Rafael Grossi o cómo desprestigiar el desarrollo nuclear argentino
Por Horacio Paccazochi
Este diplomático, sin ningún titulo científico, que preside la OIEA, (Organización Internacional de la Energía Atómica), y que aspira a ocupar la Secretaría General de la ONU, ha enlodado el destacado lugar ocupado por la ciencia nuclear argentina en el mundo.
Ya en la guerra de Ucrania había sido cuestionado por parcialidad cuando las fuerzas ucranianas atacaban la Central Nuclear de Zaporiyia, custodiada por el ejército ruso, diciendo que “no sabía de donde provenían los ataques”; y últimamente informes que ha dado a conocer la inteligencia iraní lo ponen recitando un panfleto elaborado por Israel en donde se alude a la elaboración de una bomba nuclear por parte del país persa y en lo que se funda, tres días después, el ataque a Irán. Ataque que conto con atentados terroristas de altos jefes militares y de científicos nucleares iranies asesinados junto a sus familias.
Fundamentación esta esgrimida por Israel desde hace treinta años según la cual siempre Irán estaba próximo a fabricar una bomba nuclear, sin decir que estos están adheridos al Tratado de no Proliferación de Armas Atómicas y se somete a repetidas inspecciones por parte de la OIEA, no así Israel que no lo suscribe y esconde en el Centro de Investigación Nuclear Neguev alrededor de 400 cabezas nucleares.
Sin adentrarnos, por ahora, en el conflicto de Medio Oriente queremos resaltar la actitud parcial de este funcionario argentino que da por tierra con la tradición del país de impulsar el desarrollo pacífico de la energía nuclear, iniciada en los primeros gobiernos peronistas y continuada magistralmente por el Vicealmirante Castro Madero una figura olvidada por liberales anti científicos y progresistas antimilitaristas.
Cabe recordar que Castro Madero cuando el gobierno de Jimmy Carter condicionaba la entrega de Uranio enriquecido a los países que no firmaran el Tratado de no Proliferación, como Argentina, impulso la Planta de Pilcaniyeu para enriquecimiento de Uranio, y en 1983 anunciaba desde allí el enriquecimiento de dicho elemento por difusión gaseosa. También fue el principal impulsor del INVAP la empresa estrella de la ciencia aplicada en el país.
En síntesis, una figura que todavía espera el justo reconocimiento a su brillante labor en favor del desarrollo científico del país, y que fuera contratado, luego de su paso por la presidencia de la CNEA, como científico por la Organización Internacional de la Energía Atómica.
El Almirante Massera su superior, pero no su jefe, le había prometido “que terminaría como portero de la CNEA, cuando el fuera presidente”. La historia nos evitó ambas desgracias.
Resumiendo podríamos decir que entre Grossi, que solo aspira a subir en la burocracia internacional haciendo favores a los poderosos de Occidente, y el Presidente Milei alineado con Israel, nos ponen en una situación sumamente incomoda y peligrosa reñida con la tradición científica y pacifista de la República Argentina. Reclamamos entonces la reafirmación del Plan Nuclear Argentino, y la vuelta a la doctrina internacional de no alineamiento del país.