Los curas villeros y su prédica son parte de la Iglesia argentina. Por Walter Peña
Aquellos que menosprecian a los curas villeros o a los laicos que acompañamos la lucha por aplicar la Doctrina Social de la Iglesia para todas y todos, tienen una memoria muy disminuida o sectorizada.
Estamos en un tiempo de elecciones que coinciden con los 40 años de democracia ininterrumpida que venimos transitando en nuestro país. Una democracia que promovió tanto conquistas sociales como más y mejor salud y educación pública en la construcción de una sociedad más participativa y comunitaria. Y claramente, a todos nos preocupan las consecuencias sociales, existenciales y económicas que nos atraviesan.
En este contexto, fueron tomando estado público algunos comentarios adversos sobre la conveniencia y oportunidad de que la Iglesia y/o los sacerdotes se involucraran vertiendo opiniones políticas sobre la coyuntura que —sabemos— incluyó insultos y denostaciones al propio Papa Francisco.
Me quiero remontar a los tiempos de la gestación de nuestra Constitución (1853) y recordar a una figura destacada de nuestra historia: Fray Mamerto Esquiú (1826-1883), religioso franciscano, beatificado en el año 2021 y camino a la santidad. Siempre estuvo cerca de los más necesitados y vulnerables, atento al bien común por encima de lo individual. Supo comprender, con hechos y palabras, la unión y desarrollo de nuestra Patria. Sacerdote y luego obispo, se involucró en la política de su época y desde allí buscó y provocó el entendimiento y la unidad de su pueblo, a partir del famoso “Sermón de la Constitución”. El texto del sermón fue impreso y difundido por decreto del Presidente.
Nuestra historia registra muchos casos de religiosos y laicos que entregaron sus vidas por la justicia social y la unidad de la patria. Aquellos que menosprecian a los curas villeros o a los laicos que acompañamos la lucha por aplicar la Doctrina Social de la Iglesia para todas y todos, tienen una memoria muy disminuida o sectorizada. Somos contemporáneos de un candidato a la presidencia cuya herramienta más usada es su verborragia —casi verborreica— para agredir e insultar. Y con esas maneras y frases efectistas pretende llegar a máxima magistratura del país…
No nos dejemos engañar por falsos profetas o seguidores de consignas cargadas de odios y falta de escucha. La agresión nunca es solución y mucho menos para los indefensos. La Pastoral de las villas y los barrios populares comparte con cercanía y cariño las luchas que día a día dan los vecinos y vecinas en el cuidado la vida, plantando cara a las carencias y valorando lo que significa un Estado presente y una comunidad organizada.
La misa que celebraron los curas villeros junto a laicos, creyentes y no creyentes, en desagravio a los ultrajes al Papa Francisco el pasado 5 de septiembre, se alzó como gesto claro de una Iglesia que se expresa desde la oración. Iglesia que fue portavoz de los cientos de miles de feligreses que se vieron representados con la presencia en el altar de más de 70 sacerdotes que firmaron el documento que compartieron al final y las casi 10000 personas que llenaron las calles de las inmediaciones de la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé, en Barracas. El Papa Francisco se merece poder llegar a una Argentina que —aun en el disenso— festeje al argentino más reconocido en nuestro mundo actual.
Reflexionemos. Busquemos siempre el bien común a través del amor al prójimo. No perdamos ni dejemos que destruyan lo que venimos consiguiendo para nuestros barrios más humildes, recordemos el esfuerzo y vidas que quedaron en el camino.
Por 40 años de democracia sin agitadores payasescos que impulsan métodos que nos pueden llevar al abismo.
Por 40 años de democracia cuidando la tierra, nuestra casa común y la vida de los más débiles y marginados.
Por una comunidad organizada que, con alegría, siga contribuyendo, compartiendo y distribuyendo soberanía y justicia social en toda nuestra Patria.
El autor de la nota es director, guionista, productor audiovisual y fundador de Pastoral Villera.
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