El último grito del Mariscal López en Cerro Corá

El 1° de Marzo de 1870 se produjo la última y más desigual resistencia de las fuerzas paraguayas en la Guerra contra la Triple Alianza: la Batalla de Cerro Corá donde Francisco Solano López Carrillo, Mariscal del Ejército Paraguayo, enfrentó con 400 paraguayos, aquejados por el hambre y las enfermedades, a más de 4.500 soldados brasileros bien armados bajo las órdenes del General José Antonio Correia Da Cámara. El jefe paraguayo encontró la muerte en la batalla y con la misma se dio por finalizada contienda bélica que enfrentó a Paraguay contra Brasil, Argentina y Uruguay.


Cerro Corá está ubicado en el Departamento de Amambay, muy cerca con la frontera con el Brasil, al sur del Río Aquidabán Nigüí. El Mariscal López había llegado a este paraje atravesando junto a los restos de su ejército numerosas dificultades la sierra del Mbarakajú en dos ocasiones procedente de Curuguaty. El 28 de febrero algunos indígenas llevaron alimentos a las famélicas fuerzas paraguayas y le ofrecieron al Mariscal refugiarse y esconderse en sus carpas puesto que habían visto a las fuerzas brasileras en las cercanías. Solano López agradeció pero rechazó este ofrecimiento pues era plenamente consciente de que los aliados buscaban acabar con su vida a como dé lugar y que prefería morir en batalla antes de ser muerto en rendición.


Llegado el día 1° Marzo los paraguayos se vieron sorpresivamente arrinconados por 4500 soldados del Imperio del Brasil a cuyo mando estaba el General Correia Da Cámara. Los paraguayos que contaban en sus filas con hombres, mujeres y niños, en condiciones lamentables debido al hambre y enfermedades, dieron resistencia como pudieron pero poco pudieron hacer ante la superioridad de las armas del enemigo. Solano López enfrentó al enemigo montado sobre su caballo pero recibiría de por parte de la caballería brasilera una severa herida en el bajo vientre lado derecho y un fuerte golpe en la cabeza. Algunos oficiales paraguayos lo rescataron y lo llevaron como pudieron hacia el arroyo Aquidabán. No obstante el Mariscal es alcanzado por la soldadesca brasilera y por el propio Correia Da Cámara quien le intima a rendirse.


Es en este punto donde entra en escena la frase pronunciada por el Mariscal López que produce división entre los historiadores sobre si dijo “Muero por mi patria, con la espada en la mano” o “Muero con mi patria, con la espada en la mano”. No obstante lo dicho, Solano López no se dejó dominar y sería rematado con un disparo de fusil que acabaría con su vida de una vez. En la desigual lucha también morirían varios oficiales además del Vicepresidente de la República, Francisco Sánchez de 80 años quien decidió pelear pese a su avanzada edad, y el hijo mayor del Mariscal, el Coronel Juan Francisco “Panchito” López de 15 años.


La propia Madame Elisa Alicia Lynch y el resto de sus hijos menores fueron hechos prisioneros de guerra por las fuerzas brasileras. La esposa del Mariscal pudo evitarse los humillantes flagelos a los que indudablemente hubiera sido sometida como el resto de las mujeres paraguayas si no hubiera advertido a los brasileros que era inglesa. A pesar de ello le cupo la tarea autoimpuesta de dar sepultura al cadáver de su esposo el Mariscal López, el cual fue profanado y ultrajado, y su hijo “Panchito” López.Con la muerte del Mariscal López daba por concluida la Guerra contra la Triple Alianza y que le costó a la República del Paraguay el 75% de su población (otras fuentes aseguran más mortandad), la destrucción de sus industrias, el desmantelamiento de su ejército, el retroceso de su economía y educación y la pérdida de gran parte de su territorio a manos de Argentina y Brasil. El fin de la guerra fue el inicio de un largo y doloroso proceso de reconstrucción.

Fuente: Ministerio de Defensa Nacional de la República del Paraguay

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