Cultura Nacional, alpargatas y libros II

Por Omar Auton

“El pensamiento nacional es una experiencia reflexiva que, pretendiendo derribar las barreras determinadas por contenidos ideologicos concebidos en otras geografías, coloca a lo nacional en el centro del análisis.” Francisco Pestanha.

Cuando titulé el artículo anterior, algo sonaba en mi inconsciente, algo me decía que no estaba siendo original, cosa difícil en quien asume ser un Salieri de los grandes hombres y mujeres del pensamiento de la patria, y entonces recordé un libro del maestro Fermín Chávez titulado “Alpargatas y libros, Diccionario de peronistas de la Cultura” cosa que no solo no me molestó sino que me llevó a ir a mi biblioteca para releerlo.

Es en su homenaje que voy a tratar de ser fiel a un propósito, hay grandes hombres y mujeres que escriben para ayudarnos a pensar y habemos otros que simplemente lo hacemos para ayudar a aquellos que buscan caminos y señales para encontrarlos. En en este caso recorreremos instancias de nuestros compatriotas, al igual que en el trabajo anterior la omisión de alguno no es deliberada, solo pretendo dos cosas, demostrar que existen corrientes de pensamiento en el derecho, la historia, la filosofía, la antropología, etc., surgidos en estas tierras y, en segundo lugar, por eso mismo tan valiosos o más que los europeos, ya que si todo pensamiento es situado es porque emerge de una historia, de valores y experiencias que no se transfieren ni se pueden aplicar en abstracto.

A riesgo de ser reiterativo o aburrir deseo dejar en claro cuál es la idea de estos trabajos. Muchas veces se habla que hay dos modelos en el pensamiento económico o dos modelos en el proyecto de país, y es verdad, solo que una verdad parcial.

Si nos atenemos a la definición de “Cultura” como el conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones, mitos, valores, costumbres, que caracterizan a un pueblo, que definen su identidad y constituyen el “alma” de su nacionalidad, los países como el nuestro sufren a lo largo de la historia la bicefalia de dos culturas, una “importada”, que, en general responde al carácter dependiente de ese país que no solo posee un aparato productivo y una economía organizados de acuerdo a las necesidades de su metrópoli sino que hasta sus expresiones artísticas y espirituales suelen ser productos de la admiración y reverencia por las expresiones de la misma.

En contraposición, los pueblos sostienen, muchas veces en forma oculta y/o disimulada, muchas de sus expresiones propias, las que vienen de los más profundo de su historia, en algunos casos se produce un mestizaje y surgen formas que nacen de ese choque de culturas, que siguen siendo propias en la medida que no son una copia de lo “extranjero” sino algo nuevo u original.

La relación metrópoli-colonia, tiene dos variantes, una fue por ejemplo la de Inglaterra con la India, o la de Bélgica con el Congo, donde la población sometida no tenía derecho a gobernarse, estaban directamente ocupados por un ejército extranjero y el andamiaje jurídico era impuesto y muchas de sus formas culturales prohibidas. La otra variante, la de la llamada semicolonias, por el contrario, no exhibe una ocupación política, jurídica y militar por parte de la potencia dominante, la sumisión es económica, su economía, como dijimos anteriormente, se organiza para abastecer a la metrópoli y a cambio recibe de esta lo que produce, por lo general envía materias primas y alimentos a cambio de manufacturas.

Este segundo tipo de dominio se sostiene en base a que los dominados no adviertan su situación o la acepten mansamente, aquí entra a tallar el manejo del aparato cultural, educativo y simbólico, la “cultura oficial” expresa el pensamiento de los sectores sociales, políticos y económicos vinculados al modelo semicolonial, cultura que sostiene la relación dominante-dominado.

Para ello, el sistema educativo es central, se enseña una historia fraguada, una literatura amañada y se construye el panteón de héroes modélicos (El Sarmiento que nunca falto al colegio, el Rivadavia incomprendido por la chusma o el San Martín que cruzo los Andes en un caballo blanco).

Cuando el pueblo de la colonia se rebela y expulsa al invasor, las categorías ellos-nosotros están claras, cuando eso ocurre en la semicolonia todo es más difícil porque entre “ellos” hay algunos de nosotros y entre “nosotros” se mueven algunos de los de ellos.

Cuando en la Argentina nace el llamado Revisionismo Histórico se revisa la historia oficial, se la contradice, pero muchas veces se cae en un maniqueísmo inconducente, todo lo que para la historia dominante era bueno es descalificado y lo que era malo se lo reivindica, es como la otra cara pero de una misma moneda, así Mariano Moreno es descalificado como liberal por su obra “La representación de los hacendados” y por ende pro inglés, ignorando que también escribió el “Plan Revolucionario de Operaciones”, que Sarmiento haya escrito el Facundo y pronunciado muchas de las frases más deleznables de nuestro pasado no lo convierte en “porteño” y oculta sus posiciones respecto de éstos, tomar a los hombres de la historia sin matices, sin contradicciones es negar los procesos históricos, los momentos, los cambios en los individuos.

Es conocido que Bolívar intentó varias revoluciones y fracasó en todas, su pueblo, los indios, negros y mestizos no lo acompañaban, lo veían como un “mantuano” es decir la clase dominante, en su exilio en Jamaica fue protegido por Alexandre Petión, quien le dio los recursos para que regresara a Colombia exigiendo a cambio que se comprometiera a liberar a los esclavos, Bolívar lo hizo, regresó, anunció esto y logró que el pueblo de Colombia lo acompañara y aseguro el éxito de su proyecto, ahora bien, ¿eso significa que hubo “dos” Bolívar?, de ninguna manera, hubo alguien que fue creciendo en su comprensión de la realidad y modificó su proyecto, supo ver y aprender, los esquematismos no lo podrían entender.

Dicho esto, queda claro que avanzar en el conocimiento del pensamiento nacional, argentino y americano tiene por objetivo rescatar del anonimato y del ocultamiento a las mujeres y hombres que pensaron, escribieron y lucharon para liberar América del Sur de “toda dominación extranjera”, pretende librar la batalla cultural por la emancipación que es previa a la liberación política o económica, y de ninguna manera “borrar” u ocultar a aquellos que, más allá de su talento personal, actuaron como voceros y expresiones de la cultura colonial, nadie niega la calidad literaria de un Borges, Martínez Estrada o Victoria Ocampo, solo que si su obra hubiera sido escrita en inglés o francés nadie podría descubrir sus orígenes, ya que aun cuando miraron el país lo hicieron con las anteojeras de su anglo o francofilia.

¿Existe un Pensamiento Nacional?-

Deliberadamente en este subtitulo he plagiado el título de una obra capital de mi amigo Francisco “Pancho” Pestanha (1) porque la usaré como guía para ir desentrañando el tema, básicamente algunos de los conceptos de su decálogo.

Es imprescindible: 1) Seguir el desafío jauretcheano ¿Especular sobre razones o razonar sobre realidades?, traducido por el Papa Francisco como “La realidad es siempre superior a la idea”, se trata de querer saber exactamente como somos, 2) El pensamiento siempre es situado, se emplaza en un lugar y un tiempo determinado 3) Es un craso error pretender la autonomía absoluta, hay una intertextualidad en el pensamiento que no anula la aspiración de desarrollar una mirada propia sobre nosotros mismos, 4) Pensar en nacional implica un desafío vital, que se orienta siempre hacia el “ser” es una pulsión hacia la vida y además tiene como objetivo la identidad colectiva, entiende la historia del hombre como una sucesión de eventos de cooperación-confrontación, es “multígeno” al decir de Scalabrini Ortiz y aspira a mantener la mayor autonomía posible respecto de la producción simbólica de los centros tradicionalmente exportadores de paradigmas, pretendidamente, “globales”.

Desde este gran universo no debemos temer las diferencias y debates, es más debemos promover su conocimiento y ejercicio pero desde el prerrequisito excluyente de no permitir hegemonías ni descartes o descalificaciones, en lo personal tengo diferencias con cierto nacionalismo clerical y tradicionalista como los Irazusta o Ibarguren, pero son parte indiscutible del Pensamiento Nacional, como lo son desde el marxismo Hernández Arregui, Puiggrós o Ramos.

Alguna vez leí que para Perón había dos tipos de libros: los que sólo se deben leer y los que además constituyen una fuente de estudio, indudablemente cuando hablamos de la obra de Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Fermín Chávez, José María Rosa, Juan Domingo Perón o Jorge Abelardo Ramos, por solo citar a algunos nos referimos a libros para ser incluidos en el segundo grupo.

Cuando vemos que el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires lleva el nombre de Gino Germani, quién fue convocado por el interventor de la contrarevolución fusiladora, José Luis Romero a organizar la carrera de sociología y lo hizo como remedo local de pensamientos europeos siendo el creador de la asimilación del peronismo al fascismo en las cátedras del pensamiento colonial, nos preguntamos sino estamos ante el símbolo mismo de ese pensamiento.

Pocos argentinos han reflejado mejor que Jauretche en apenas tres libros el nudo gordiano de la sociedad argentina, “El Medio Pelo en la sociedad Argentina”, “Manual de Zonceras Argentinas” y “Los profetas del odio” deberían ser objeto de lectura y estudio desde la escuela secundaria sin embargo han sido sepultados en el olvido, más allá que sus sucesivas reimpresiones revelan el interés de los argentinos que buscan develar la verdad de nuestra realidad por esas obras.

Pocos han desarrollado una investigación histórica tan exhaustiva como José María Rosa, sin embargo la historia mitrista sigue vigente en los programas de los tres niveles de la educación argentina, nadie ha aportado más que Fermín Chávez para desarrollar una “Epistemología de la Periferia” o conocer una corriente de pensamiento como el historicismo de Herder o Vico, demostrando que hay más escuelas que el positivismo o el iluminismo, pero siguen ignorados.

¿Alguien puede desconocer el gigantesco trabajo de Rodolfo Kusch para producir una mirada antropológica y filosófica americana?, sin embargo no vemos los seminarios, congresos y estudios originados en los grandes “centros del pensamiento” local, en las universidades y academias saturadas de debates del postmarxismo, el post modernismo y la crisis europea que hace años que no produce nada más que el lastimoso gemido de la decadencia de su intelectualidad en las primeras y el olor a humedad y vejez patética de las segundas.

En un país que nace del fracaso de la construcción del Estado-Nación americano y que como parte de esa derrota prolonga una frustración de dos siglos, deberíamos ver un estallido de debates, investigaciones, lecturas y relecturas de nuestros maestros, incluso de los contemporáneos. Ninguna revolución se produjo sin ser precedida de una gran convulsión en las artes, las letras, el pensamiento filosófico, si no habría habido revolución francesa sin Montesquieu, Rousseau y Voltaire, no habría habido revolución peronista sin revisionismo histórico, sin FORJA, pero los peronistas buscan sus raíces ahora en Gramsci, Laclau, Váttimo o Habermas.

“O inventamos o fracasamos” le decía Simón Rodríguez a Bolívar, instándolo a no copiar pensamientos, formas u organizaciones, que había que crear, ser atrevidos.

Si analizáramos que fue lo que hizo inmortales a Lenin, Mao, Nasser, Gandhi o De Gaulle, fue que conocían su tierra y su pueblo como nadie en ese lugar y ese momento, por eso desde sus raíces, su cultura, sus creencias y su historia propusieron un camino y sus pueblos los siguieron, porque encarnaban el ethos de ellos.

El mismo significado tuvieron aquí los caudillos del interior, Rosas, Yrigoyen o Perón, cada uno en su época supieron ver lo que pasaba en su tierra, sus dolores y esperanzas y la respuesta que construyeron se enraizaba profundamente en esa geografía y el alma de su pueblo, por eso el ataque, el silenciamiento y la persecución provino de aquellos que representaban el pensamiento foráneo, los intereses mezquinos y subalternos de la dependencia, sus intelectuales, políticos y militares, porque si hay un pensamiento nacional hay un pensamiento colonial y este goza del poder que le brinda ser sirviente del poder extranjero y esto es así en Argentina y en toda Iberoamérica.

Por eso es necesario entender que el problema político argentino no es de derechas o izquierdas, esta dicotomía además de ser la expresión de una realidad europea no permite ver con claridad los intereses en pugna. Si pretendemos representar con “Derecha” los intereses de los sectores dominantes y con “Izquierda” los de los sectores populares, ¿cómo definimos a loa ayatollahs iraníes que derrocaron al Sha y recuperaron la riqueza petrolera para su país? o en EE.UU ¿cómo definimos a Biden que ganó con el voto de los sectores “progresistas” de su país y no vacila en bombardear Yemen, Siria, o empujar a la OTAN a la guerra en Ucrania?

En nuestro país eso es aún más fácil de visualizar, ¿Cuáles eran la izquierda y la derecha en 1946 cuando los partidos Socialista y Comunista marchaban del brazo con el presidente de la Sociedad Rural y el embajador yanqui Spruille Braden? , ¿Cuáles eran la izquierda y la derecha cuando Aramburu fusilaba obreros en los basurales de José León Suarez y el Partido Socialista por boca de Américo Ghioldi anunciaba que “Se acabó la leche de la clemencia”?, ¿Cuáles eran la izquierda y la derecha cuando el dictador Videla era defendido por el partido Comunista para “Evitar un pinochetazo”? ¿Dónde encontramos hoy la izquierda y la derecha cuando los diputados de Juntos por el Cambio y los de la izquierda (Del Caño, Bregman, etc.) más allá de discursos flamígeros votan al unísono en contra de cualquier proyecto del peronismo, aunque sea un impuesto a las grandes fortunas?

Esta digresión es solo aparente, lo primero a tener en claro es que hay que abandonar los debates y visiones que nos impone el aparato cultural de la dependencia, luego hay que reencontrar nuestros verdaderas cuestiones, nuestras verdaderas antinomias y como se expresaron a lo largo de la historia y finalmente ver con claridad cómo se manifiestan hoy y como construye hoy nuestro pueblo cultura nacional como forma de resistencia.

Esto requiere romper prejuicios y soberbias, el tango tuvo que atravesar junto con nuestro folklore muchas peripecias hasta imponerse como expresión popular y ganar espacio en los medios de comunicación, el rock nacional fue descalificado por muchos tangueros o admiradores del folklore hasta que se impuso como expresión de la juventud de ese momento, hoy muchos rockeros miran de soslayo a la cumbia, el trap u otras manifestaciones, repitiendo el ciclo, quizás se trata como decía un verso de un hermoso tema del rock nacional de “Me voy corriendo a ver, que escribe en la pared la tribu de mi calle, la tribu de tu calle”.

Bibliografía.-

1)” ¿Existe un Pensamiento Nacional?”; Francisco José Pestanha; Ediciones Fabro; Buenos Aires; 2011

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