La única política es la confrontación. Por Gabriel Sanchez
“Un pueblo cansado termina buscando un mesías, no un gobernante”
Confucio
Milei no necesita un plan económico, no necesita el consenso en el congreso, ni con los gobernadores, lo único que tiene que hacer es sostener la narrativa del “mesías”. El presidente al igual que Trump, Bolsonaro o cualquier otro líder de derecha radicalizada necesita un enemigo, que en las mayorías de los casos son enemigos invisibles, “el estado profundo”, en Estados Unidos o “la casta”, en Argentina, todo esto es parte del manual de acción de estas clases de lideres.
Natasha Strobl, en su libro “La Nueva Derecha”, habla del “conservadurismo radicalizado”, señalando la diferencia entre el conservadurismo clásico, que se concentraba en mantener todo como estaba, el poder en las manos de siempre, conservar el sistema económico y el de las ideas. En cambio el conservadurismo radicalizado viene a abrir grietas, a magnificar las diferencias, plantea una batalla cultural; y en términos más profundos una guerra mitológica entre el bien y el mal.
“Podría disparar a la gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”, había dicho Donald Trump en 2016, y acá está el punto, ya que estos movimientos totalitarios se nutren de la polarización extrema, cuando Milei trata a la oposición de “ratas”, “hijo de putas”, cualquiera pensaría que esto le haría perder apoyo social, pero es exactamente lo contrario. Lo que está haciendo es dar mayor peso a su discurso mitificado.
El fascismo, dice Strobl, se nutre del pasado glorificado, ir al futuro para volver al pasado. Ese pasado donde todo era mejor, “hacer a América grande otra vez”, como dice Trump o el anhelo de Milei de volver a los años 1800. Pero para volver al pasado primero hay que acabar con los enemigos que son los culpables de la actual crisis.
Poco importa si Trump defiende la industria y Milei la destruye, lo que tiene en común es que le dieron a la sociedad desahuciada un culpable de todos los males. En Estados Unidos son los movimientos antirracistas, en Europa los inmigrantes musulmanes, en Argentina la casta, pero todos ellos comparten un odio en común: “El socialismo”.
En esta guerra del bien contra el mal, se está permitido todo para acabar con el enemigo, por eso Milei podría cerrar el congreso mañana mismo y sus fieles seguidores sólo aplaudirán, porque todo está permitido en esta guerra imaginaria. “Mirar el mundo desde el lado de los bueno y malos, no sólo es la base del antisemitismo, sino de toda teoría conspirativa, la visión del mundo que hay detrás es facil de entender: La bruja es la mala siempre, así de simple”, Strobl.
La falta de respuesta de los partidos tradicionales se deben a que las nuevas derechas rompieron con el esquema político clásico y para lograrlo paradójicamente se inspiraron en el marxista Antonio Gramsci y su concepto de “hegemonía cultural”, donde tomar el poder no es el primer paso, sino el último, primero hay que buscar una amplia aceptación social y para eso se valieron de las redes, la penetración cultural fue a base de memes y videos virales.
El proceso de desmocratización es un hecho, la tarea de Milei está completa, dio a la sociedad un enemigo imaginario: Los políticos corruptos, los intelectuales cómplices, los artistas ensobrados, los vagos que viven de la gente honrada y trabajadora. Toda una sociedad hundida en una cacería permanente de “zurdos”, mientras se hace más y más pobre cada día.