La mano de obra barata del imperialismo del dinero

Por Rafael Sagárnaga

Su más reciente libro, Nada por lo que pedir perdón, abrió una polémica con el propio presidente de México. Marcelo Gullo Omodeo, el escritor argentino afecto a la revisión de la historia, le planteó un debate abierto que hasta ahora no ha sido respondido. Es más, según un reportaje de Infobae, escrito por Claudia Peiró, tres de sus libros están censurados en varios países de Hispanoamérica. Por eso, se venden con éxito y mayoritariamente por servicios de internet. Gullo conversó con OH! sobre una postura en relación a la llegada española que rompe varios esquemas y golpea a varios frentes.

– Unos califican la llegada de los españoles a América como una conquista, otros como una invasión, otros como el encuentro de dos mundos. ¿Cómo la define usted?

– Como la liberación material y espiritual de los pueblos de América. Fue la liberación de los pueblos de América de la casta sacerdotal que los oprimía y de los imperialismos que los oprimían. Es lo que oculta, primero, la falsa historia de América contada por el liberalismo, por la derecha liberal, por la oligarquía hispanoamericana aliada a Inglaterra. Y después, también por la izquierda, cipaya, que toma ese mismo relato que había elaborado la oligarquía.

Esa historia oculta que cuando Hernán Cortez se encuentra con lo que hoy llamamos México descubre una situación que parecía pesadilla. México no era una nación, era una pluralidad de naciones que habían sido dominadas por una de ellas, por la nación azteca. Esta nación azteca había constituido un imperialismo, como todos los imperialismos, dominando a los otros pueblos, pero con una particularidad única en la historia: este imperialismo azteca no les pedía a los pueblos que sojuzgaba horas de trabajo, es decir, no le pedía plusvalía. No les pedía su materia prima.

Les pedía a sus hijos, a sus mujeres, sus hermanos o a sus nietos para llevarlos a un altar en Tenochtitlán, a la pirámide, para sacrificarlos. Requería personas para ser sacrificadas, pero no pedía una o diez personas por semana para hacer un acto religioso. Pedía decenas, decenas y decenas de seres humanos. ¿Por qué? Porque no se trataba de un acto religioso, el acto religioso era la excusa para matar a esas personas y partir sus cuerpos en pedazos, como si fuesen pollos o cerdos. Luego, la clase sacerdotal y la clase guerrera se los comían. El pueblo no, el pueblo también estaba sometido a esa tiranía de la clase guerrera y de la casta sacerdotal.

– ¿Y pasa algo parecido más al sur? Pienso en Colombia y en Perú.

– Cuando los españoles llegan a la actual Colombia, se encuentran con una nación llamada los pijaos. Los pijaos se dedicaban a atacar, entre otros pueblos, a los chibchas, a matar a sus hombres y capturar a sus mujeres. A estas mujeres capturadas las tenían encerradas como si fueran vacas. Les hacían tener hijos y, cuando el hijo tenía 12 años, se comían a sus propios hijos. Es decir, la nación pijao estaba exterminando a la nación chibcha.

Ciertamente, no era el caso del Perú. Allí el Imperio inca, conducido por los quechuas, perseguía la antropofagia. El Imperio inca perseguía la antropofagia de los guaraníes, que también era un pueblo antropófago. Sin embargo, también el Imperio inca había conquistado a otros pueblos por la fuerza, era un imperialismo embrutecedor que hacía, como antecedente del nazismo, con las pieles de los guerreros vencidos, tambores. Un imperialismo que bebía chicha en el cráneo de los vencidos delante de sus hijos.

– ¿Cómo obraron los españoles en ese escenario?

– España, a pesar de los errores cometidos, termina con el imperialismo azteca y termina con el imperialismo inca. Pero no hubo ejército de invasión español. No se puede decir, sería ridículo, que el ejército de Cortez, con 400 hombres, pudo derrotar al imperialismo azteca. que tenía un Ejército de 200 mil hombres. No hubo invasión porque no había ejército invasor. Era, apenas, un grupo minúsculo de españoles.

Para vencer al imperialismo antropófago de los aztecas, Cortez hizo algo muy sencillo. Les dijo a los pueblos oprimidos por los aztecas: “Señores, ahora voy a mandar yo, pero tengo un proyecto más justo porque se va a acabar la antropofagia”. Si uno se pone del lado de los oprimidos, como debe ponerse todo hombre de izquierda, entonces los oprimidos eran los tlaxcaltecas, los totonecas … Si uno se pone del lado de los oprimidos, evidentemente hubiese marchado con Cortez para vencer al imperialismo más atroz, que conoció la historia de la humanidad, que fue el imperialismo azteca.

Si uno se pone del lado de los pueblos oprimidos, como eran los chancas y los huaylas, que habían sido conquistados y explotados por el Imperio inca, entonces también entiende por qué estos pueblos acompañaron a Pizarro para derrotar, en el Cusco, al imperialismo, embrutecedor y explotador que habían levantado los quechuas. Por eso, digo, que hubo, una liberación de América. Liberación de los imperialismos, pero también liberación de una casta sacerdotal que había hecho de la religión el opio de los pueblos. Lo que había era una religión del terror, una cultura del terror y la muerte.

– ¿Qué evidencias o pruebas hay de esa cultura del terror?

– El arte es la expresión del espíritu de los pueblos. Cuando vemos el arte precolombino, son rostros de dolor y muerte. No vemos un solo rostro alegre en el arte precolombino, no hay un solo rostro alegre. Son todos rostros de dolor, de muerte, porque es lo que sufría el pueblo. El pueblo sufría y tenía miedo.

– ¿Qué otras pruebas hay de esa historia tan poco revelada?

– La principal prueba de hoy, y que se oculta sistemáticamente, es que, cada vez que se hace una excavación para ampliar el metro de México, o para fortalecer los cimientos de la Catedral de México, encontramos paredes gigantescas. Esas paredes no están construidas de ladrillo ni con piedra. Están construidas con cráneos humanos. Se entiende entonces, ahora sí a ciencia cierta, como todos los templos estaban construidos con cráneos humanos. Se puede saber la cantidad de cráneos humanos que había por metro cuadrado.

Lo dicen historiadores proaztecas, proindigenistas, como fueron historiadores norteamericanos, como Prescott. Él calculaba que la cifra que los aztecas mataban por año eran 20.000. Pero, además, Prescott decía “no me atrevo a decir que la cifra de 150.000, dada por otros autores, sea falsa”. Es decir, estamos delante de una cantidad de testimonios historiográficos que fueron ocultados, pero también de testimonios materiales que descubrimos día a día.

Pasa lo mismo cuando encontramos en las montañas de los Andes momias de niñas, se fueron sacrificadas. Esas niñas eran de los pueblos que los quechuas habían conquistado. Y a esas niñas de otros pueblos las dejaban en una montaña hasta que las parta un trueno o se mueran de frío drogadas con coca y alcohol. Entonces, estamos delante de un imperialismo inca.

– ¿Qué opina de autores, por ejemplo, como Bartolomé de las Casas que acusaron a los españoles de diversas atrocidades?

– Bartolomé de las Casas fue el más grande mentiroso de la historia. Así lo calificaba José Hernández Arregui, marxista argentino. También Abelardo Ramos, marxista trotskista, quien decía: “Los enemigos de España se lanzaron con el libro de De Las Casas como las moscas a la miel”. Y explicaba que el imperialismo anglosajón y el imperialismo holandés encontraron en De Las Casas la justificación está para combatir a España, a un mentiroso gigantesco de la historia.

Yo compruebo en mis libros cómo De Las Casas mentía hasta cuando no era necesario. Era un mentiroso compulsivo. Y esto está también comprobado en la época porque hubo otros sacerdotes que sí defendieron a los indios realmente. Uno de ellos fue Fray Toribio de Benavente, llamado por los indios “Motolinía, el pobre”.

Motolinía era un franciscano que vivió con los indios que sufrió con los indios y denunció los abusos de los españoles. Pero los denunció con nombre y apellido para que la justicia pueda actuar sobre ellos. Sin embargo, Bartolomé de Las Casas nunca dice quién cometió el delito o el asesinato. No dice nunca, ni quién ni cuándo porque es obvio que está mintiendo y no podía afirmarlo.

– ¿Cuál su objetivo? ¿Qué hacía?

– Mientras fray Toribio vivió siempre como un pobre, ya que era franciscano, De las Casas vivió como un príncipe. Se hacía importar los mejores vinos y las mejores prendas de Europa. Cobró los sueldos más altos que jamás cobró ningún español en América. Jamás conoció ningún indio, salvo al indio que le había regalado su padre. Jamás aprendió la lengua a los indios.

Fray Toribio escribió una carta dirigida al emperador, que es una carta documento, por la que uno puede ser juzgado. Allí dice que no entiende cómo escuchan a ese hombre. Y acusa a De las Casas de ser un mercenario y un falso sacerdote que no celebra nunca misa, no bautiza y no confiesa. Es decir, no cumple con las labores normales de cualquier sacerdote.

Fue el más grande mentiroso de la historia, mintió de principio a fin. Y es la fuente de la cual se han valido el imperialismo holandés y el imperialismo anglosajón para crear la leyenda negra.

– ¿Cuál el propósito para crear esa campaña con la leyenda negra?

– Si se le inculcaba esta leyenda negra a ese pueblo mestizo, renunciaba a una parte de su ser. Y se sabe que cuando alguna persona renuncia a una parte de su ser, queda traumada con un trauma histórico y sociológico del cual no puede salir nunca. Ese es el objetivo de las potencias imperialistas que usan para ello el libro de Bartolomé de Las Casas. Lo usan para destruir la unidad de ese pueblo continente que se extendía de California a Tierra del Fuego.

– ¿Cómo cuaja esto como una especie de dogma histórico, tanto que lo aceptan izquierdas y derechas? Mientras tanto España y otros pueblos no la cuestionan.

– Esta leyenda negra la han aceptado la izquierda y la derecha cipayas. La leyenda negra fue combatida por el gran socialista argentino, creador del término Patria Grande, que fue Manuel Ugarte. También fue combatida por José Hernández Arregui, marxista nacional argentino. Igualmente, fue combatida por Jorge Abelardo Ramos y el mexicano José Vasconcelos.

Cuando denunciamos la leyenda negra, no quiere decir que España no cometió un pecado. España, cuando peca, peca mucho. Pero cuando vemos el conjunto de las obras realizadas, son más las acciones positivas que las negativas. Lo que se creó fue un pueblo nuevo, distinto, distinto del que estaba y distinto del que vino, un pueblo mestizo.

– ¿Cuáles han sido los mayores excesos y abusos de España? Pienso, por ejemplo, en el saqueo de Potosí o de Huancavelica

 Ahí hay una serie de mitos extraordinarios porque de la producción de plata y oro de América solo salió el 20 por ciento. El resto se usó para construir el proceso de desarrollo más gigantesco de la humanidad. En 40 años se construye todo un andamiaje de ciudades y caminos desde México hasta Córdoba. Se construyen 33 universidades, cientos y cientos de hospitales, hospitales para negros, para indios, para pobres, para ricos. Olvidamos que la Ciudad de México era muchísimo más importante que cualquier ciudad de los Estados Unidos, al momento de la independencia.

Olvidamos que un hombre que odiaba a España como Von Humboldt, científico protestante, hace un informe donde demostró que en México se comía mejor que en París. Demostró, con números en la mano, que al 1800 se habían acabado las encomiendas, que el trabajo en las minas en México era de hombres libres. Que ganaba más un obrero, un minero, en México, que lo que ganaba un minero en Alemania, Rusia o en Inglaterra.

Eso no quiere decir que no había injusticias sociales. Si nuestros pueblos sufren injusticias sociales hoy, ¿cómo no las iban a sufrir en ese momento?

– Vi que polemizó con Manuel López Obrador. ¿Por qué la izquierda de hoy en el continente sigue apoyando la leyenda negra?

– Porque la izquierda que gobierna en México, Bolivia, Argentina, Chile, Colombia… es una izquierda rosa, no es roja, es una izquierda cipaya. Es una izquierda que ha abandonado la defensa de los derechos de los trabajadores. Ha aceptado todas las reglas del neoliberalismo. Estos líderes de izquierda de hoy, como Obrador, como Evo Morales, como Boric, como Castillo o Petro se creen antiimperialistas, pero son la mano de obra más barata que jamás ha tenido el imperialismo anglosajón y el imperialismo internacional del dinero.

Importa comprender, en términos históricos, que para la vida de los pueblos, una década es como un día. Después importa saber que el objetivo permanente del imperialismo es siempre la fragmentación territorial de los Estados periféricos. Por ello, todo dirigente político que implemente políticas que lleven a la fragmentación territorial trabaja para el imperialismo.

La historia, que es maestra de vida, nos muestra que el destino de los Estados que se declaran plurinacionales es la fragmentación territorial. Por eso, decimos que los señores AMLO, Evo Morales, Petro, Boric, Castillo, etc. son la mano de obra más barata que jamás tuvo el imperialismo internacional del dinero.

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