón, hay que hablar de cómo y qué debemos hacer, para ello.

Mucho he hablado a lo largo de artículos, publicaciones, mi libro inclusive, de encontrar señales, debates, reflexiones, incluso autores cuyas obras a lo largo de muchos años contienen un bagaje imprescindible para pensar el hoy y, fundamentalmente el mañana.

Voy a intentar, en este artículo, hacer nuevos aportes a eso, desde cuestiones que, a mí entender, son prioritarias, son imprescindibles para no volver a errar o para asegurar un camino correcto, más allá de errores o dudas circunstanciales, hasta cuestiones puntuales que constituyen desafíos ineludibles.

Retomar la lucha por la Unidad Nacional

Nadie ignora que por nuestro carácter semicolonial hay un sector de los argentinos que actúa como verdadero “ejército de ocupación colonial”, lo hemos denominado Oligarquía, sin adjetivos (Ganadera, financiera, comercial) ya que en su definición abarca a esos subsectores y además nos permite no estar aclarando permanentemente. Tienen un interés de sector que los lleva a actuar como socio menor de los imperialismos de turno.

Han conformado, además, un aparato cultural que legitima la condición semicolonial y les acerca el apoyo de sectores de clase media, intelectuales, artistas, que por convicción o por ser aceptados por el establishment del pensamiento, son funcionales al interés de esa oligarquía.

Ahora bien, esos sectores han sido, históricamente minoritarios, con real poder de daño, pero minoritarios, tan así que su llegada al gobierno sólo podía darse a través de la intervención de las Fuerzas Armadas en los conocidos golpes de estado a lo largo del siglo XX o bien de la lisa y llana proscripción de los movimientos populares, el Yrigoyenismo y el Peronismo.

Estos cuarenta años de democracia han visto surgir una nueva realidad, al menos en términos electorales, el peronismo, última y más moderna expresión de ese movimiento nacional, ha experimentado ser derrotado en numerosas elecciones o ha tenido que conformar frentes electorales, muchas veces demasiado “heterogéneos” o claramente circunstanciales para obtener la victoria.

El Yrigoyenismo y el Peronismo fueron claramente mayoritarios porque supieron ver la realidad del país e interpretar los deseos, necesidades y expectativas de la mayor parte del pueblo argentino, los trabajadores (pequeños y medianos empresarios y comerciantes, productores agrarios, profesionales, industriales y o de servicios), hombres y mujeres, jóvenes y no tanto, que querían vivir con dignidad, acceder a su casa, salud y educación asegurada para toda la familia, descanso y vacaciones, un futuro medianamente previsible, vivir sin sobresaltos y sin angustias cotidianas. Supieron representar a quiénes tenían eso y querían defenderlo y a quiénes no lo habían alcanzado y deseaban llegar a ello, y cuando eran gobierno lo hacían, esos sueños eran “La realidad efectiva”.

¿Qué ha pasado en estos cuarenta años de democracia?, ¿Han cambiado los sueños y aspiraciones de nuestra gente?, ¿Tienen todo aquello asegurado y entonces ya no nos necesitan como expresión?, ¿Está tan alienado nuestro pueblo por la propaganda y la acción de los medios de comunicación que ha perdido sus valores e ideales?

Me adelanto a afirmar que nada de eso es verdad, es la realidad, no confundamos las cosas, que nuestro pueblo ve como imposible el acceso a aquellos sueños que conocieron y vivieron sus mayores es verdad, que pueden haber cambiado algunas expectativas y aspiraciones también es cierto, que la acción de los medios de comunicación (aplicaciones y plataformas digitales incluidas) es alienante, fragmenta la comunidad, fomenta individualismos y sentimientos asociales, también es real, pero no es lo único que hay si sabemos mirar.

Nuestro pueblo sigue siendo gregario, solidario, sabe que necesita organizarse y lo hace, quizás lo que no encuentra es la expresión política que represente hoy y aquí sus necesidades, hable su idioma, viva como él, piense y sienta como él y por ende constituya la fase superior de su organización, su auténtica expresión.

Sin embargo, ¿como es posible que la pretendida dirigencia (me incluyo en ella) contribuya a la fragmentación?, dividiéndose, insultando a quién hasta ayer era un compañero, convirtiendo en enemigo no sólo a los adversarios sino a quiénes no están dispuestos a aceptar como verdad consagrada sus manuales de “corrección política”, ¿alguien puede creer que cualquier argentino, agobiado por salarios que no alcanzan, obligado a trabajar 10 o 12 horas diarias, viajar mal, angustiado por el futuro de sus hijos al que no le puede pagar sus estudios, ayudarlo a tener su primer departamento, aunque sea alquilado, temeroso por la falta de seguridad creciente, tiene ganas de llegar a su casa para sentarse a ver la catarata de improperios, descalificaciones, anatemas, que desatan unos frente a los que, hasta ayer, eran sus amigos, compañeros o aliados?

Perón, derrocado por un golpe llevado a cabo por sus propios compañeros de armas, agraviado y denunciado por quiénes hasta unos días antes del golpe se desgarraban las vestiduras gritando “La vida por Perón”, que vió asesinar a su pueblo el 16 de junio de 1955 y a sus camaradas leales en 1956, regresó en 1972 enunciando que “Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”, se abrazó a Ricardo Balbín y se reunió con Frondizi, Solano Lima, Oscar Alende, que habían sido golpistas y apoyado a la llamada Revolución Libertadora. Es más, muchos de ellos formaron parte del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) que llevó a Cámpora y luego a él mismo al gobierno de la Nación.

Cuando al Papa Francisco le preguntan ¿Quiénes son parte de la iglesia? Responde TODOS, y hace pocos días se lo hizo repetir a decenas de miles de jóvenes en Portugal, insiste que nadie tiene el poder de aduana o migraciones para decir este sí y éste no, como dijo Jesús “El que esté libre de pecados que tire la primera piedra”.

Si somos conscientes que los enemigos de la patria, que los hay obviamente, especulan con la división, con la fragmentación del pueblo argentino, toda conducta que no sólo nos divida sino que expulse del “paraíso de los pocos” a los que dudan, tienen diferencias, cuestionan o manifiestan disidencias puntuales o más generales, ¿no es trabajar en favor de los enemigos de la patria?, para quiénes formamos parte de una generación que llegó a discutir las acciones y decisiones de Juan Domingo Perón, nos asombra e indigna escuchar “A (pongan ustedes el nombre del líder o lideresa de turno) no se lo discute”.

Hemos dejado sin representación no sólo los sueños de nuestro pueblo, hemos hecho lo propio con su enojo o rabia frente a la injusticia cotidiana, si al que sufre frente a la inseguridad le respondemos “es una sensación”, al que no puede alquilar que “es un problema mundial”, al que no puede estudiar o no accede a una educación adecuada que “es una crisis que lleva muchos años”, ¡cómo podemos asombrarnos luego que vote a expresiones violentas o desaforadas!

¿Es que hemos perdido la capacidad de sentir como un compañero al que corre 24×24 y de lunes a lunes en una moto o bicicleta para una app de reparto, usa su auto para traslado de pasajeros por otra aplicación, arma su pequeño proyecto desde su casa, con su computadora o lo hace con un grupo de amigos? No sabemos escuchar, repetimos hasta hartar discursos progresistas que descalifican, subestiman y estigmatizan a quiénes solo tratan de tener un lugarcito bajo el sol en un país al que hemos sumido en la angustia, la desesperanza y la desilusión a partir del fracaso, obvio, del liberalismo trasnochado del Cambiemismo, y el progresismo tibio, mediocre y repetidor de “frases célebres” de pensadores a quiénes la mayoría no conoce u olvidó y que parece es lo único que tenemos para que tengan ganas de darnos su voto.

En primer lugar, tenemos que recuperar el apotegma originario, “para un peronista no debe haber nada mejor que otro peronista”, porque hace años que venimos partiéndonos en pedazos y además lo hacemos en medio de insultos y descalificaciones. Hoy hay “peronistas” en todas las listas de candidatos, ya sea porque quedaron sin espacio interno o sin posibilitar de ocupar cargos expectables en las listas de los frentes electorales conformados a partir del Partido Justicialista.

En 1995 el candidato oficial, Carlos Menem enfrentó a una lista encabezada por José Octavio Bordón y Carlos “Chacho” Álvarez, ambos peronistas, en 1999, Eduardo Duhalde es derrotado por Fernando de la Rúa, a quién acompañaba Chacho Álvarez, en el 2003 fuimos en tres listas, la de Menem, la de Kirchner y la de Adolfo Rodríguez Sá, en 2005 el Frente para la Victoria se enfrentó al Peronismo Federal integrado, entre otros por los PJ de Buenos Aires, La Rioja y Sgo. Del Estero, en 2013 en la Pcia de Buenos Aires el Frente para la Victoria es derrotado por el Frente Renovador, encabezado por Sergio Massa (hasta poco tiempo antes Jefe de Gabinete del gobierno del Frente para la Victoria), en 2017 se enfrentaron el Frente Renovador, Unidad Ciudadana y en muchas provincias, el Justicialismo, en estas elecciones se presentaron por separado Unión por la Patria, Principios y Valores (Guillermo Moreno) y Hacemos por Nuestro País (Schiaretti, Randazzo, Bossio y Duhalde).

Podríamos incluir la larga lista de exfuncionarios menemistas hoy candidatos del macrismo Rodríguez Larreta, Santilli, Ritondo, etc.

Es hora que dejemos dos cosas en claro, los que acompañen partidos o frentes que sustenten el endeudamiento externo, la eliminación de derechos laborales y/o sociales, el alineamiento incondicional con la potencia de turno, NO es peronista, nadie que vulnere la doctrina peronista lo es, más allá de que se autotitule de tal.

El resto tiene que resolver sus diferencias políticas, personales y/o sus ambiciones en las internas partidarias, las PASO son un engendro fallido pero de última es lo que hay y hasta tanto recuperemos el derecho de los afiliados a elegir las autoridades partidarias y candidaturas en internas partidarias, es donde hay que definir quién conduce y quién acompaña, toda acción divisoria ya sea porque se impide participar o presentarse a esas internas o porque se elige ir por fuera para aprovechar las confusión que genera esta proliferación de listas, ha dejado de ser peronista, ha olvidado aquello de “Primero está la patria, después el movimiento y por último los hombres”.

Tenemos una doctrina, tenemos las 20 verdades que ponen claridad ante cualquier duda, no necesitamos más nada, es cuestión que todos y todas muestren la lealtad necesaria para resolver las internas fratricidas.

Luego de ello, hay que reemplazar el apotegma citado por el de “Para un argentino no debe haber nada mejor que otro argentino” e ir al encuentro de nuestros y nuestras compatriotas, alguien que piensa distinto no es un enemigo ni merece ser agraviado, si nos queda algo de patriotismo esas diferencias deben resolverse dialogando, encontrando puntos en común, no puede haber diferencias insalvables cuando hablamos de las preocupaciones, deseos y expectativas de nuestro pueblo, los ideologismos inútiles y sectarios deben ser superados, somos un mismo pueblo y encontraremos un destino juntos o sufriremos la desintegración nacional.

Tenemos que ir a cerrar las heridas con miles de compatriotas a los que hemos insultado (“globoludos”), despreciado (“burros”, “Idiotas”, “clasemierda”), cuando quizás los burros o mediocre fuimos nosotros, demasiado ensimismados en nuestra “brillantez intelectual”, nuestros debates de agrupación universitaria, nuestra prístina impolutez ideológica, como para decodificar los mensajes que nos han estado mandando y no oímos o no dimos importancia.

Tenemos que ir nosotros porque fuimos los que al no comprender la realidad más allá de nuestras lecturas, nos alejamos de aquellas y nos quedamos con estas, que además nos permitían dormir en paz con nuestras concepciones teóricas, y los agredimos, los abandonamos, los dejamos sin nuestro abrazo, nuestra escucha, nuestra palabra amiga.

No existe posibilidad alguna de construir un destino común de felicidad, la felicidad posible en este mundo tan complicado, sin la UNIDAD NACIONAL, es claro que habrá quiénes no quieran sumarse, los que mencioné al principio seguramente se alinearán en las filas de la antipatria como pasó a lo largo de nuestra historia.

Sin embargo, dejemos muy en claro que esa será una consecuencia de la historia y del camino que elija el pueblo argentino, no de ninguna secta, sector, líder o grupo interno, es más, es muy probable que algunos que hoy transitan por nuestra misma vereda crucen, disconformes con el camino elegido, porque no coincida con su visión, sus lecturas de la realidad o incluso con sus ambiciones personales, porqué no decirlo,

Pero el proyecto que nos convoque a esa unidad será la síntesis de los deseos, necesidades y esperanzas del conjunto del pueblo argentino, será la expresión vital y actual de su historia y experiencia, y estaremos llamados a cuidarlo, acompañarlo y enriquecerlo, desde el lugar que nos toque para que no haya nuevos retrocesos.

meridiano20.wixsite.com

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