Jorge Abelardo Ramos en Tierras Calientes

Por Salvador Cabral*

Los dos grandes acontecimientos que influyen en la vida intelectual y política de Jorge Abelardo Ramos y que se producen en la primera mitad del siglo XX, son, sin lugar a dudas, la Revolución Rusa, como el hecho que ocupó el corazón de ese siglo, y el surgimiento de las revoluciones nacionales en la década del 40. Estos dos acontecimientos son los que conformaron y modificaron la visión intelectual de Ramos sobre la política y la historia y todo lo que estas dos facetas de la vida contienen.

Quien haya leído toda su obra y la haya acompañado a través de los años, llega fácilmente a la conclusión que fue la primer revolución del siglo XX la que influyó en forma más marcada en la primer etapa de su vida. Si bien es cierto que el mismo Ramos reconoce y nos recordaba sobre sus amistades Yrigoyenistas que lo habían “vacunado” contra las críticas de justo hacia el caudillo, que también había sido influenciado por la literatura aprista que se leía en buenos aires en aquellos tiempos y hasta nos contaba de algunas relaciones amistosas y familiares con el anarquismo, fue la revolución rusa, sin duda, la musa de sus antiguos amores, la causa primera de sus lejanas reflexiones y preocupaciones.

A las tierras del plata llegaban dos versiones de las ideas de la época. las del partido socialista que acaudillaba Juan B. Justo y la de los comunistas que se es con la revolución rusa de octubre de 1917.

Ante estas dos versiones, Ramos trató de colocar las cosas en su lugar el primer momento, porque esas dos realidades que llegaban al plata, desparramadas en nuestros pueblos por exaltados inmigrantes y libros europeos recién traducidos, expresaban sin embargo procesos sociales bien concretos que Ramos los señaló lúcidamente.

En primer lugar, la revolución rusa se había transformado en un centro de poder mundial y de ese centro había emergido un Marx creado para el cumplimiento de funciones específicas, custodio casi religioso del nuevo estado, una especie de monumento a la verdad revelada por la historia de una vez y para siempre; un Marx al servicio de los intereses del histórico imperio ruso, gobernado ahora por revolucionarios bolcheviques; un Marx petrificado, deshistorizado, al servicio, a partir de ese momento, de un interés nacional ajeno al nuestro.

Pero también llegaban al plata tendencias socialistas que se agruparon detrás del partido dirigido por Juan B. Justo, que, precisamente había hecho la primera traducción al castellano de la obra fundamental de Marx, ”El Capital”. Ramos sintetizaba la caracterización de este grupo diciendo que justo era librecambista en economía, positivista en filosofía y mitrista en historia y que ese bagaje ideológico le hacía tomar todas las posiciones más reaccionarias que pudiera imaginarse, como la de justificar el aniquilamiento de las poblaciones africanas por el avance del hombre blanco, la justificación de la industria nativa por la presencia del capital extranjero, la oposición sistemática a nuestros propios movimientos nacionales, el odio a la política criolla y a nuestros caudillos populares. Todo eso tenía ese fondo ideológico que Ramos señalaba sistemáticamente en profundidad.

Pero no se trataba solo de una discusión en el plano de las ideologías. ese pensamiento tenía, además, una base de sustentación mucho más profunda y poderosa.

Tanto el Marx casi religioso que emergía de rusia, como el positivismo darwiniano del socialismo, expresaban intereses concretos en el plata. esta segunda expresión era un subproducto del poder inglés en la argentina, no solo porque europa había exportado y difundido los fundamentos que hacían al socialismo de justo, sino porque Inglaterra había encontrado en la oligarquía argentina –en todo el conjunto de sectores que conforman el sistema oligárquico- su más sólido representante local, su socio armónico, económico y financiero.

Decíamos hoy que toda una gran etapa en su lucha política está marcada por el signo de poner las cosas en su lugar, ya que la gran influencia que tenían tanto la Unión Soviética como Inglaterra en las izquierdas argentinas, sólo podía servir para que nadie entendiese nada. Para decirlo con las propias palabras de Ramos:

…”para nuestra generación, la doctrina de la emancipación del proletariado se traducía en la “década infame” como la doctrina de la sumisión al imperialismo británico.”

Para tratar que el pensamiento sirva para entender y transformar la realidad, para rearmar el desorden de las categorías y la anarquía de las palabras y los conceptos, se necesitaba una gran batalla política, ideológica y cultural de una envergadura difícil de imaginar realizarla, sin grandes apoyaturas que abriesen el camino.

Ramos la emprendió sin otro apoyo que el de sus amigos que lo seguían y la fuerza de su voluntad. La dimensión de su objetivo abarca a la América Latina toda y en esa lucha dio nacimiento a un pensamiento propio, nacionalista latinoamericano, a una corriente nueva como manera de mirar la historia y la sociedad; a una definición también nueva de las situaciones, y a darle un sentido latinoamericanizado a viejas palabras que, hasta su aparición, sólo servían para la desorientación y el equívoco.

Caracterizar qué transformaciones tuvo el pensamiento de Ramos en su heroica lucha, es el objetivo del presente trabajo.

Hablamos de una batalla ideológica, política y cultural. y así fue, puesto que se trataba de discutir con la totalidad de las expresiones de izquierda que no superaban su carácter inmigrante, su visión de injusticia, su falta de conexión con las raíces nacionales. aclarar, por ejemplo, que en los países semi- coloniales, como son la totalidad de los estados latinoamericanos,  no se podía luchar contra la burguesía para tomar el poder, como podía ocurrir en europa, porque sencillamente no era la burguesía la que tenía el poder. los países de nuestra américa latina están dominados por sistemas oligárquicos, fundamentalmente agrarios, en alianza con el imperio británico durante el siglo xix y principios del XX; manejaban el poder político y digitaban la superestructura del poder cultural. la lucha contra la burguesía se transformaba así en algo innecesario, ya que era la propia oligarquía dominante la que luchaba contra ella, persiguiéndola a veces hasta aniquilarla.

Lo más importante para nosotros era que, luchar contra la burguesía nativa, nos colocaba objetiva e inmediatamente en contra del movimiento nacional; porque si bien la burguesía nacional de nuestros países no creaba los movimientos nacionales, sino que nacía bajo el amparo de ellos, ya que este era creado por la oleada histórica de esos movimientos, esa burguesía formaba parte del cuerpo concreto, de carne y hueso, del campo nacional.

Este concepto, que forma parte de uno de los lineamientos básicos del pensamiento de Ramos, era un misterio inentendible para toda la izquierda. era más fácil, más accesible al pensamiento de la lógica formal, para el sentido común del intelectual, plantear lo que decía juan b. justo: ”el enemigo era la burguesía, y por lo tanto, el obrero más confiable en la perspectiva de ser antiburgués, era el inmigrante y la política científica debía suplantar a la política criolla que, según aquellos socialistas, tenía como base de sustentación la desidia mestiza y criolla, experimentando así una visión racista de la sociedad.

Esta concepción, que tuvo una gran influencia en la juventud y los sindicatos de entonces de buenos aires y rosario, traía como consecuencia práctica, que toda vocación, voluntad y espíritu de transformación de la sociedad, se transformaba objetivamente en su contrario: quienes trataban de derrumbar y vencer a la burguesía, por la composición de las clases sociales en los países semi-coloniales, terminaban luchando contra el propio país, contra la independencia económica y enfrentada a la voluntad de las grandes mayorías populares. Eso ocurrió con el yrigoyenismo y con el peronismo.

La lucha de Ramos en esa época abarca todas las expresiones posibles: periódicos, revistas, folletos, libros, producto de la investigación y de la reflexión militante; traducción de obras clásicas e imprescindibles y además, librerías y editoriales.

Solamente a Ramos, con su dura y patriótica voluntad, se le podía ocurrir emprender esa descomunal tarea de propaganda y difusión para decirle al pueblo y al mundo entero, y en especial a los poderes mundiales que tenían influencia en el río de la plata, que las cosas no eran así, que la propia revolución rusa había tenido otro sentido, y que fundamentalmente en nuestros países existían movimientos nacionales y estos eran el punto de partida para cualquier proyecto histórico del futuro.

Jorge Abelardo Ramos expresaba así, en nuestro país y en esta tarea, la más alta racionalización analítica de la revolución rusa, pero al mismo tiempo, y en especial después de 1945, la más lúcida expresión latinoamericana de las movimientos nacionales que nacían.

El mismo nos dice que después de 1945, termina el silencio de los pueblos coloniales; se incorporan al mundo los movimientos nacionales. Y lo que antes era una discusión de categorías ideológicas para los militantes de nuestros países, pasó a ser una cuestión de vida o muerte para la totalidad de los pueblos del tercer mundo.

Millones de habitantes participan activamente en la construcción de la historia. y los pueblos coloniales de China o Vietnam; el varguismo en Brasil, el MNR boliviano o nuestro peronismo, no solamente quiebran y se conmueven poderes antiguos contra los que se había enfrentado Ramos, sino que enriquecen y profundizan por la conmoción que producen, a la propia ideología de Ramos.

Cuando en toda la primera etapa trata de poner las cosas en su lugar, como decíamos antes, realiza una tarea impresionante de publicaciones, no sólo propias, sino de todos aquellos que, de una u otra manera  enriquecían la nueva visión que de aquella lucha esta naciendo.

En esta época es importante destacar la publicidad de obras clásicas. aquí trata que se conozca al verdadero trotski. “La revolución permanente”, “Historia de la revolución rusa”, “La revolución china”,  “Por los Estados Unidos de américa latina”, “Literatura y revolución”, son algunos de los títulos  que salen a la luz, en muchos de ellos en sus prólogos se veía, nítida, la intención política de Abelardo Ramos de resaltar los aspectos nacionales de ese pensamiento; o cómo la visión del revolucionario de octubre, podía servir a la revolución nacional latinoamericana. Ese era el centro de su preocupación.

Pero en su última década su misión iba ya mucho más al fondo del problema.

En diciembre de 1987 -año en que el alfonsinismo comenzaba su declinación- publica en la revista “amauta” dos artículos que en realidad eran uno solo. que nunca se desdijo de lo que allí afirmó lo demuestra el hecho que en su casi póstumo “la nación inconclusa”, vuelven a ser publicados sin correcciones de fondo.

Abelardo Ramos había hecho la crítica más completa que se tuve en américa latina al partido comunista como ejecutor de los intereses internacionales del gobierno soviético. analizó y desnudó la concepción reaccionaria y racista del socialismo de justo. una y mil veces. y nadie lo había hecho como él en la argentina. pero en estos trabajos, sus cañones apuntan contra el propio Marx, e inclusive contra el propio Trotsky. lo que es más todavía: ataca a la propia concepción que Marx tenía de la sociedad y de la historia, es decir, al Marxismo de Marx, ya no a los otros Marxismos, y al final afirma que en realidad había una relación profunda entre justo y Marx, mucho más profunda de lo que se había pensado. las tierras calientes a las que se refiere Ramos, no son las que pudo haber tenido en cuenta Marx para pensar en los pueblos “sin historia”, ya que jamás se acordó de ellos. Sino que estas tierras –las nuestras- fueron las que a partir de 1945 influyeron en Ramos para que los pueblos de américa latina puedan tener un pensamiento propio, desprendido de las influencias limitantes que ejercían los paradigmas de Europa.

Ramos siempre había hecho críticas a la opinión que Marx tenía de Bolívar, o a la que Rngels había vertido sobre la ocupación francesa en Méjico. más conocida aún era la posición de Marx sobre el papel que, según su opinión, jugarían los capitales británicos y especialmente los ferrocarriles en el desarrollo histórico de la india. Pero, hasta ese momento, no había atacado como inútil para américa latina al Marxismo de Marx; a esa conclusión llega y sus palabras son contundentes.

Escuchémoslo textualmente:

“Gran parte del pensamiento del propio Marx, que ambicionaba dotar al hombre total del gobierno de su propio destino ha sucumbido, cuando está por concluir el siglo XX.”

“No se ha confirmado la ley de la miseria creciente del proletariado, ni el descenso a largo plazo de la tasa de beneficio. la marcha hacia la “dictadura del proletariado” solo ha producido la dictadura sobre el proletariado. en cuanto a la religión como “opio del pueblo”, sólo hemos visto una patética confrontación: el papa de roma canta una misa en los astilleros “lenin” de polonia, después de 40 años de “socialismo real”. la subestimación de Marx a las religiones como pura “superestructura”, se ha visto refutada por naciones enteras del medio oriente; que a través de su fe religiosa realizan su revolución y defienden la soberanía ante las potencias civilizadas.

“Contra las predicciones de Marx, el proletariado tiende a disminuir en Europa, Estados Unidos y Japón por obra de la robotización y la revolución tecnológica; en el mundo semi-colonial, en cambio, el número de obreros disminuye pero no a causa de la robótica, sino porque el imperialismo impide a los latinoamericanos desarrollar el capitalismo y, en consecuencia, aumentar el número de trabajadores industriales.

En otras palabras, el imperialismo, con la ayuda objetiva de no pocas izquierdas demócratas y derechistas locales, cierra a América Latina el camino al capitalismo y al mismo tiempo le prohíbe emprender el socialismo a la criolla, esto es, el nacionalismo revolucionario, al que acusa de “fascistas”. de ahí el carácter ridículo de los liberales vernáculos vinculados al capital extranjero, que hablan de la “economía de mercado” en la era de los monopolios; de los variados Marxistas que verbalizan sobre “la revolución obrera” en un océano agrario, de los “democráticos” del tipo alfonsinistas que proponen mantener las libertades personales de la clase media a cambio de hundir a la sociedad semi-colonial en el estancamiento o la disgregación.”

Hasta aquí, las críticas son concretos señalamientos a las llamadas predicciones de Marx, más que a las críticas a su concepción de fondo. así y todo, la afirmación primera es rotunda y producto de una gran parte de sus años de acción y reflexión: “gran parte del pensamiento del propio Marx, que ambicionaba dotar al hombre total del gobierno de su propio destino, ha sucumbido, cuando está por concluir el siglo XX. en su morada reflexiva hacia la historia que le tocó vivir, Ramos señalaba que la visión de Marx sobre la evolución del capitalismo no se había cumplido en ningún lugar del mundo. los hechos no resultaron como Marx había previsto. no era así: el capitalismo no se expandía hacia los otros pueblos del mundo para llevar el desarrollo y la “civilización” sino que el capitalismo se expandía, precisamente y con el objetivo de extirpar cualquier competencia, para frenar el desarrollo capitalista de esos pueblos. Tampoco se había dado en la historia presente la posibilidad de que el proletariado creciese permanentemente por el desarrollo de la industria, sino que el proletariado disminuía en Europa, Japón y Estados Unidos, por la robotización y en América Latina, precisamente, por la política de achicamiento de la sociedad que ponían en práctica con nosotros los centros imperialistas del mundo. al revés de lo que Marx preveía, en estos centros industriales, la tasa de beneficio aumentaba en vez de disminuir y el proletariado llegaba en la actualidad a un nivel de vida no imaginado un siglo antes.

Tampoco resultó factible, y la historia lo iba a demostrar, que las revoluciones proletarias se produjeran en los centros industriales, sino que, ante la sorpresa y a veces el rechazo de los Marxistas, las revoluciones nacionales se producen precisamente en aquellos países sin capitalismo, donde ni siquiera existían clases.

Los hechos históricos expresados en esas revoluciones nacionales de la década del 40, obligaron a revisar todas las perspectivas y estos hechos históricos fueron permitiendo que en Ramos fuese naciendo un pensamiento propio, hijo de las circunstancias concretas de América Latina.

Pero en esa revisión, la cuestión fue más al fondo del problema.

Las revoluciones nacionales no solamente cuestionaron la “versión horripilante” con la que se presentaba el Marxismo en las tierras calientes de América Latina, sino que la magnitud de su riqueza social, lo inédito de sus expresiones, los matices inimaginables para las ideologías europeas, rompieron en mil pedazos las distintas formas expresivas del eurocentrismo, entre ellos, el propio Marxismo de Marx.

Abelardo Ramos expresa claramente es nuevo momento de la historia y de su historia. 

Escuchémoslo nuevamente:

“…es evidente que Marx como genial pensador de occidente puede resultar muy útil para percibir ciertos aspectos del capitalismo mundial o para elaborar un método crítico en el análisis de la historia. no cabe duda que la burguesía no dio a luz otra figura mayor que Marx para cantar las excelencias productivas del capitalismo en despliegue. pero, por desgracia, pertenecemos a un continente que se distingue, no por su desarrollo capitalista, que estudió Marx teniendo por modelo a Inglaterra, sino por la ausencia de capitalismo; no por el papel de la burguesía como clase dominante, sino como clase dominada por la oligarquía financiera, terrateniente o comercial; no como el escenario de la lucha de “clase contra clase” sino como el lugar del enfrentamiento de dos bloques históricos: frente democrático (o de izquierdas) y el frente nacional.

“La argentina, en tiempos de Irigoyen y de Perón, proporcionó dos grandes ejemplos para su examen de laboratorio, fenómeno que los Marxistas notorios de todos los colores desconocieron a coro.”

Hasta aquí cuestiona a Marx y al Marxismo para entender las sociedades inconclusas como las nuestras. Pero sigue adelante con su visión crítica.

Continúa Ramos: “la obsesión por “aplicar” a Marx a la historia de América Latina, tropezó con la resistencia que opone el propio pensamiento Marxista en cualquiera de sus acepciones (y hay muchas). Esa resistencia reviste cierta lógica ya que según sus creadores, el Marxismo reconoce tres fuentes: la filosofía alemana, el socialismo francés y la economía política inglesa. la tarea de lograr una síntesis aceptable de tres elementos tan diversos, constituyó la proeza intelectual de Marx. pero la esencia de toda la construcción residía en la inquebrantable convicción de Marx de que el objeto de sus análisis era el capitalismo y el sujeto de la historia universal, el proletariado”.

“Ahora bien: el rasgo diferencial de América Latina (y el tercer mundo) es la ausencia del capitalismo examinado por Marx y en consecuencia, la inexistencia del proletariado; considerados tanto el capitalismo como el proletariado como modos de producción y clases sociales dominantes e históricamente acabados en el escenario histórico dado. tropicalizado el Marxismo, solo podía darse como un esquema ridículo, flotando en el vacío histórico. no otra es la “saga” de las organizaciones autodenominadas Marxistas en América Latina.”

Lo dicho hasta acá es fundamental, ya que ¿de qué puede servir una ideología y una metodología que parte del supuesto de la existencia de una burguesía, con un papel histórico y un proletariado con otro rol también histórico, para el análisis (previo a la acción política) de una sociedad que, si no carecía de dichas categorías en caso de tenerlas, los roles serían contrario a los que Marx planteaba como presupuestos históricos?

Ramos avanza al respecto: “pero la dificultad, nos dice, no sólo residía en los introductores mestizos (del Marxismo) sino en el objeto mismo de aplicación, concebido a la luz declinante de la revolución francesa y con l vita puesta en el humo de fábricas inglesas donde agonizaban decenas de miles de niños y mujeres mientas se obtenía la “acumulación”.

¿Qué quiere decir Ramos cuando dice “el objeto mismo de aplicación? es evidente que se trata de la sociedad latinoamericana. el pensamiento de Marx no nos servía para entender la creencia de su revolución, ya que ésta sociedad, las tierras calientes, donde nos tocó nacer, nada tenían que ver  con aquella que dio nacimiento al pensamiento de Marx.

Ramos en la medida que avanza va siendo más contundente; nos dice: ”en América Latina del siglo XX por el contrario, la industrialización significaba el mejoramiento inmediato de la vida en la población nativa y no el espanto de las fábricas que contempló Marx.

“Resulta singular pretender, reafirma Ramos, que una doctrina revolucionaria resultara útil en América Latina en tanto se fundaba en el socialismo francés del siglo xix, la filosofía alemana del siglo xviii y la economía política inglesa de la misma época. el Marxismo original resultaba de una fusión de la historia de los países más importantes de Europa, en cuanto a su desarrollo histórico, cultural e industrial, contenía la idea, muchas veces expresada por Marx de que el mundo bárbaro o atrasado sería arrastrado primero a la corriente internacional del capital y luego, incorporado a la verdadera civilización socialista cuando los países europeos hubiesen establecido el socialismo. en Marx la idea era muy clara, en engels se hace notoriamente euro nacional y hasta germano nacional.”

En el mismo artículo que estamos analizando donde Ramos pone en tela de juicio la totalidad del Marxismo, frente a los acontecimientos históricos, hace mención a algunas predicciones de Trotski frente al mundo de la segunda guerra mundial.

Después de comentar la visión caótica que el mundo le hacía ver al revolucionario de octubre, Ramos vuelve a remarcar su crítica:

“Todas las predicciones resultaron desmentidas, nos dice, por la lógica de hierro de los acontecimientos. fue necesario cambiar las perspectivas aprendidas, las caracterizaciones globales, el concepto de clase pura y del proletariado inoxidable, las leyendas heroicas de remotas revoluciones y hasta el vocabulario, ya que las palabras están lejos de ser indiferentes a la carga histórica y emocional que sobrellevan. y las palabras europeas, las metáforas y analogías europeas, todos los thermidorianos, esos bonapartismos, los bolchevismos y la “Narodania volia” “La madre” de Maximiliano Gorki y los disparos del crucero “Aurora”, tenían para los latinoamericanos de varias generaciones, mas sustancia, encarnadora y pasional resonancia que la batalla de caseros y Ayacucho, los campos del mío-mío, el general Quiroga o simón Bolívar.  y debimos reconstruir, como lo anticipaba Trotski, de todas sus piezas, un programa revolucionario que procuraba hundir sus raíces en nuestra historia y no en otra y elaborar un socialismo justamente criollo porque todos los demás eran incomparables en tanto eran nacionales de otras naciones.

Dicho socialismo a su vez se asumía como el nacionalismo popular de la patria oprimida.”

¿Qué había quedado en Ramos del Marx de su juventud?

Para entender la historia argentina, a partir de Abelardo Ramos, ya no se necesitaba participar en la antigua polémica entre el revisionismo clásico y  el liberalismo también clásico, sino que había que partir de la unidad histórica de América Latina.

esto es posible desde la nueva visión que Ramos inicia y que se profundiza en sus últimos trabajos. sobre todo remarca el aspecto crítico respecto a la utilidad del Marxismo para nuestra América Latina. Llega a señalar, como veremos, que era imposible aplicar a la América Latina una filosofía de la historia que había nacido y surgido en condiciones específicas de la historia europea; no era difícil, sino que resultaba imposible entender, a partir de esa filosofía, a nuestras “tierras calientes”.

Lo inédita de esta posición se expresaba por primera vez en la argentina teniendo a Jorge Abelardo Ramos como su más alta expresión política. Por eso entiendo que con él se inicia un nuevo pensamiento en el plata  que luego tiene influencias en distintos países latinoamericanos. Brillantes discípulos suyos aparecen: Vivian Trías en el Uruguay de una producción intelectual impresionante; Pedro Godoy en Chile; Andrés Solís Rada en Bolivia; etc. estas tierras calientes de clases imprecisas, a veces inexistentes, de sociedades tribales que permanentemente se aparan y expresan bajo formas religiosas para hacer su propia revolución y su propia liberación, cuestionaban, en la inteligente interpretación de Ramos, la concepción integral del Marxismo. la historia de América Latina era algo más que la historia de la lucha de clases.

Ramos inicia un nuevo pensamiento, una forma nueva de ver la historia.

Desde esa perspectiva atacó el fondo de la concepción de Marx señalando por ejemplo que “Marx creyó hasta el fin de su vida en una historia universal sometida a inexorables leyes.” “las determinaciones psicológicas oriundas de la revolución rusa, con su vocabulario militar, fundado en la “táctica” y la “estrategia” completó el sistema intelectual de inhibiciones para el pensamiento latinoamericano, que había comenzado con augusto Comte y culminado con Marx.”

Sus críticos conceptos son claros y categóricos una y otra vez: “el gran resplandor de la revolución de octubre encegueció a los devotos que conquistó en el tercer mundo. la victoria de una revolución ajena, nos remarca, los condujo a preparar las derrotas de las revoluciones propias.”

“La experiencia ha demostrado, nos sigue diciendo, que las limitaciones de una filosofía de la historia fundada en el carácter específico de la historia europea, resulta un peligroso instrumento de medición y diagnóstico.”

¿Qué quedaba, repetimos, de aquel Marx de la juventud de Ramos? quedaba la vocación y la decisión de hacer de su vida una lucha; la pasión revolucionaria que no lo abandonó nunca; la clara idea de la necesidad de una sociedad más justa, es decir, la justicia social como razón de ser, de la existencia, planteos todos desprendidos ya de las viejas categorías que no habían servido para otra cosa que para devastarnos.

Como revisó a Marx, se cuestionó siempre sus propios puntos de vista. Era un cuestionador incansable y viviente. en muchos de sus libros cambia su visión de los hechos y los personajes en la medida que el conocimiento se profundiza y se transforma. su punto de vista sobre Artigas, por ejemplo, en cuanto a la diferencia interpretativa entre la segunda y la primera edición de revolución y contrarrevolución en la argentina. Lo mismo ocurrió con Felipe II, cuando nos sorprendió en el congreso de historia y cultura realizado en la provincia de misiones. Allí lo reivindicó diciendo que había sido el primer unificador de la Patria Grande de aquel entonces, compuesta por Portugal y España unificadas en conjunto con América Latina.

De lo que Ramos nunca se sirvió fue de un esquema repetitivo de maestro ciruela, tan común en América Latina. jamás expuso lo que podría haber sido un Marxismo como ideología, ni dialéctica alguna con leyes enumeradas, que tantos profesores desparramaron por el tercer mundo y que no sirvieron para nada. Que marcó

Pero su pensamiento quedó acorralado por las grandes fuerzas que se pusieron en movimiento en la década del 70; Estados Unidos, la Unión Soviética, Cuba y su doctrina guerrillera que marcó el camino sin retorno de la derrota.

Cuando la clase media argentina rompe con la oligarquía, busca el campo nacional (el peronismo) como su propia salvación, se encuentra en el camino con el apogeo de la teoría del foco, la acción armada, que era, como decía Methol Ferré “la muerte de la política y la política de la muerte.”

Esas condiciones asfixiaron en la década del 70 la acción creciente y el pensamiento influyente de Abelardo Ramos. Es evidente que, a pesar de situaciones revolucionarias que fueron todas vencidas, su hora todavía no había llegado.

Si miramos el mapa de América Latina y extendemos la mirada a la profunda crisis que viven las sociedades industriales del viejo mundo, pensamos que su presencia resurge, su hora se acerca, pero, como ocurre muchas veces en la historia, ahora ya no contamos con él.

Nuevos dirigentes populares van surgiendo después de la noche del neoliberalismo, con planteos parciales, pero sin una mirada totalizadora y en perspectiva de futuro como la que había logrado Ramos, sobre todo en su obra principal sobre Latinoamérica: “Historia de la Nación Latinoamericana”.

Pero esas manifestaciones, a través de nuevos líderes van planteando la necesidad geopolítica de unificar nuestros pueblos, pues va creciendo el profundo convencimiento que cada país por separado, no puede tener otro destino que el de puerto rico, en el caribe. el planteo de la unidad de la américa del sur primero y de la América Latina después, ha iniciado un proceso que, en el marco de crisis mundial acentuada, hace resurgir el pensamiento de Jorge Abelardo Ramos y pueblos jóvenes van tomando ese rumbo hacia la victoria.

Estamos convencidos que ese camino es el único  que nos puede llevar, después de siglos de sacrificios, hacia la construcción definitiva de nuestro estado-continente. en ese caso y entre millones de latinoamericanos festejando y viviendo alegremente el triunfo, nos reencontraremos con Abelardo Ramos iluminando el camino.

Buenos aires, 4 de octubre de 2017


*Salvador Cabral, es presidente del Partido Causa Popular, Senador Nacional por la Provincia de Misiones integra el Bloque del Frente Justicialista.

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