Jorge Abelardo Ramos, su historia

Carlos Alberto Del Campo*

Nació el 23 de enero de 1921 en el barrio de Flores, Buenos Aires. Desde muy joven actuó en política en los finales de la “década infame”; frecuentó ámbitos culturales e ideológicos de grupos de izquierda opuestos al estalinismo soviético; se dispuso a estudiar y difundir la verdadera historia argentina alejándose de las interminables y singulares discusiones comunes en esas ligas. Actuó en los sectores contra la participación argentina en la IIª Guerra, integró un grupo político que acompañó las jornadas del 17 de octubre de 1945, que con matices adhirieron a la Revolución encabezada por el Cnel. Perón elaborando un pensamiento crítico y apoyo militante a la Revolución Justicialista. Integró el Partido Socialista de la Revolución Nacional, creado en 1953, el que con ínfimos recursos obtuvo 100.000 votos en las elecciones del año siguiente. Ramos fue un organizador de partidos, -sin apoyo del Estado ni recursos especiales- navegando contra el aplauso de la clase media y la izquierda que aseguraban que Perón era solo un líder nazi fascista. Publicó notas, escribió libros y difundió -con notable eficacia- sus ideas en diarios de la época. Su presencia en la prensa alcanzó resonancia en países hermanos en proceso de revolución nacional, especialmente en Bolivia influyendo mutuamente en Carlos Montenegro, Augusto Céspedes y el MNR DE 1952. Ramos fue el único intelectual argentino que pudo organizar y sostener – durante varios años- su partido político, y no porque otras notables figuras no lo hayan intentado. En 1962 organizó el PSIN (Partido Socialista de la Izquierda Nacional). Esta decisión de construir un partido de la clase obrera fue objeto luego de un largo debate que culminó cuando sus tesis fundacionales fueron revisadas internamente en 1979. “Historia de la Nación Latinoamericana” y “Revolución y Contrarrevolución en Argentina” -sus principales obras- sintetizan los procesos políticos explicados desde el socialismo criollo, nacionalismo popular- latinoamericano, en la construcción de una sola nación inspirada en las luchas de Bolívar, Artigas y San Martín. O sea, una unión de las repúblicas, las que separadas no tendrían destino. Ramos era portador de enorme formación cultural y gran coraje político al momento de tomar decisiones. Fue un extraordinario orador, polemista, pensador y escritor sobresaliente que hizo de la política la razón de su existencia con absoluto desinterés personal. Junto a Arturo Jauretche fue uno de los pensadores nacionales más leídos. Fue perseguido por los “libertadores del ’55” cuando se fusilaba peronistas en nombre de la libertad y la república. A ellos los desafió levantando tribunas, publicando artículos y libros y organizando editoriales en la perspectiva de fortalecer la formación de la conciencia nacional. En los finales de los años ’60 alcanzó influencia en miles de jóvenes integrantes de una generación que comenzaba a ver con simpatías a Perón, aunque idealizando a Cuba que progresivamente giraba hacia la Unión Soviética y hacia lo que Ramos denominó “los desvaríos del foco guerrillero”. Ante cierto jolgorio “progresista” Abelardo señaló a los Montoneros que el tercer triunfo de Perón había movilizado a la oligarquía a derrocarlo, ¡Lo señaló 3 años antes del golpe de 1976! y dijo que, objetivamente toda acción terrorista como la impulsada desde la ultraizquierda (ERP y tendencias guevaristas), al caracterizar a Perón como el jefe de la contrarrevolución, coincidían con el golpismo inspirados en los grandes poderes. En agosto de 1975, desde Córdoba, denunció públicamente el golpe de estado en ciernes, cuando pocos se animaban, ante al silencio o simpatía de los partidos que rechazaban el gobierno de Isabel. A su vez, advirtió a las FF. AA., sobre las graves consecuencias que asumirían en caso de una acción golpista pergeñada cuando el gobierno justicialista ya había adelantado las elecciones generales. En los años de la dictadura vivió con su familia en Alta Gracia (Córdoba ), siempre con escasos recursos , ocupado en la reorganización de su partido fundado en 1971 como Frente de Izquierda Popular (FIP) un rótulo que curiosamente no definía su política que consistía esencialmente en reconstruir el frente nacional y de ninguna forma organizar un frente de izquierdas. En 1982, cuando Argentina recupera las Islas Malvinas, con mayor decisión y actividad sostuvo y explicó la imprescriptibilidad de los derechos argentinos ante la sesquicentenaria usurpación colonialista. No se equivocó al decir que la recuperación histórica conmovería a toda Latinoamérica transformando la Causa Malvinas en bandera unificadora de la Patria Grande. En 1983 regresó a Buenos Aires, con poco ánimo de alejarse de Córdoba, dispuesto a asumir obligaciones inherentes a la convocatoria a la elección presidencial. La retraída justicia argentina rechazó la sumatoria con el Partido Justicialista, aprobada por el FIP, invocando una jurisprudencia favorable al régimen y su herencia política que en adelante nunca más se aplicó. Pero ni sería Ramos, ni los dirigentes del partido que merecen un especial reconocimiento por militancia y esfuerzo al organizarlo en todos los distritos provinciales, quienes desistirían participar en los históricos comicios. El FIP inscribió candidaturas propias e impulsó un profundo debate sobre los problemas argentinos. Un tiempo después -en 1987- y como culminación de un extendido debate interno se creó el Movimiento Patriótico de Liberación (MPL) en defensa de Malvinas y de sus combatientes; denunciando el origen doloso de la deuda externa; explicando los motivos de la crisis militar de Semana Santa ; sosteniendo el derecho de las Amas de Casa a una jubilación y al reconocimiento social; adhiriendo al Documento de la Iglesia de Puebla que revalidó el rol de los movimientos nacionales y la Unidad de la Patria Grande. A propósito del tema Ramos señaló “el papel peculiar que la fe religiosa puede jugar como equivalente histórico de las ideologías políticas” (Convención MPL, julio de 1994) La estrategia de la izquierda nacional consistió en marchar junto al peronismo con independencia organizativa. Ramos, y los candidatos gravitaron fundamentalmente por su consecuente defensa de la Revolución Nacional aún a costa del propio caudal electoral. En 1989 se conformó el FREJUPO – por la candidatura presidencial de Carlos Menem- en un gran acto público en La Rioja. Ramos fue designado embajador en Méjico, el único reconocimiento oficial de su prolongada vida política, funciones que le significaron algunas críticas por las contradicciones del gobierno con la plataforma electoral. Abelardo sostuvo expectativas ante la conformación del MERCOSUR, pero la Cancillería de su país no estaba dispuesta a sostener un embajador que -ante la Convención de su partido- expresaba que “la política de ‘apertura’ y ‘modernización’ es llamada erróneamente ‘liberal’ o ‘neoliberal’; decía que su verdadero nombre y contenido es ‘colonial’ o ‘semicolonial’ (…) los gobiernos América Latina la han adoptado (…) se avanza hacia una catástrofe social (…) que deberá ser modificada si el pueblo latinoamericano rehúsa suicidarse”. (*) Ramos falleció el 2 de octubre de 1994 a los 73 años. Su figura sigue gravitando en Argentina y en varios países latinoamericanos por su esencial aporte histórico y político a la autoconciencia de América Latina arrasada actualmente por la globalización financiera, por malos gobiernos, actuales y anteriores, que son razón principal de los flagelos de la pobreza, la corrupción, la desocupación y la marginalidad sin derechos humanos y cuando –por otra parte- Argentina alcanzó el primer puesto en riqueza “offshore”: fortunas descomunales provenientes del esfuerzo económico argentino logradas mediante la evasión de impuestos y el dinero negro. (El “blanqueo” a marzo de 2017 alcanzó los U$S 117.000 millones de dólares superando a Italia, España y Brasil) Ramos se ganó enemigos, tanto en la izquierda liberal como en la oligarquía colonialista, adversarios que definió como una “larga fila de simios y gorilas”. Al transcurrir veintitrés años de su muerte, el peronismo ya no es aquel de los años de Perón que explicó maravillosamente en sus libros. Nuevamente como en ‘55 y ‘76 renovados economistas y “prestigiosos” analistas responsabilizan a Perón por la crisis argentina, confrontan con el Papa Francisco por sostener el populismo latinoamericano y denostan a Ramos por “sus imbecilidades”. A la muerte de Abelardo, Graciela Maturo dijo que ya se advertía “la desolación de un país sin rumbo”. Y es así. La evidente decadencia argentina, que comenzó en el aciago septiembre de 1955, será superada por las luchas de las nuevas generaciones las que en Jorge Abelardo Ramos, en su pensamiento y acción, rescatarán las altas banderas de la Emancipación nacional. Córdoba, enero 23 de 2018 carlos.delcampo11@gmail.com ( * ) “Jorge Abelardo Ramos. ASÍ LO VIERON” (Ediciones Corredor Austral – CICCUS) 2015


*Para INFOGEI- La Plata (Bs.As.) y los 41 medios que la integran

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