La elite empresaria del país: ¿productores o inversionistas financieros?

Por Horacio Paccazochi

LA DEUDA CON EL PAIS

A diferencia del empresariado de las potencias occidentales que, sobre todo, en el siglo pasado encabezó proyectos nacionales autónomos en sus propios países y los impulso a la cima de la economía mundial, nuestros “capitanes de la industria” han renunciado a ello.

Salvo algunas controversias en los comienzos del siglo pasado sobre si insistir en el modelo agroexportador o incentivar un desarrollo industrial independiente, estos resignaron su participación en la construcción de un país soberano.

La mejor demostración de ello es que las principales empresas para sostener una economía independiente fueron creadas por hombres provenientes de las Fuerzas Armadas, que en los hechos cubrieron la ausencia de una burguesía nacional con iniciativa para hacerlo.

Desde el General Roca hasta Perón fueron los hombres de armas quienes acometieron la formidable tarea de construir las herramientas para sostener un proyecto soberano. Los generales Savio, Mosconi, Baldrich, el Brigadier San Martin fueron, entre otros, los nombres fundantes de un proyecto nacional.

Salvo en los comienzos de los primeros gobiernos peronista y a través de la GGE, Confederación General Económica, y el Ministerio de Economía ocupado por el empresario Miguel Miranda, se dio una participación de los productores de la industria liviana surgidos al calor de la sustitución de importaciones como consecuencia de las dos guerras mundiales. Pero desde siempre en la Unión Industrial Argentina (UIA), se agruparán las principales empresas del país y extranjeras, que apoyaran y financiaran, bajo cuerda, todo proyecto en contra de un país independiente y con justicia social.

ENAMORADOS DE LA MOTOSIERRA

Cabe preguntarse por qué este sector dominante de la sociedad apoyó y apoya proyectos que atentan contra el nivel de vida de la población y el progreso del país si viven en él y han amasado fortunas vendiendo en el mercado interno. Veamos cómo se explica esta contradicción.

Hoy hay pocos empresarios que se consideren industriales, invierten en donde está el negocio del momento sea comercio, minería, petróleo, o finanzas.

Tanto el empresario extranjero como los grupos concentrados nacionales hoy están con Milei, como ayer recibían cuantiosos recursos del estado, aportando con ello una gran cuota al déficit fiscal que Milei recorta exclusivamente a costa de la población.

Encima contribuyen poco al fisco quejándose de las altas tasas impositivas, que son altas para la población pero no para ellos por las bajas alícuotas sobre el patrimonio, por la valoración irrisoria de los inmuebles en que tienen invertida parte de su riqueza, ni porque los ingresos más altos se graven mal.

Contribuyen poco sobre todo por la evasión de capitales y su sistemático ocultamiento.

LA EVASION COMO CRIMEN SOCIAL

Esconden entre un 70 y un 100 %, según se hagan las estimaciones, cinco veces lo que le declaran ala AFIP_ARCA los 32.484 contribuyentes con patrimonios superiores al millón de dólares.

Solo en el “blanqueo” de Macri reconocieron, por conveniencia, 120.000 millones de dólares sin declarar.

Todo ese dinero que se evade es lo que luego le falta al país para Obras Publicas, educación, salud, etc. Todo este inmenso esfuerzo recae sobre millones de argentinos que pagan sus impuestos y cuando no alcanza se recurre a créditos externos que conforman la inmensa deuda externa que padecemos.

Pero esto se pone peor cuando observamos que este 1% de la población compra, entre otros activos, Bonos de la deuda argentina y son acreedores de sus compatriotas. Bonos estos que pagan muy por encima del promedio mundial, entre otras razones porque el país cae cíclicamente en cesación de pagos

Esta operatoria acrecienta aún mas la fortuna de quienes debieran pagarle al estado contribuyendo con sus impuestos, y no prestándole ese dinero a altísimas tasas de interés.

Cuando la economía entra en crisis estos empresarios ven divididos sus intereses. Como capitalistas les conviene que el estado renegocie la deuda y vuelva a empujar el crecimiento con lo cual sus ganancias aumentan con las mayores ventas. Como dueños de los bonos, es decir como acreedores, les conviene que ajuste y pague.

Que estos seudo empresarios piensen más en el capital fugado que en las ganancias de sus empresas, explica porque en la Argentina se ve este raro fenómeno de empresarios ricos con empresas pobres.

Ahora vamos entendiendo porque apoyan a gobiernos que perjudican a sus compañías, como el de Milei, y políticas económicas que en el mediano y largo plazo atentan contra sus intereses

ESE INOCULTABLE AMOR “CHARRUA”

Llama la atención el desenfrenado amor “charrúa” de empresarios y artistas, que tienen sus empresas en Argentina, despotrican contra el país y se van a vivir al Uruguay. Estos “exiliados fiscales” han llegado a constituir la “Asociación de Argentinos Residentes en Uruguay”, Marcos Galperín, Martin Migoya y Bulgheroni, entre ellos.

El país vecino les ofrece a las empresas que se radiquen allí y que no agreguen valor ni vendan sus productos en esa plaza, pagar solo el 0,75% de impuesto a la renta, cuando en la Argentina es del 35%.

Pero eso es lo de menos. Veamos.

Treinta y cinco filiales “cáscara” (falsas empresas) radicadas en Uruguay facturan 47.000 millones de dólares anuales. Solo para que tengamos una idea esto representa el 80% del PBI del Uruguay, por más que no impacte en su economía.

Contabilizamos entre ellas 14 de Techint, 21 de agronegocios (Vicentín, AGD, Molinos, etc.). El caso de Molinos Agro es escandaloso, declara ganancias en la Argentina por 2 millones de dólares, y en Uruguay 93 millones sin producir nada.

Se desprende de los “Panamá Papers” que alrededor del 54 % de los 26 “facilitadores” relacionados con el estudio Mossack Fonseca (el del escándalo panameño) están ligados a investigaciones de lavados de activos y evasión alrededor del mundo. Habrían sido muy “útiles” en el cierre preventivo de cuentas “off shore” antes del “blanqueo” de capitales durante el gobierno de Macri de 2016 a 2017.

LA BICICLETEADA SIN FIN

También llamada por la denominación anglosajona “carry trade”, es la operatoria de ingresar al país dólares, invertirlos en pesos a interés más alto que en el exterior, con ellos comprar más dólares de los que ingresaron y fugarlos.

Tenemos ciclistas experimentados en el equipo económico con Luis “Toto” Caputo, el “mago de las finanzas”, al frente. Residentes en su mayoría en las afueras de Nueva York, salvo cuando les toca operar en el país, y socios de varios de los “fondos de inversión” acreedores de Argentina.

Pero esta operatoria solo puede sostenerse mientras continúen entrando dólares, de lo contrario el país se enfrenta a una crisis cambiaria y financiera pues para facilitar la fuga, antes mencionada, surge una necesidad constante de dólares por endeudamiento.

El problema es que el país no produce los saldos exportables que puedan financiar esta situación, la “lluvia de inversiones” no termina nunca de llegar, con el RIGI solo se inscribieron 12.000 millones de dólares, de los cuales 9.000 ¡los puso YPF!.

Encima los muchachos del JP Morgan que son los que cortan el bacalao financiero en occidente acaban de aconsejar no dejar los dólares clavados en el país.

LA “MAGIA” DE MILEI

Solo por arte de magia, o por otras razones que trataremos de explicar, Milei puede hacer parecer como “héroes” nacionales a los opulentos Elsztain, Galperín, Coto, Eurnekián, Macri o Roca. Como estos empresarios pudieron triplicar sus fortunas sin que el pueblo acuciado por mil necesidades no los identifique al menos como parcialmente responsables de sus penas.

A nuestro entender desde fundamentalmente, el proceso iniciado con la dictadura cívico-militar del 76′, sumado a 40 años de democracia que no consiguieron siquiera sacar la Ley de Entidades Financieras impuesta por Martínez de Hoz, dejaron un país frustrado, apático. Se había probado de todo: militares, radicales, peronistas y seguíamos hundidos en el desconcierto.

Y allí en el medio de la parálisis que nos indujo la pandemia surgió el “nosotros contra ellos”. Los que por nuestras ideas liberales siempre fuimos repudiados hoy venimos porque teníamos razón.

Todo lo anterior fracasó y este nuevo “mesías”, aderezado por miles de horas de televisión y permanencia en las redes sociales, se convirtió en un producto apetecible electoralmente.

Si a esto le sumamos el apoyo del peronismo que en su desconcierto intentó crearle, con él, una tercera vía al PRO, el final estaba anunciado aunque nadie lo vio venir.

Aunque ahora recuerdo que el Papa Francisco había advertido: “ténganle miedo a los políticos sin historia”.

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