Análisis del libro de Martín Ribadero: “Tiempo de profetas: Ideas, debates”
Por Fernando Pita
El libro que aquí comentamos, “Tiempo de profetas: Ideas, debates y labor cultural de la izquierda nacional (1945-1962)” es el resultado de una tesis doctoral, dedicada a abordar la obra y el rol de publicista de Jorge Abelardo Ramos. Permite explorar una corriente aún poco investigada en los estudios académicos: la autodenominada “izquierda nacional”. Su eje es hacer una historia intelectual de Ramos analizando sus escritos y su labor editorial, sobre la base de que éste fue el exponente más conocido y quizás el difusor más importante de la izquierda nacional. El libro aporta a un estudio que hasta el momento se había centrado en aspectos intelectuales e historiográficos del impulsor de aquella corriente, por ejemplo, en los trabajos de Acha, Acha y Eidelman, Summo y Regali, entre otros. Salvo este último autor, en general no se habían considerado los aspectos ligados a la faceta de las organizaciones políticas que se estructuraron en torno a Ramos.
Ribadero discute una aseveración de las investigaciones académicas, la cual engloba a diversos autores de izquierda nacional o nacionalismo marxista como “un colectivo homogéneo”. En la introducción define a la corriente en la que se encuentra Ramos como izquierda nacional o “nacionalismo marxista” junto a Arturo Jauretche, Juan José Hernández Arregui y Rodolfo Puiggrós. Definir como de izquierda o nacionalista marxista a Jauretche no lo consideramos adecuado, ya que no usa categorías de ese universo ideológico-político. Si bien reconoce que esosautores pueden tener “elementos comunes vinculados, entre otros, al hecho de haber sido intelectuales con una profunda vocación por la política y la agitación ideológica, un estudio atento evidencia un espacio heterogéneo y diverso, compuesto de diferentes trayectorias, intereses y preocupaciones”.
El autor tampoco aclara en qué consisten esas diferencias entre los
autores que sí tenían formación marxista. Entre los que se reconocían en la izquierda nacional, unos plantean que el apoyo crítico al peronismo se debía hacer a partir de la construcción de un partido de clase (en los términos de Lenin y Trotsky), que representara sus intereses ante el conjunto de la sociedad, no formando parte de la estructura orgánica ligada al peronismo, mientras otros consideraban que la transformación revolucionaria con una estrategia socialista había que hacerla desde el seno del propio peronismo. Más allá del debate sobre el uso adecuado de una categoría conceptual, el autor destaca que los ejes discursivos abordados por Ramos son la “cuestión nacional”, el bonapartismo, la unidad latinoamericana y el problema del imperialismo dentro del marco del “revisionismo histórico”. Quizás hablar de “revisionismo histórico”como corriente única sin distinguir sus matices y diferencias sea un tema pendiente en la obra.
La organización del libro está dividida en cinco capítulos. El primero aborda la trayectoria individual y colectiva del grupo hasta fines de 1940 para entender los ejes abordados y los proyectos que emprendieron, los cuales fueron centrales para interpretar el naciente peronismo. También compara cómo se entendía, desde las distintas vertientes que conformaban el trotskismo de entonces, la categoría teórica de bonapartismo, abordada por Marx, Gramsci y Trotsky. Durante el mismo análisis no dejan de apreciarse los matices, diferencias y cambios que se dieron entre las dos publicaciones que se reconocían de la incipiente izquierda nacional: Octubre y Frente Obrero.
El desarrollo de este aspecto está centrado en la polémica por la “paternidad” de la izquierda nacional entre Ramos y Enrique Rivera, donde pueden confundirse elementos personales y políticos, paternidad que es interpretada por el “peso que conservaba la forma sectaria en la regulación de la vida política e intelectual del trotskismo argentino: la discusión enérgica e interminable sobre las acciones más convenientes, la elaboración de un diagnóstico exhaustivo sobre la situación internacional y nacional y la preferencia por la polémica como forma de saldar diferencias con otros sectores de la izquierda”. Entendemos que abordar la discusión entre los diversos grupos provenientes del trotskismo remarcando la forma sectaria de dichas organizaciones es una explicación unilateral que pierde otros aspectos.
La ausencia en el libro del estudio de otras obras que investiganel trotskismo en la Argentina (como las de Alicia Rojo) permitiría tener en cuenta diversos elementos: el contexto de persecución política, el aislamiento internacional del trotskismo en el marco de la imposición del stalinismo y las diversas tácticas utilizadas (como el “entrismo”), ciertas condiciones objetivas por la presencia histórica de otras organizaciones partidarias de izquierda y factores específicos de las dificultades de pequeños grupos que recién se iniciaban a la vida política.
El capítulo II tiene como eje el análisis del primer libro escrito por Ramos en 1949: América Latina, un país, donde aparece como centro la “cuestión nacional” citando a autores “clásicos” del marxismo (Marx, Engels, Lenin y Trotsky), en el marco de una interpretación del peronismo. Señala que Ramos utiliza diversos géneros: “el ensayo, la crítica literaria, lo doctrinario, el panfleto”, en el contexto político marcado por la posguerra y las políticas del peronismo hacia una búsqueda de nuevos mercados en América Latina. Ribadero destaca algo que será constante en la obra de Ramos: más allá de hablar de “masas”, sus obras hacen hincapié en las figuras y movimientos políticos que buscaron proyectosde unidad latinoamericana, comenzando a tener lazos vinculantes con autores de los diversos revisionismos históricos, donde los pueblos originarios y el pasado prehispánico están ausentes.
Los debates en la izquierda nacional entre quienes hacían énfasis en la necesidad urgente de constituir un partido político y los que preferían primero desarrollar ideas y publicitarlas junto con la irrupción de la editorial Indoamérica son los temas del capítulo III. Presenta el debate en términos de dos polos irreconciliables en vez de pensarlo como dos momentos o tiempos distintos de acuerdo a las posibilidades concretas. La utilización de seudónimos en Ramos es producto de la búsqueda de hacer un camino de profesionalización como ensayista. Contextualiza sin profundizar que en el medio de polémicas en el seno de una experiencia unitaria con diversos sectores de izquierda en el Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN), creado para apoyar críticamente al peronismo, se produce el cisma del grupo referenciado en la izquierda nacional a partir de las críticas que Enrique Rivera le hacía al ya mencionado libro de Ramos.
El capítulo IV aborda el discurso de la izquierda nacional a través del debate con otras publicaciones de izquierda en el marco político posterior a 1955 ante la irrupción en Argentina del frondicismo y la experiencia de la Revolución Cubana. La clave aquí es la crítica a la extrapolación mecánica, que no buscaba hacer una polémica directa con Ernesto “Che” Guevara, sino poner en tensión la “autoridad simbólica,el prestigio y la receptividad de los que este gozaba”, en el momento que Ramos privilegiaba el armado del Partido Socialista de la IzquierdaNacional (PSIN) en 1962.
Finalmente, el capítulo V estudia los debates impulsados por Ramos a través del libro Revolución y contrarrevolución en la Argentina, comparándolo con su primera obra, destacando continuidades y cambios a partir del enfrentamiento entre el interior y Buenos Aires. Señala que Ramos mantiene un esquema binario del relato donde “las masas” apa- recen bajo el liderazgo de “caudillos” del interior o figuras políticas como Roca, Yrigoyen o Perón. Otro aspecto abordado es la trayectoria de la editorial Coyoacán y del periódico Lucha Obrera (órgano del PSIN), que se destacaron por la difusión de las ideas de la corriente. Por último, el libro emprende la polémica entre Ramos y el escritor Ernesto Sábato.
Universidad de Quilmes, 2017