¿Base militar norteamericana en Uruguay?
Por Luis Vignolo
El Acuerdo militar de Uruguay con Estados Unidos que define el “apoyo a operaciones en Bases (y la construcción correspondiente a ese apoyo)” fue aprobado en la Comisión de Asuntos Internacionales integrada con Defensa Nacional, mediante los únicos votos favorables de la coalición de la derecha gobernante, a pesar de la postura contraria del opositor Frente Amplio.
El Acuerdo que abre las puertas a las Bases fue votado afirmativamente por cinco de los nueve senadores presentes, en la sesión del miércoles 13 de diciembre pasado. Apoyaron el proyecto, parlamentarios del Partido Nacional, del Partido Colorado y de Cabildo Abierto.
Fueron invitados a exponer ante la Comisión tanto el ministro y el subsecretario de Defensa Nacional como el subsecretario de la Cancillería, debido a las dudas que tanto la oposición como algunos integrantes de la coalición oficialista manifestaron respecto del tema de las Bases.
El Ministro de Defensa, García, dijo que había en la sesión la “intención de profundizar” sobre el “apoyo a operaciones en Bases…”, y agregó “varios senadores asienten para que me centre en este punto”. Negó a continuación que se habilitara la instalación de una base militar extranjera en Uruguay. Recordó y reivindicó la posición histórica de Luis Alberto de Herrera contra la instalación de Bases de Estados Unidos en Laguna del Sauce, a mediados del siglo XX. Daba a entender así que en el Partido Nacional mantenían esa postura.
Sin embargo, García, al comenzar su discurso, mencionó el Convenio de Defensa entre Uruguay y Estados Unidos de 1953, destacando los 70 años de “cooperación” militar entre ambos países. Curiosamente, o muy deliberadamente, García no recordó la muy enérgica oposición de Luis Alberto de Herrera al Convenio militar con Estados Unidos de 1953. Oposición compartida, con aquél lejano y olvidado herrerismo, por Carlos Quijano desde el semanario “Marcha”, así como por comunistas y socialistas. El ministro hizo gala de una memoria histórica muy selectiva sobre Herrera, funcional a la postura panamericanista pro-estadounidense del actual “herrerismo” y sus socios colorados y cabildantes en el gobierno.
García volvió a insistir, como lo había hecho antes, en la interpretación de que el “apoyo a operaciones en Bases (y la construcción correspondiente a ese apoyo)” puede referirse, por ejemplo, al apoyo de Estados Unidos a una Base uruguaya en misión de paz en el Congo.
Interpretación diferente y contradictoria con la que formuló el por entonces senador Gustavo Penadés (especializado entre los parlamentarios del Partido Nacional en temas de Defensa) cuando en el 2022 afirmó que sería para construir una Policlínica como la de Santa Catalina.
Es importante detenerse en estas contradicciones porque el subsecretario del Ministerio de Relaciones Exteriores durante su intervención “abrió el paraguas”, frente a la posibilidad de que se pusieran en práctica otras interpretaciones del Acuerdo, diciendo: “Inclusive, ante el escenario de máxima siempre estaría habilitado este Poder (el Legislativo), o incluso el Poder Ejecutivo para decir que lo que quizás se interpretó en un acuerdo como tal, no es así”.
De modo que integrantes del actual Poder Ejecutivo reconocen que podrían existir otras interpretaciones, aunque las rechacen. Luego el mismo subsecretario expresó: “podemos tener la subjetividad del análisis del texto que, básicamente, puede ser infinito”, y volvió a reiterar la referencia a la subjetividad de la interpretación infinita, sin darle trascendencia.
Quedaron sin respuestas adecuadas las valiosas interrogantes planteadas por los senadores frenteamplistas Sandra Lazo y Daniel Caggiani. Nos detendremos en las mismas en un próximo artículo. Por ahora destacamos las referencias de Caggiani a la estrategia disuasiva de Estados Unidos; la grave duda acerca de si “los acuerdos de operaciones concretas que se puedan realizar se harán por un acuerdo de implementación, que no va a ser conocido por el Parlamento”; o los problemas con otros países como China. También Lazo puso énfasis en la preocupación que provoca la mención en el Acuerdo a las “circunstancias imprevistas o situaciones en la que una de las partes pueda requerir Apoyo Logístico”, en función de los intereses de Estados Unidos.
Corresponde recordar que el propósito estadounidense de instalar una Base militar en Uruguay viene al menos desde el siglo pasado, como recordaron García y Lazo con sus referencias a la oposición de Herrera a esa iniciativa norteamericana. Suele sin embargo olvidarse que entre noviembre y diciembre del 2018 tuvimos una Base militar temporal de Estados Unidos en el aeropuerto de Carrasco, durante la Cumbre del G20 organizada en Argentina. No en vano Vivian Trías definía al Uruguay como una semi-colonia, condición compartida con otros países de nuestra América Latina balcanizada.
En el pasado reciente se escribieron libros de historia del Uruguay titulados, por ejemplo, “De la colonia al MERCOSUR”. A menos que haya transformaciones profundas, no solo electorales sino de orientación estratégica, en el futuro próximo habrá que escribir libros sobre la peripecia uruguaya que se titulen: “De la semi-colonia a la colonia del siglo XXI”.
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