Aquella vez que entregué un mensaje de Perón a Mao / por: Carlos Valle
La tergiversación y el reversionismo histórico inducen a no creer ni en la Argentina, ni en sus monolíticos próceres, ni en sus grandes políticos, científicos y técnicos. Ni en sus trabajadores, por contrario imperio.
Unos mienten -deliberadamente-, otros, escriben y opinan, desde un desconocimiento absoluto. Yo sé que estudiar la historia -que es investigación científica-, es sacrificado y consume tiempo y atención, mucha atención. En pocos países del mundo vi tanto desprecio por lo propio. Claro que -en realidad-, lo propio no les es propio.
La Argentina es -tal vez-, el país mas cosmopolita del planeta, sin duda que puede ser éste uno de los motivos de su falta de integración. No es extraño que los dos últimos presidentes, hayan denostado a los originarios; condenado a los mayores y afirmado que los argentinos bajamos de los barcos. Nosotros los argentinos, no, ellos seguramente no bajaron nunca de los barcos y -ambos-, salvando la inmensa distancia, ya que uno ha sido considerado el delincuente mafioso y corrupto mas grande -del mundo- y el otro fue quien -si-, legalizó y naturalizó sus robos y la deuda infinita.
Claro, tienen algo en común; ambos optaron por ser súbditos del norte. Los que nunca viajaron, ni tienen experiencia y cultura, afirman que, al llegar a un país determinado, nos tratan mal, porque tenemos mala fama. A esto agregan que el país es una mierda y su gente, también. Han hecho escuela de ignorancia, ya que muchos lo creen y los votan.
Mas yo puedo asegurar que las veces que viajé (muchas veces contratado, para brindar charlas, o concurrir a congresos, o exiliado, no solo me han tratado muy bien, sino que, por mi condición de argentino, mejor. Claro que, a delincuentes como Lanata -por ejemplo-, es posible que lo traten mal, pero por su condición humana, no por argentino -que tampoco lo es-.
No por mi, sino enviado, tuve el honor de cruzar algunas palabras con Mao (estoy hablando de uno de los mandatarios mas grandes de la historia universal), para mi sorpresa, me habló de San Martín, Sarmiento, Borges y deslizó un gran elogio, sobre Perón. El Presidente de la China milenaria (aunque fuera la nueva China) y mas poblada de la tierra, me habló de la gran Argentina y de la importancia del pensamiento y la obra revolucionaria de Perón. Un gran líder internacional, aseveró.
Cuando los mal nacidos viajan, los reconocen como súbditos de la potencia invasora y genocida; jamás como argentinos. Nos conocen, afuera, como nos conocen -muchos-, de los que viven acá y de nosotros. Lo notable, mas que conocí -por mi avanzada edad- y por respetar -en aquel tiempo-, a los mayores, a miles de extranjeros que, a poco de vivir en la Argentina, dejaron de serlo, pues lloraban al izarse nuestra enseña patria y al cantar el himno. Habían bajado de los barcos, pero para quedarse y para querernos.
Ellos habían sufrido por europeos y por la guerra; por el hambre y por la sed. Algunos de sus descendientes -en forma especial, los que hicieron fortuna, o la heredaron-, si fueron extranjeros. Y esos extranjeros, son los que tildan de extranjeros (extraños), a nuestros hermanos de la Patria Grande. Es esa la mas acabada demostración de su falta de cultura y de su pobre condición.
Ellos no saben -o si lo saben y lo ocultan-, sobre la presencia determinante de Haití, para culminar la Independencia de nuestro subcontinente. Desprecian a los negros y -por eso-, nos dicen negros, desconociendo que nos están elogiando, aunque, en su ignorancia, crean lo contrario.
Ocultan que la madre de la Patria, brava defensora de Buenos Aires -primero- y destacada luchadora, por absolutamente toda la independencia americana después, Remedios del Valle, era afrodescendiente, liberada por la familia Del Valle, que las compraba y las liberaba -antes de 1813-, en el Patio Bullrich, que era donde se remataba toda la hacienda robada, por los terratenientes -oligarquía miserable- y a los esclavos, que traía Joseph Martínez de Hoz -entre otros ruines personajes-, desde los barcos.
Lo llevan en la sangre es -genético-, llámense Martínez de Hoz, Bullrich, Rodríguez Larreta, o como se llamen. La Patria, la hicieron otros, ellos se hicieron la América. Nada tenemos que ver con el colonialismo salvaje, aunque estos personajes hayan colaborado con el mayor genocidio de la historia, bajo el signo de la cruz y la espada.
La nobleza de Francisco es infinita, ya que fue el primero de los papas en pedir perdón, en nombre de la Iglesia, por los doscientos millones de originarios asesinados, a partir de ese 12 de octubre de 1492, que hoy la asesina de Santiago, Nahuel y tantos otros, trata de reivindicar. Claro, Patricia Bullrich es un gajo, de aquél fruto putrefacto, que fue sembrado -y regado con sangre indígena-, en esa tétrica hora de la especie.
A los bien pensados y bien intencionados, les ruego, traten de no hablar de lo desconocido; ilústrense antes. Porque esta historia antiargentina, que trata de dejarnos sin historia, sin próceres, sin mártires, sin las gestas gloriosas y una tierra y un pueblo generoso, deviene de ese colonialismo salvaje -que sigue vivo-, de potencias imperiales -genocidas e invasoras- y del mensaje de Winston Churchill: “hay que evitar que la Argentina se convierta en potencia, porque arrastrará a Latinoamérica, a la liberación, liderándola”.
Causalmente, lo dijo cuando comenzó a desarrollarse la Revolución Social en una Argentina conducida por Perón. Incomprendida, justamente, por el caos ideológico, que importaron, Braden -ayer- y Stanley -hoy-, con todo el cipayaje de la oposición y -algunos-, que operan en nuestro seno. Lo de Mao, se lo comuniqué a Perón -que me había enviado-, ya que el general le decía, en su mensaje: “apreciado maestro, ratificando su condición de hombre de la izquierda nacional (ya había trascendido, internacionalmente, siendo consultor y referente). La misma confirmación le hizo a Jorge Abelardo Ramos, al agradecerle un envío del periódico del Frente de Izquierda Nacional, que orientaba.
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