El inolvidable Jorge Coscia
Hace un año despedíamos a Jorge Coscia bajo una áurea fulgurante en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional. Y hoy nos damos cuenta cuánto nos hace falta.
Por Víctor Ramos*
Inconformista, atrevido e irreverente. Gran anfitrión, amigos de los amigos y enemigo de los enemigos. De enemigos recuerdo un episodio cuando le dio una trompada a un periodista de espectáculos. El tema había sido así. El redactor había escrito una crítica feroz a la primera película de Jorge, “Sentimientos”, también llamada “Mirta, de Liniers a Estambul”. Este artículo lo deprimió mucho y la cosa quedó así. Años después, en el bar La Paz de la avenida Corrientes, se encuentran en una misma mesa el periodista y el director con amigos comunes. La charla fue cordial, Jorge había superado la bronca de esa vieja crítica que consideraba injusta y no tocó el tema que para él estaba terminado. Ya finalizada la conversación, el crítico de espectáculos se pone de pie y le dice a Jorge: “pensar que publique una crítica a tu película Sentimientos sin haberla visto”. Jorge se puso rojo y se le pararon los pelos.
-¡Ah, entonces sos un irresposable hijo puta!
Y se le tiró encima por arriba de la mesa. Tuvimos que sacarlo entre cuatro amigos. Ya vemos lo que pensaba del periodismo venal. Mil historias, que ya contaremos de las pasiones de Coscia.
La mayor irreverencia que tuvo fue la de mudar la sede de la entonces Secretaria de Cultura de la Nación -hoy ministerio- de la coqueta avenida Alvear 1690 a la Villa 21 de Barracas en la populosa avenida Iriarte 3500. “Jorge nos enseñó con sus decisiones. Haber puesto la Casa de la Cultura en la Villa fue una cosa extraordinaria” dijo el padre Pepe en su despedida y agregó “con esta resolución nos elevó como barrio, porque siempre en la villa hay que ir a buscar las cosas afuera y Jorge que tiene el pensamiento nuestro entendía que lo bueno tenemos que ponerlo en los barrios populares. Por eso Jorge nos ha iluminado”.
Ha ce un año, Matías González, trabajador de la Casa de la Cultura y vecino del barrio, le entregó a Paloma una remera que llevaba la inscripción de una frase de Coscia: “Cuando llego a la Villa 21 encuentro ternura, entrega, emoción, esperanza y alegría”. La mudanza de las oficinas públicas a la Villa no fue simbólica, fue real. El entonces Secretario de Cultura de la Nación atendía en su despacho en la Villa de Barracas. Allí concurrieron asombrados los embajadores de España, Italia, Suecia, entre otros diplomáticos. El embajador de Francia encantado recorrió el barrio por sus pasillos y un perro solo le rasgó la botamanga del pantalón.
Jorge Coscia no es historia porque todas sus acciones en vida vienen dando frutos ayer, hoy y seguramente mañana. Coscia fue leal por siempre a las banderas nacionales y revolucionarias que abrazó desde su adolescencia y como Arturo Jauretche, no fue reconocido cabalmente hasta su muerte. Como todos los pensadores del campo nacional y popular fue rechazado por el sistema cultural oligárquico y el de la izquierda cipaya llamada progresista. Militante de la Izquierda Nacional, que liderara Jorge Abelardo Ramos, abrazó las banderas del peronismo y la Patria Grande.
Lo conocí cuando fue -por poco tiempo- estudiante de medicina en la UBA y con un puñado de compañeros de la Agrupación Universitaria Nacional (AUN) ocupó el rectorado de la universidad durante la dictadura del general Agustín Lanusse. La lucha por el retorno del general Perón nos encontró en el PSIN, Partido Socialista de la Izquierda Nacional. Finalmente en el FIP, Frente de Izquierda Popular que 23 de setiembre de 1973 llevó la fórmula Perón – Perón que aportara un millón de votos al triunfo de Juan Domingo Perón.
Luego, Jorge Coscia dejó sus estudios de medicina para ingresar a la carrera de cine en el ENERC y realizó películas que son íconos de la cultura nacional entre ellas como señalamos más arriba, “Mirta de Liniers a Estambul” donde relata con una maestría inigualable el exilio argentino durante el proceso militar de 1976, “El general y la fiebre” sobre la lucha de José de San Martín, o “Cipayos” un musical que con su nombre lo dice todo. Fue autor de varios libros entre los que se encuentran “Juan y Eva”, El bombardeo” y “La caja negra¨. Fue designado como titular del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Durante su gestión se filmaron más películas que en cualquier otro momento de la historia del cine argentino.
En su período al frente del INCAA enfrentó los grandes intereses de la industria cinematográfica extranjera logrando algo inimaginable para la época: el INCAA obtuvo la autonomía económica y esto posibilitó que durante su tiempo en la conducción del organismo y hasta el día de hoy, ningún productor pequeño o grande pudiera dejar de filmar. También adquirió para el Estado Nacional el histórico cine Gaumont y promovió “Espacios INCAA” en todas las provincias. Miles de jóvenes conocieron un cine por primera vez en estos nuevos cines recuperados. También llevó las salas INCAA a las ciudades de Los Ángeles, Madrid, París, Roma y Beijing entre otras para promover el cine argentino en el mundo. “La cultura argentina conquista el mundo” tituló el diario El País de España el 8 de octubre de 2005. En declaraciones a este mismo diario Rafael Bielsa señaló: “El éxito que estamos viviendo viene a confirmar el acierto de una política de Jorge Coscia”.
Coscia fue impulsor del Decreto 1914/06 que reconoció a los actores, actrices, bailarines y balarinas para administrar por si mismos los fondos de sus derechos intelectuales. Como diputado nacional presentó el proyecto de restauración del edificio histórico “El Molino” para la realización de un Centro Cultural dependiente del Congreso Nacional y hoy estamos viendo sus frutos. Más de 24 Casas de la Cultura del Bicentenario están de pie por su impulso. Los inolvidables festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, el 25 de Mayo de 2010 fueron la propuesta de Jorge Coscia que en el aire tomó la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Festejos populares que congregaron a más de seis millones de personas a lo largo de la semana que contrastaron con la selecta gala del Teatro Colón organizada por el entonces jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri.
Cristina Fernández escribió en Twitter: “Lo conocí cuando todavía no lo conocía, a través de su película “Mirta, de Liniers a Estambul”: el retrato de una generación marcada por la tragedia y el exilio. Jorge Coscia, gran secretario de Cultura, artista y, sobre todo gran compañero. Mis condolencias a su familia y amigos”. Lo que no se entendió en ese momento fue porque lo despidió intempestivamente de la Secretaria de Cultura. Seguramente se debió -ahora interpretamos mejor- a las presiones de La Cámpora y su de hijo, que pasaron a controlar el área cultural. Recuerdo en la despedida de Jorge a representantes de las colectividades boliviana y paraguaya, productores de cine, actores, funcionarios y legisladores del gobierno nacional. Luego de las exposiciones de Norma Andia, representante de la colectividad boliviana y de Mónica Ruejas dirigente de Villa Los Piletones, el diputado nacional y amigo de Jorge, Eduardo Félix Valdés, dijo dirigiéndose a Paloma: “Podes estar orgullosa de tu padre. En este momento con la presencia del Padre Pepe, y los compañeros de los barrios populares estamos viviendo una síntesis del gran servicio que nos dejó Jorge al pueblo argentino y al país.” El padre Pepe finalmente dijo que “la Casa de la Cultura de Villa 21 debía llevar el nombre de su fundador, Jorge Coscia”. En ese sentido es la sentida carta que despacharon en el día de la fecha al Presidente de la Nación Alberto Fernandez, los vecinos de Villa 21.
* Director de Patria Grande