Netflix, YouTube y el dominio público
“Estamos en un momento en que todo el aparato de la política cultural nacional está trabajando para que haya una ley que imponga un impuesto a las plataformas”, la columna de Víctor Bassuk para El Argentino.
Por Víctor Bassuk*
Es notable, aunque no sorprendente, el crecimiento del consumo de contenido audiovisual aun teniendo en cuenta la merma considerable que se produjo en los últimos meses. Los motivos de este descenso pueden encontrarse en gran parte en el regreso a la presencialidad post pandemia y también en las restricciones de orden económico.
En nuestro país el 93% de los usuarios de internet consumen contenido audiovisual de plataformas. Las mas usadas son Netflix (84%) y Youtube (73%). El uso promedio fue hasta hace poco de cuatro plataformas por usuario. Y descendió a tres. Puede ser que sea ese el motivo de las nuevas medidas adoptadas por la plataforma líder de cobrar el uso en mas de un domicilio, de modo de limitar la práctica de compartir el abono.
La abultada facturación de estas empresas ha despertado la lógica que han tenido los productos culturales de ser gravados, y utilizar lo recaudado para fomentar las producciones nacionales. La lógica es la lógica de la defensa de la diversidad cultural, que es el modo de hacer sustentables los bienes identitarios de una sociedad.
Es una permanente pulseada de intereses que aún no acaba de superar un episodio importante como ha sido la prórroga de la caducidad de los fondos específicos que fomentan el cine, el teatro, la música y las bibliotecas populares, y ya se encuentra una vez mas amenazado por el propósito de volver a la Cuenta Única del Tesoro por parte del Ministerio de Economía.
Todo el aparato de producción cultural independiente, así como los organismos que lo fomentan, principalmente el audiovisual, están debatiendo el impuesto lógico e inevitable a las plataformas de contenidos. El debate, en el fondo, no es por la importante recaudación que esto significa, sino por quién es el administrador de esa caja que, al igual que toda caja, significa un espacio de manejo de poder.
El hecho es que hay algunos pasos que ya fueron dados en este sentido, y que ya sea porque no son tan voluminosos o por simple pereza burocrática no se ponen en práctica. Me refiero fundamentalmente al Dominio Público Pagante que el Art 6 del Decreto-Ley Nº 1224/58 faculta a recaudar al Fondo Nacional de las Artes. Hecho que no se les escapó a las autoridades del organismo, dado que lo incluyeron detalladamente en el inciso c) del art. 100 de la ley de presupuesto del 2020.
Para que se entienda simple: cuando los derechos de autor pasan a dominio público (70 años después del deceso del autor), el Fondo Nacional de las Artes cobra un arancel. En el caso de las plataformas audiovisuales es un monto menor, ya que se aplica a aquellos artistas fallecidos antes de 1952 y las películas del llamado “cine clásico” tienen un consumo marginal, pero en las plataformas musicales (Spotify, Apple Music) el consumo de temas de compositores fallecidos antes de 1952 es efectivamente masivo.
Estamos en un momento en que todo el aparato de la política cultural nacional está trabajando para que haya una ley que imponga un impuesto a las plataformas. La noticia será destacada al momento de sanción de la ley, que por otro lado abulta el currículo del legislador. Poner en acción lo legislado no conlleva prestigio alguno, pero es lo que debe hacerse. Que no sea, pues, mas importante legislar que gestionar. Ambas acciones tienen que ser dos actos de una misma obra.
*Víctor Bassuk es cineasta, productor y ex funcionario del INCAA.
Fuente: elargentinodiario.com.ar