8M: Los derechos de las mujeres no pueden esperar, admiten desde Naciones Unidas
Hay que invertir tendencias alarmantes y defender la vida y los derechos de las mujeres y las niñas, estén donde estén.
Por António Guterres*
En todo el mundo, los avances logrados en los derechos de las mujeres se están desvaneciendo ante nuestros ojos. Según las previsiones más recientes, al ritmo actual, tardaremos 300 años más en alcanzar la plena igualdad de género.
En la actualidad, las múltiples crisis que se suceden, desde la guerra en Ucrania hasta la emergencia climática, afectan en primer lugar y con mayor dureza a las mujeres y las niñas. Además, con el retroceso mundial de la democracia, los derechos de las mujeres sobre su propio cuerpo y su autonomía vital están siendo cuestionados y negados.
Dos datos estadísticos dejan muy patente nuestro fracaso: cada diez minutos es asesinada una mujer o una niña a manos de un familiar o de su pareja.
Y cada dos minutos muere una mujer durante el embarazo o el parto. La mayoría de esas muertes son totalmente evitables.
En el Día Internacional de la Mujer, debemos comprometernos a mejorar. Tenemos que invertir estas tendencias alarmantes y defender la vida y los derechos de las mujeres y las niñas, estén donde estén.
Considero esta una de mis principales prioridades y un elemento esencial de la labor de las Naciones Unidas en el mundo.
Desde Sudán del Sur hasta Myanmar, apoyamos a las mujeres y las niñas en situación de crisis y velamos por que se las escuche en los procesos de paz.
La Vicesecretaria General, Amina Mohammed, visitó recientemente el Afganistán para transmitir a las autoridades que las mujeres y las niñas tienen derechos humanos fundamentales, y que nunca dejaremos de luchar por ellos.
Este año, el Día Internacional de la Mujer está orientado a cerrar las brechas de género en la ciencia, la tecnología y la innovación. En todo el mundo, los hombres tienen un 21% más de probabilidades de tener acceso a Internet que las mujeres; y en los países de ingreso bajo, el porcentaje supera el 50%.
Incluso los países más ricos salen perdiendo a causa de los estereotipos de género y los prejuicios históricos. En el sector tecnológico, el número de hombres duplica al de las mujeres, y en inteligencia artificial, es cinco veces mayor.
La inteligencia de datos es el nuevo filón que fundamenta las decisiones políticas y empresariales actuales. Sin embargo, muchas veces pasa por alto las diferencias de género o ignora por completo a las mujeres.
Deberían alarmarnos los productos y servicios que incorporan desde el principio la desigualdad de género y digitalizan el patriarcado y la misoginia. Los derechos de las mujeres no deben sucumbir en los Silicon Valleys de este mundo.
Las decisiones médicas que se basan en datos físicos de hombres no solo pueden perjudicar a las mujeres, sino también resultarles letales.
La discriminación contra las mujeres en la ciencia y la tecnología se ha fraguado a lo largo de siglos de patriarcado, discriminación y estereotipos nocivos. Desde 1901, las mujeres han ganado solo el 3% de los Premios Nobel en las categorías científicas. Y en Internet, las mujeres, incluidas las científicas y periodistas, son a menudo blanco de discurso de odio y abusos sexistas que buscan silenciarlas y amilanarlas.
Pero no serán silenciadas. Mujeres y niñas por doquier están exigiendo sus derechos, y sus palabras se hacen oír en todo el mundo.
Es necesario que actuemos en varios frentes para garantizar que las mujeres y las niñas puedan contribuir plenamente al acervo mundial de conocimientos por medio de la ciencia y la tecnología.
Debemos derribar las barreras, desde los datos discriminatorios hasta los estereotipos que alejan a las niñas del estudio de materias científicas desde una temprana edad.
Las instancias decisorias de todo tipo deben fomentar la participación y el liderazgo de las mujeres en las ciencias y la tecnología, mediante cuotas si es necesario.
Deberían recurrir a la creatividad, ampliando los procesos de selección y dando prioridad a las competencias en la contratación. Y no cejar en el empeño. La igualdad de género no se logrará por sí sola; hay que priorizarla y perseguirla. Esta manera de proceder está dando resultados en las Naciones Unidas, donde tenemos nuestra propia estrategia para la paridad de género del personal.
También debemos adoptar medidas para crear un entorno digital seguro para las mujeres y hacer que los autores de los ciberabusos, y las plataformas digitales que los amparan, rindan cuentas de sus actos.
Las Naciones Unidas están colaborando con los Gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y otras instancias en la elaboración de un código de conducta destinado a reducir los perjuicios y fomentar la rendición de cuentas en las plataformas digitales, sin dejar de defender la libertad de expresión.
Los derechos de las mujeres no son un lujo que pueda esperar a que solucionemos la crisis climática, pongamos fin a la pobreza y creemos un mundo mejor. Invertir en las mujeres y las niñas es la forma más segura de mejorar la situación de todas las personas, las comunidades y los países y alcanzar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Aunemos fuerzas y trabajemos por un mundo más inclusivo, justo y próspero para las mujeres y las niñas, los hombres y los niños, allá donde estén.
*Secretario General de las Naciones Unidas