Alberto Methol Ferré, ineludible referencia de la Patria Grande
Alberto Agustín Bustamante, actual vicario general y delegado regional de la pastoral social de Villa María, nos refiere cuál ha sido la influencia de este pensador en el Papa Francisco y en su propia persona.
– ¿Cómo se aproximó usted al pensamiento de Methol Ferré?
– A través de la revista Nexo, primeramente, y luego mediante la asistencia a conferencias y a pronunciamientos del entonces cardenal Bergoglio, hoy Papa Francisco, quien me designó como Consejero superior de educación católica – dependiente de la Conferencia Episcopal.
– ¿Qué es lo que le llegó de Methol Ferré?
– Su visión geoestratégica latinoamericana. Él fue uno de los promotores de la “Teología del pueblo”.
– La cual está emparentada con la “Teología de la Liberación…”
– En verdad es una rama autónoma de aquella. Se la llamó la Teología de la Liberación rioplatense. Ambas surgen luego del Concilio Vaticano II y de la Conferencia episcopal latinoamericana (CELAM) de Medellín en 1968. Pero la “teología del pueblo” surge en Argentina con los teólogos, Methol Ferré, Lucio Gera, Rafael Tello, entre otros. Francisco también tomó de Amelia Podetti y de Leopoldo Marechal el concepto de pueblo como sujeto histórico.
– ¿En qué difieren ambas?
– La “del pueblo” toma de la primera la Opción preferencial por los pobres, pero luego de la globalización adopta la Opción preferencial por los excluidos. La “teología del pueblo” no adhirió al concepto de clases sino que tomo los conceptos de pueblo y antipueblo.
– ¿De qué modo se puede ver esto en el magisterio de Francisco?
– Su visión de integración latinoamericana está fuertemente influenciada por Methol Ferré. Francisco asume el término “pueblo” como el de una figura “poliédrica” en la cual todas las culturas aportan algo y dentro la cual se respetan las diferencias. También comparten que “pueblo” más que una palabra es una llamada, una convocatoria. Entendiendo que todos somos “pueblo” Rechazan el concepto hegeliano de clases. Conciben al pueblo como un sujeto social que se reconoce deudor de una experiencia histórica- porque comparte un conjunto de valores culturales y acepta un proyecto y un destino de vida en común. Ambos ven a Latinoamérica unida por el acervo histórico humanista cristiano, como humus cultural- de ahí la unidad con la diversidad- pero con su pertenencia y lo lleva a compartir un destino histórico. Remarcan el esfuerzo necesario de cada uno de los individuos para convertirse en pueblo. Para ello hay que promover una cultura del encuentro para alcanzar una pluriforme armonía. También comparten el rechazo a esa sociedad opulenta donde impera un ateísmo-hedonista y superficial. Ambos compartían la visión del mundo lejos del actual individualismo -sin horizonte ético ni moral- y que desconsidera la trascendencia de formar parte de un todo. Para que se dé una idea del vínculo entre ellos sepa que el Papa a Methol lo ha llamado públicamente, en 2011, “mi amigo”.
– ¿Cómo ve usted el pensamiento de Francisco?
– Como el pensamiento de un nómade – de un caminante- no es un burócrata, se deja interpelar por la realidad y le responde desde el Evangelio de Jesucristo. Veo un profundo compromiso con la doctrina social de la iglesia (nota relacionada, QR) a la vez que toma ciertas características de sus predecesores. Las actitudes proféticas de Juan XXIII, la apertura al mundo de Pablo VI, el peregrinar incesante del viajero Juan Pablo II y la hondura reflexiva de Benedicto XVI. Gran parte de su pensamiento está en el documento de Aparecida.
– ¿Se refiere al de 2007?
– Ciertamente, en aquella CELAM Bergoglio fue el redactor. Cuando algún presidente Latinoamericano lo visita es lo primero que le regala- para que entiendan cual es la visión actual del Papa para con la Región.
– ¿Qué papel le asignaban a la iglesia Latinoamericana Methol y Francisco?
– La veían como catalizadora de la tradición popular cristiana. Luego de la globalización de los 90 y el fracaso de los dos sistemas (capitalismo y socialismo real) ellos creían que había llegado la hora del pueblo de dios. Veían que en el fracaso de los dos sistemas se había desembocado en una tecnocracia hedonista. Ambos creían en la tradición popular del peronismo (Methol se definía como un peronista uruguayo).
El pensador observó que en un momento se produjo un desfonde de las ideologías y que esto derivó en una serie de hermenéuticas. Después de las carencias de las interpretaciones liberales abundan otras inspiradas en ateísmos mesiánicos y en utopías salvacionistas.
Muchas tuvieron en el marxismo su vértice ideológico y en el socialismo real los primeros estados ateos. Estos desembocaron en un hedonismo nihilista (que es la vigencia cultural dominante: el ateísmo hedonista) con proyección y difusión global como si fuera una atmósfera del tiempo en que vivimos. Para Methol (y también para Francisco) este era “el nuevo opio de los pueblos” Un pensamiento único y totalitario. Un racionalismo absolutista. La contra cara para ellos de esta hermenéutica es la “patria”. Un concepto diferente al de país o al de nación. El país es un espacio geográfico. La nación; constituye el andamiaje institucional. Y la patria es lo que hemos recibido de los padres y debemos dejar a los hijos. Un país puede mutilarse. La nación puede transformarse. Pero la patria o mantiene su ser fundante o muere. Por eso ambos hacen referencia constante a la Patria Grande (latinoamericana) Esto Francisco lo pone muy de manifiesto en la carta por el bicentenario de la independencia argentina.
– ¿De qué modo, piensa usted, Francisco cree que puede evolucionar la problemática latinoamericana?
– El Santo Padre no plantea una oposición frontal contra el mundo globalizado. Eso sería una perspectiva carente de realismo. Él invita a repensar el mundo y a la globalización. Observa que la solidez de la cultura de los pueblos latinoamericanos está socavada por dos corrientes del pensamiento débil. Una la imperial y globalizadora, un totalitarismo posmoderno. Y otra el progresismo adolescente que esgrime un entusiasmo que se agota en las mediaciones y pone en peligro un progreso sensato y fundado relacionado con las raíces de los pueblos. Francisco valora a ambas como insidias antipopulares, antinacionales y anti latinoamericanas. Tanto Methol como Francisco ven a Latinoamérica unida hacia el futuro por el catolicismo popular.