Facundo Quiroga en Cuyo

Por Elio Noe Salcedo

De padre sanjuanino, el riojano Juan Facundo Quiroga es una de las figuras más importantes de la historia argentina y particularmente de San Juan y Cuyo entre 1826 y 1835, año éste de su muerte en Barranca Yaco. ¿Qué fue lo que convirtió a Facundo Quiroga durante esa época en una relevante figura histórica de nuestra provincia junto a todo Cuyo y el norte argentino?

En verdad, a poco de profundizar debidamente en nuestra historia provincial, llama la atención que el riojano Juan Facundo Quiroga haya sido durante la época que corre entre el principio y fin de la presidencia de Rivadavia (1826-1827) y la llegada al poder por segunda vez de Juan Manuel de Rosas (1835, apenas después de la muerte de Quiroga), la figura hegemónica del norte argentino y Cuyo, y por lo tanto de la propia historia sanjuanina en esta época.

Cabe preguntarse entonces, qué fue lo que llevó al riojano a convertirse en un indiscutido líder político y sobre todo militar del interior mediterráneo, cuando en realidad no tenía tantos antecedentes profesionales como sus dos más grandes adversario militares: el tucumano Gregorio Araoz de Lamadrid y el cordobés José María Paz; ni tampoco como sus correligionarios del federalismo mediterráneo, destacados gobernadores ellos de sus respectivas provincias, como el cordobés Juan Bautista Bustos, el tucumano Alejandro Heredia y el santiagueño Felipe Ibarra.

Si bien Facundo Quiroga pertenecía a una de las familias más acaudaladas, y a la vez más prestigiosas de La Rioja, no alcanzaban esas prerrogativas para convertirlo sin más en un líder de esta vasta región y ponerlo al frente de sus pueblos como un verdadero caudillo de la causa que los sublevaba.

De capitán de milicias a comandante militar

Aunque no ha recibido en su juventud sino una accidental instrucción militar en 1812 (cuando ya tenía 24 años) en el Regimiento de Granaderos a Caballo por tan solo un mes, entre 1816 y 1818, según nos cuenta su biógrafo David Peña, “Facundo es un eximio capitán de milicias en el Departamento San Antonio de La Rioja”, lugar donde reside su familia y que conforma con otros departamentos del sur de su provincia Los Llanos riojanos. Allí, “bajo las inmediatas órdenes del comandante Juan Fulgencio Peñaloza, adiestra reclutas, organiza milicianos y tiene su tercera compañía sobre la base tan estricta y tan severa, que se le señala de modelo al gobernador Berrenechea”. “Ninguno como él –señala Peña- para la actividad y el esmero en el cumplimiento de perseguir desertores, de preparar y remitir contingentes y auxilios de ganados al ejército nacional”. El primer encargo de responsabilidad militar, ya no bajo el mando de otro, será precisamente el de reemplazar al comandante Peñaloza en 1817, siendo la comandancia la más alta graduación militar en las provincias por entonces.

La tarea de auxilio al ejército nacional que Facundo realiza desde muy joven junto a su padre Prudencio Quiroga –dueño de arrias y transportes de cargas de todo tipo (vacunos, mulares, aperos, pólvora, armas, dinero, etc.) va a ser reconocida por el propio comandante del Ejército del Norte, el general Manuel Belgrano, quien lo recomienda, según lo asegura el propio historiador Vicente Fidel López, “por la actividad y excelencia de sus servicios”. Y el director Pueyrredón lo reconocerá también por esa misma razón, junto a otros vecinos de La Rioja, como “beneméritos de la Patria”.

No debe olvidarse tampoco en esta breve reseña, que La Rioja se incorporó directamente a la causa de la emancipación americana, formando parte dentro del plan del Libertador, de la expedición a Chile que, por el Paso de Comecaballos, obtuvo la plaza de Copiapó al mando de los coroneles Francisco Zelada y Nicolás Dávila. Aparte de sus milicias, La Rioja contribuyó, además, con 900 mulas y mil kilos de pólvora, en cuya recolección y provisión es reconocida también la tarea y la mano de Facundo Quiroga y su familia. “Famatina y Los Llanos –nos confirma Peña- figuran honrosamente en la historia por estos auxilios y colaboración en la causa de la independencia”.

“Ya su fama debió haber corrido de uno a otro confín en 1820”, comenta su biógrafo santafesino, para que el general Güemes, encargado por San Martín de procurar recursos en favor de la expedición al Perú, “le solicitase ayuda como a un jefe de provincia”. Facundo Quiroga le remitirá a Güemes “todo el material de guerra de la división Aldao (después de vencerlo por su invasión a La Rioja), y alguna tropa” (Saldías). El envío de Facundo a Güemes es coincidente y complementario con el del general Bustos desde Córdoba, bajo el mismo pedido de ayuda del general San Martín a las provincias.

Es en el mismo año 20, cuando Gervasio Artigas, reconociendo que “la base de las operaciones y de cálculos son las milicias desparramadas en las campañas”, le hace llegar a los riojanos uno de esos bandos que constituyen el fundamento de la primera expresión autonomista y federal: “En diez años de revolución y en medio de los grandes contrastes –alega el caudillo oriental-, los pueblos deben desengañarse que sus intereses siempre serán mejor administrados por la conducta de sus buenos ciudadanos, para no ver dilapidados y malogrados todos sus sacrificios”. Esta bandera de lucha estará siempre implícita entre los estandartes militares de Facundo, que será el alma de su departamento y los Llanos riojanos, primero, luego de toda La Rioja, y de una vasta región del país, incluido Cuyo, hasta el fin de sus días.

No es ajena a esa importancia adquirida por Facundo en La Rioja -y a su verdadera personalidad y conducta, calumniada históricamente por la diatriba porteña y anti provinciana- la carta del general San Martín de 1823 al mismo Facundo –ya prácticamente árbitro de la situación política en su provincia– solicitándole no derrame sangre en un conflicto interno con los Dávila, que tiene ocupado a Facundo sin que él lo haya generado; y posteriormente una segunda carta del mismo Libertador ante la conducta criteriosa y humanitaria de Quiroga después de vencer a sus adversarios, expresándole “el aprecio por su patriotismo y buen modo de conducirse…”, entre otros elogiosos conceptos. Ese episodio con los hermanos Dávila y otro anterior de igual magnitud en la que Facundo terciaría entre el general Ortiz de Ocampo y Nicolás Dávila, lo llevarán a aceptar la gobernación de la Rioja por tan solo cuatro meses, y pondrán definitivamente a Facundo al frente político de su provincia, aún sin aceptar ejercer nunca más la gobernación provincial. A partir de entonces, el pueblo de La Rioja le comenzará a prestar fervoroso afecto y fidelidad.

De comandante militar a caudillo popular
Ciertamente, desde su provincia natal, y eventualmente fuera de ella (como en la conjura de la sublevación de los prisioneros españoles en San Luis en 1819), Facundo había demostrado tener suma valentía, patriotismo, sensibilidad humana y capacidad de mando.

Un hecho tal vez definitivo y/o definitorio que completa el cuadro de la decidida incorporación de Facundo a la lucha nacional, es su choque con los intereses económicos rivadavianos y porteños. Éste se produce en 1824, cuando el funcionario porteño decide crear una compañía minera en sociedad con los ingleses, queriendo anular la existencia de la compañía provincial que bajo el auspicio del Estado riojano tienen los Quiroga, otras familias riojanas y el capitalista de Buenos Aires Braulio Costa. El intento de Rivadavia por pasar a manos exclusivas de Buenos Aires y de sus socios británicos (con la excusa de representar a la Nación) la Casa de la Moneda de La Rioja y la explotación minera del cerro Famatina, pondrá directa y terminantemente en contra a Facundo del próximo presidente porteño, y será el principio de su fulgurante y vertiginosa carrera militar al servicio de la causa federal contra la constitución unitaria de 1824-1826 y la presidencia ilegítima y no deseada de Rivadavia entre 1826 y 1827.

La hegemonía de Facundo en Cuyo –San Juan, Mendoza y San Luis- y en otras seis provincias del interior mediterráneo –La Rioja, Catamarca. Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy- comenzará de hecho con el rechazo de prácticamente todas las provincias a la Constitución unitaria y porteña y a la presidencia rivadaviana de 1826.

Esta vez fueron los del Interior profundo (Cuyo y Noroeste) –afirma el historiador cordobés Alejandro Franchini- las que reaccionaron más violentamente, acaudilladas por el riojano Juan Facundo Quiroga”. Fue en esas circunstancias que el caudillo riojano reveló en escala regional y nacional su personalidad política y militar. En esa doble condición, Facundo Quiroga resulta durante ese período histórico (1826/1835) la figura más relevante en Cuyo y el Norte argentino y por lo tanto en San Juan, provincia que no le hará mucho honor a su memoria a pesar de haber defendido sus recursos, sus intereses políticos y económicos y sus derechos institucionales.

Desde el mismo momento que se incorporó con total entrega personal a la lucha que por entonces peleaban los argentinos de provincia, Facundo demostrará la fidelidad a esa causa en numerosas y aguerridas batallas al frente de sus paisanos, aunque pagará caro el mayor error de su vida política –su lamentable e inexplicable defección ante Buenos Aires tiempo antes de terminar sus días-, no sin antes intentar reparar el daño ocasionado cuando ya era demasiado tarde y la organización del país bajo una Constitución Federal se postergaría –intereses portuarios de por medio- por dieciocho años más.


Principales obras consultadas: David Peña (1906). Juan Facundo Quiroga. Buenos Aires: Editorial Americana, 5ª edición; Alejandro E. Franchini (2018). Historia de Córdoba (1810-1880). Luchas Política, guerras civiles y formación del Estado. Córdoba: Ediciones del Corredor Austral; Roberto A. Ferrero (1996). La saga del artiguismo mediterráneo. Córdoba: Alción Editora, Alfredo Terzaga (2014). Federalismo nacional o federalismos regionales. Córdoba: Edición del Compilador.

Fuente: Revista.unsj.aedu.ar

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