Aquel 23 de marzo de 1976 en Córdoba…

por Carlos Alberto Del Campo – Presidente de la Junta Provincial del FIP Córdoba 1979/1989

El martes 23, en horas de la tarde-noche, junto a José Eduardo Rosenheck, integrantes ambos de la conducción del FIP-CÓRDOBA, nos propusimos ir a entrevistarnos con sectores gremiales y políticos con los que actuabamos públicamente en defensa de la presidencia de Isabel Perón. En los días previos, desestimando riesgos, realizábamos pintadas en la ciudad advirtiendo la inminencia de un golpe, uno de las más nefastos de la historia argentina con abierta represión política y el terrorismo demencial. El titular del partido, Jorge Abelardo Ramos, había señalado claramente que se trataba de la continuidad del 16 de septiembre de 1955 para imponer una fuerte reorientación económica. (a las 3 de la mañana del 24 las FF.AA. se hicieron cargo de los medios para anunciar la medida).

En las visitas realizadas fue fácil advertir la desolación absoluta de las fuerzas nacionales y la indefensión del gobierno que había entregado la radio y TV pública a representantes de partidos opositores. La estadística señala que solo en 1975 hubo 860 víctimas de atentados terroristas, sumados los de la guerrilla y la represión ilegal. Solamente en Córdoba se vivieron horas de terror con 15 asesinatos en una semana de enero.

La prensa del FIP señaló que después del golpe del 24 de marzo de 1976 nada sería como antes. Al decir de Maristella Stampa “se abrió un período completamente nuevo cuyas consecuencias multiformes fueron visibles en la década siguiente, tanto a nivel de la estructura social como en la conciencia política de los argentinos”

Se trataba de desmontar el sistema industrial del peronismo y la Justicia Social. Rápidamente, el día 29, fue elegido Jorge Rafael Videla como primer presidente de facto. Ese mismo día, el Fondo Monetario Internacional –el ahora venerado FMI- aprobó un importante préstamo para la Argentina; los países centrales, liberales y socialdemócratas, reconocieron rápidamente a la flamante dictadura militar.

Las consecuencias fueron la continuación del terror y el crimen, miles de secuestrados y “desaparecidos” y el propósito de poner fin a la economía nacionalista mediante una política de estabilización y ajuste.

Las consecuencias de la tremenda “grieta” histórica aún no es asumida por los protagonistas (mal llamados de derecha e izquierda). Con un nuevo relato pretenden soslayar las consecuencias de sus propios actos.

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