Esquematismo ideológico: el cáncer del pensamiento nacional. Por Horacio Paccazochi
Llama la atención con la experiencias políticas, sociales y económicas que lleva sobre sus espaldas la humanidad se sigan utilizando categorías ideológicas que nada definen pero que sirven para enturbiar conciencias, disfrazar procesos para que parezcan lo que no son, en definitiva servir a quienes manejan los medios de difusión que coinciden con quienes concentran el mayor poder financiero.
De 20 años para aquí el capitalismo de los países centrales se ha ido distorsionando. La otrora poderosa industria de bienes y servicios del mundo occidental, se ha debilitado en beneficio de una elite financiera que montada en la globalización de las comunicaciones ha permitido la acumulación de un inmenso capital usurario que va asfixiando el aparato productivo de los países centrales. Solo el mundo indo-asiático con India y China a la cabeza han podido crecer poniendo en juego su inmenso capital humano y un estado promotor de la industrialización y el progreso.
Pero esta gigantesca exacción de recursos de la producción al mundo financiero ha encontrado resistencias en los países capitalistas centrales y también en la periferia. En la periferia han pretendido ser ahogadas con presiones financieras a través de endeudamientos artificiales, pero fundamentalmente a través de intervenciones militares que llevaban como objetivo generar el caos, impedir el libre comercio entre los pueblos, y abrir el camino a las empresas saqueadoras asociadas, como las constructoras, la industria bélica, las tecnológicas, y los grupos de gestión de inversiones como Black Rock que maneja ella sola el 7,7 del PIB del mundo.
Pero esta vuelta de tuerca a la economía tiene también respuesta, como decíamos, en los países centrales. En el propio EEUU la fuga de capitales hacia destinos financieros más redituables está produciendo recesión, la muerte de cadenas industriales, y la perdida de mercados para sus productos, que son ganados por los asiáticos que apostaron al capitalismo productivo. De allí emerge Donald Trump y su propuesta de la vuelta a una Norteamérica productiva y dejar de endeudar al estado en multimillonarios gastos militares destinados a mantener en el poder a una elite especuladora. Trump demostró en su gobierno que esto era posible. Premió con menos impuestos a las empresas que volvieran a radicarse en EEUU, repatrio contingentes militares y empezó a desactivar conflictos en distintas partes del mundo, cruzó medio planeta para darle la mano a Kim Jong-un, el líder de Corea del Norte, mientras sostenía buenas relaciones con la Rusia de Putin. Todo este accionar le valió que le cayera encima todo el establishment americano, no tenía, ni tiene, ningún medio de prensa a favor, y hasta el día de hoy lo han condenado a pasar permanentemente por los tribunales para hacerse cargo de cuanta denuncia ande suelta por ahí.
No les fue mejor a quienes en el continente europeo denunciaban a los políticos que haciendo seguidismo a la política norteamericana utilizaban y utilizan la OTAN para arrasar Medio Oriente, arrinconar a Rusia y negarle el mercado de Europa a China. Tanto Jean-Marie Le Pen como Jean-Luc Mélechon, en Francia, representando a productores agrarios (que hoy protestan por las calles del viejo continente) y trabajadores, que se oponen a estas políticas son tildados de fascistas y antisemitas a pesar de que sumados sus votos de la última elección representan más que Emanuel Macron el empleado de la banca Rothschild.
Pero a que nos lleva esta introducción a la política internacional. Nos demuestra como el gran aparato mediático y cultural utiliza las categorías ideológicas de acuerdo a su conveniencia en cada momento y lugar. Acusa de fascistas a los dirigentes antes mencionados mientras la burocracia de Bruselas alimenta con armas e ingentes recursos a las bandas neonazi de Ucrania, y apoya o calla el genocidio del pueblo Palestino. En EEUU la gran prensa tilda de antidemocrático y de atentar contra los derechos humanos a Trump por oponerse a la inmigración cuando Obama Y Hilary Clinton expulsaban más inmigrantes que cualquier otro gobierno y se inmiscuían política y militarmente en Europa del Este y Medio Oriente destrozando Irak, Siria y Libia armando al Estado Islámico como un ejército mercenario. Así y todo “el bombardero” Barak Obama recibía el premio Nobel de la Paz.
Pero en lo que a nosotros nos concierne cómo reacciona nuestra dirigencia ante estos posicionamientos. Sabía decir Abelardo Ramos que en las bodegas de los barcos que venían de Europa junto con la mercadería venían los libros que habrían de contagiar de ideologías foráneas a nuestra clase dirigente. Así tuvimos una izquierda y una derecha antinacionales. Hoy con la globalización de las comunicaciones de internet y de las redes sociales brotan las categorías que el aparato mediático y cultural europeo y estadounidense utiliza para estigmatizar a sus oponentes.
Así la ayer izquierda del país hoy convertida en un progresismo socialdemócrata se obnubila con la existencia de una derecha antidemocrática y radical y prefiere a Hilary Clinton antes que a Trump a pesar de que aquella fue la instigadora del asesinato de Muamar el Gadafi quien nos puso su arsenal a nuestra disposición cuando la flota pirata inglesa avanzaba sobre Malvinas. O la autodenominada derecha convertida en el liberalismo “demodé” de Milei que se dice anticomunista y se abraza con Trump el mejor aliado americano de Putin, opositor a la guerra en Ucrania que el argentino apoya y que propone una política de nacionalismo económico que es lo opuesto al libre mercado de su confundido admirador.
Hoy nuestra dirigencia política sigue usando categoría erróneas como ayer las uso en la escena nacional. Perón era un fascista mientras los fusiladores del 55 estaban representados por la Unión Democrática. Hoy es bien considerada una izquierda feminista cuando ayer a quien introdujo a la mujer en la política argentina se la consideraba una aventurera y se le prometía el cáncer en las paredes. El Movimiento Obrero era “clasista” y combativo si era conducido por la llamada izquierda y burocrático y pro patronal si la conducción era peronista. Roca constructor del estado argentino que era un liberal nacional es considerado un genocida, mientras que Manuel Quintana abogado del Banco de Londres que propuso a la flota inglesa bombardear Rosario es un liberal democrático. Del uso y abuso de categorías erróneas está escrita nuestra historia nacional. Nada es lo que parece. Pero la manera de no confundirse es muy sencilla. Todo lo que beneficie al país y su gente debe considerarse nacional y lo opuesto antinacional. Todas las demás categorías ideológicas deséchelas son nada más para confundir y en la confusión sigan ganando los tres o cuatro vivos de siempre.
Excelente artículo. Fuera de lo nacional o antinacional, cualquier otra categoría, sólo sirve para confundir. Totalmente de acuerdo.