La Capital Federal es de todos los argentinos
Un texto de 1991 que nos habla del presente y anticipa el retroceso histórico que significó la autonomía de la ciudad de Buenos Aires, consagrada en la reforma del 94.
Por José A. Yelpo
Junio de 1880. Carlos Tejedor y el General Roca están frente a frente. El presidente Avellaneda se ha refugiado en el caserío de Belgrano; los porteños amenazan asesinarlo. Tejedor es el candidato a la presidencia por la ciudad-puerto y el puntual de la resistencia a la federalización de Buenos Aires. Roca tiene tras de sí a las provincias y al Ejército Nacional. Personifica el símbolo de los nuevos tiempos y es el candidato de la unidad nacional. Su primer objetivo es dar una Capital Federal a la república.
Esta cuestión estratégica para el desenvolvimiento del estado argentino había sido la pesadilla de todos los gobiernos desde el año X. Como señala ciertamente Jorge A. Ramos, los conflictos entre la administración provincial y “el huésped” nacional, incesantes, “se resolvían siempre en detrimento de la autoridad nacional, que carecía de ciudad, de puerto, de rentas, y en consecuencia de poder”.
Quienes sostenían los viejos intereses de la provincia de Buenos Aires, orgullosos de la prosperidad de su ciudad –llave del comercio de exportación e importación- no estaban dispuestos a renunciar pacíficamente a sus privilegios. Las miserias de las provincias y el porvenir de los criollos allende el Arroyo del Medio, no turbaba a sus plácidos sueños localistas.
Así las cosas, no serían las palabras ni las urnas las que saldaran la cuestión. Entre el 20 y el 22 de junio se libran los sangrientos combates de Barracas, Puente Alsina y Corrales. Tres mil muertos jalonan el camino de la capitalización de Buenos Aires.
Este último acto cerraba un ciclo histórico de enconados enfrentamientos entre Buenos Aires y las provincias. Se materializaba, al fin, un solo Estado Nacional desde La Quiaca a Tierra del Fuego, una ciudad capital de todos y para todos los argentinos.
Buenos Aires, mal que les pese a los que orquestan la campaña por la “elección popular” del intendente, pertenece a la órbita del Ejecutivo Nacional por delegación de todas las provincias argentinas. Sólo ellas pueden cambiar lo que las sólidas argumentaciones históricas y jurídicas han realizado. Lo demás, “es puro cuento”.*
* La Capital Federal es de todos los argentinos. Columna publicada en La Patria Grande, Año X, N° 54, octubre de 1991.