El embajador haitiano que arriesgó su vida por ser leal a Perón
El poeta y embajador haitiano Jean Brierre fue declarado persona “no grata” por la dictadura de Pedro Aramburu. En junio de 1956 asiló a los generales peronistas Valle y Tanco pero también protegió a sus familias del fusilamiento. Su lucha no sólo se limitó a la Argentina, además fue un gran luchador contra el imperialismo norteamericano.
por Jackson Jean
Durante el inicio de octubre del año 1945, Juan Domingo Perón era vicepresidente de la Nación, secretario de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión hasta que fue detenido y llevado a la Isla Martín García debido a la expansión de su influencia y los derechos laborales que deseaba impulsar. Gracias a la movilización popular en la Plaza de Mayo, el 17 de octubre de 1945 las autoridades de facto se vieron obligadas a liberarlo y cederle el poder. Desde entonces esa fecha se grabó en las páginas de la historia, la política y los movimientos sociales de Argentina. En octubre de 1946, el Congreso declaró el 17 de octubre como día de feriado nacional bajo la mención Día del Pueblo, pero hasta hoy es tradicionalmente más conocido como Dia de la Lealtad Peronista.
En 1954, el mismo año que el gobierno de Perón recibió cerca de doscientas personas como solicitantes de Refugios debido al golpe de Estado en Guatemala, el mismo año que Argentina firmó la Convención de Caracas, la cual reafirmó la competencia de las embajadas de decidir sobre una solicitud de refugio y asilo y determinar si la misma es de naturaleza política o común del delito y reconocer como solicitantes de refugio y asilo a miembros del ejército, llegó el embajador haitiano Dr. Jean Brierre junto con su esposa Thérèse a la Argentina.
J. Brierre fue un poeta nacido el 23 de septiembre de 1909, en la provincia de Jeremie, Haití, militante anti-neocolonialista y anti-imperialista, integrante del movimiento de la negritud. Autor de Black Soul (La Habana, 1947), Dessalines nous parle (Puerto Príncipe, 1953) y La Source (Buenos Aires, 1956), Le drapeau de demain (Puerto Príncipe, 1931) y Chansons secrètes (Puerto Príncipe, 1933, Découvertes (París, 1966), Nouveau Black Soul (Dakar, 1977) e Images d’argile er d’or (París, 1977). Tambien fue inspirador de muchos poetas latinoamericanos y caribeños, tales como el cubano Nicolás Guillén, el caribeño de Martinica y figura clave de la revolución argelina Franz Fanón.
En septiembre de 1955, un golpe de Estado derrocó a Juan Domingo Perón y los dictadores Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas se autoproclamaron presidente y vicepresidente del gobierno de facto, quienes iban a enfrentar varios sublevamientos tanto en la sociedad civil como en el Ejército. Por eso, Aramburu publicó en el Boletín Oficial el Decreto 10.362 de Ley Marcial, y preparó los Decretos 10.363/56 de pena de muerte, así como entregó una lista de más de 10.300 de personas a fusilar por la seguridad de su poder.
El 9 de junio de 1956, un gran levantamiento asustó al nuevo régimen tiránico. Aramburu y su gobierno, entonces, firmaron el Decreto 10.364 y detallaron la lista de los militares que deben ser fusilados. En esa lista estuvieron los nombres de los coroneles Alfredo Salinas, Fernando González y Agustín Arturo Digier, el capitán Néstor Bruno, el suboficial mayor Andrés López, (…) los generales Juan José Valle y Raúl Tanco y al gremialista Efraín García.
La insurrección fracasó. El lunes 11 de junio de ese año, el teniente coronel Alfredo Salinas, el gremialista Efraín García, los coroneles Ricardo González, Agustín Digier, el capitán Néstor Bruno y el suboficial Andrés López fueron a pedir asilo en la embajada de Haití, la cual estaba situada en Vicente López. El embajador Brierre, quien estuvo observando de cerca la situación del país a través de las noticias, otorgó refugio y asilo, sin ninguna condición, a todos los mencionados. El 14 de junio de 1956, el general Tanco fue el último que se refugió en el domicilio de la Embajada.
En la misma noche, cuando Brierre dejó la embajada con la finalidad de agregar en Cancillería el nombre de Tanco a la lista de asilados según lo estipulado en las leyes diplomáticas, bajo la orden del general Domingo Quaranta, jefe del temible Servicio de Informaciones del Estado (SIDE), un grupo armado entró en la residencia del diplomático violando los tratados internacionales, secuestró a los refugiados para fusilarlos y tratar a la esposa del embajador, Thérèse, de «negra e hija de puta”. Ella se opuso con toda su fuerza a esta falta de respeto por el Tratado de Derecho Penal Internacional de Montevideo de 1889, el cual en su artículo 17 reconoce el derecho de conceder asilo a los perseguidos por delitos políticos, y a la Convención de La Habana de 1928, que reglamentó la práctica del asilo diplomático actualizando el derecho de otorgar asilo a perseguidos políticos.
Thérèse comunicó el hecho a las agencias internacionales de noticias e informó la situación al Ministerio de Asuntos Exteriores haitiano solicitándole su intervención. Cuando Brierre se enteró de eso, pidió a sus colegas embajadores sus apoyos e inclusive al embajador de Estados Unidos. Forzadamente le “devolvieron” los asilados y el presidente de facto Pedro Aramburu pidió perdón a la Republica de Haití y prometió castigar a los «culpables». Sin embargo, decretó poco más tarde como persona «no grata» al representante de Haití en Argentina.
Cabe destacar que Brierre albergó en su residencia a Juan José Valle, quien finalmente decidió entregarse voluntariamente al Gobierno bajo el acuerdo de que se suspendiera el fusilamiento de los peronistas. El embajador quería salvar su vida. Medios como La Vanguardia acusaron al embajador haitiano de ser cómplice de los sublevados. Los diarios socialistas lo consideraban como un «peronizado» por su respeto a las leyes diplomáticas y los derechos humanos de los refugiados y solicitantes de asilos. El 19 de julio de 1956, Jean Brierre y su familia abandonaron definitivamente el suelo argentino.
Desde entonces, Brierre quedó casi desaparecido en la memoria colectiva de los argentinos/as hasta que el historiador revisionista, Salvador Ferla, resucitó con muchas palabras racistas en 1964 la acción de Brierre y su esposa en el libro «Mártires y Verdugos». A principios de la década de 1970, el periodista Rodolfo Walsh citó en su famoso documental “Operación Masacre» un dicho sin nombrarlo: “nosotros como descendientes de esclavos no podemos ser otra cosa que peronistas “, el cual hasta hoy se considera como una citación del ex
funcionario haitiano. Florencia Pagni y Fernando Cesaretti consideran que Jean Brierre y Therese demostraron a todos los argentinos/as la ejemplar conducta mantenida en una época lamentable de nuestra historia. Los derechos humanos no se actúan, se ejercen.
La comunidad haitiana está intentando visibilizar desde hace varios años el heroísmo de su ex representante en Argentina y de su esposa a través de varias propuestas presentadas las autoridades argentinas, uno de ellos es la construcción de un bulto de su efigie y de su esposa. Pero la materialización de la memoria del gran defensor haitiano y de su esposa se demoró muchísimo.
«El peronismo al ser cooptado muchos años por figuras neoliberales que traicionaron nuestras banderas históricas también intentaron ocultar nuestra historia de lucha y a los nombres que lo llevaron adelante. El de Brierre es apenas un ejemplo de miles de nombres importantes para nuestro movimiento a quienes intentaron sepultar en el olvido. Creo que esa tendencia a se empezó a revertir con la llegada de Néstor Kirchner al poder, cuyo canciller Rafael Bielsa hizo en 2004 en ocasión del Bicentenario de la Independencia haitiana un homenaje a Brierre y a su esposa. Pero es cierto que, a nivel militancia, no están presentes estas dos figuras. Me pasa de contar la historia de esos días en que salvaron a oficiales peronistas (y a los caniches del mismo Perón) y que se queden maravillados», declaró Pablo Ayala, dirigente político, músico y escritor.
Henry Boisrolin, antropólogo y ex estudiante de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), contó que «en 1991, tras el golpe del presidente Jean Bertrand Aristide, los estudiantes haitianos ocupábamos la embajada de Haití. No teníamos muchos recursos. Después de unos días, sin esperar, varias personas nos llevaron comidas y otras cosas. Cuando pedimos a ellos quienes eran, ahí nos contaron que eran familiares del General Valle. Después vinieron también miembros de la familia de general Tanco y nos dijeron que debían su vida al pueblo haitiano gracias a Jean Brierre y Thérèse».
En abril de 2012, la Juventud Sindical se acercó a la Embajada de Haití a fin de realizar un sentido homenaje al embajador Jean Bierre y su esposa. En diciembre de 2013, se publicó a través de las redes sociales el personaje de Brierre en algunos fragmentos de la novela «Sin árbol, sombra ni abrigo» del escritor argentino Teodoro Boot en su homenaje. “Nosotros desde nuestra organización, la JP Uturuncos, que en ese momento integraba la Corriente Nacional Luche y Vuelve, hicimos un homenaje a Brierre junto a la comunidad haitiana, pero creo que un busto les haría más justicia’’, señaló Pablo Ayala.
La lucha de Brierre no se limitó solo a la Argentina, sino que también fue un gran luchador contra el imperialismo norteamericano y el régimen de “Papa Doc” en Haití. Brierre contribuyó en la emancipación de la cultura y la lucha de Senegal, por la cual recibió la distinción “Premio Jean Brierre de Poésie”. También luchó por los derechos humanos tanto a través de sus letras como cara a cara con los opresores.
La sociedad argentina y la comunidad haitiana creen que esas figuras emblemáticas merecen un honor más durable, ya sea cerca de la actual embajada de Haití sita en la Av. Figueroa Alcorta 3297 (CABA) o en el Parque Las Heras. Como decía Jean Brierre, «(…) para que el derecho sea un imperativo moral y no de fuerza».
Fuente: El Grito del Sur