El gran caudillo santafesino Estanislao López y la soberanía sobre las Islas Malvinas. Por Gustavo Battistoni
Santa Fe fue una cabal defensora de nuestra soberanía territorial desde sus orígenes. Prueba de ello y como piedra fundante, fue la protesta que hizo con las firmas de Estanislao López y Domingo Cullen por la ilegitima usurpación de las Islas Malvinas a manos del imperialismo británico. Cuando aún no se había constituido totalmente nuestra república, pero con la arquitectura institucional que significó el Pacto Federal de 1831 y la Confederación Argentina, nuestra provincia ya defendía nuestro territorio, pensando que una de las bases de cualquier nación es el “lar” donde viven sus habitantes. En dos notas de protesta, fechadas ambas el 25 de febrero de 1833, y dirigidas al representante de negocios de la provincia de Santa Fe ante el gobierno de Buenos Aires don Pedro Vidal, y al entonces gobernador de Buenos Aires Juan Ramón Balcarce, se establece la digna posición ante el atropello de la pérfida Albión. La primera comienza así: “Ha recibido el gobierno la nota de su Agente de Negocios en Buenos Aires, datada al 18 del presente, en que le participa la ocupación de las Islas Malvinas por las fuerzas de S.M. Británica, al aparecer por el derecho con que se considera sobre dichas Islas”. Y continúa, manifestando su profundo rechazo: “Cualquiera que sean los títulos de soberanía con que aquel gobierno se crea dueñas de ellas, por muy justificados que ellos fuesen, nunca los tendría para apoderarse de Malvinas del modo violento que lo ha ejecutado el Comandante de la Barca de Guerra Clío, insultando atrozmente a la República y quebrantando los tratados que entre ambos gobiernos existen”. Es bueno recordar que las irredentas Islas pasaron a ser parte de nuestro territorio por la continuidad que nos daba la independencia de España, avalada por la noción jurídica del “uti possidetis juris”. Y en los Tratados firmados con Inglaterra, sobre todo el “Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con las Provincias Unidas” de 1825, no hubo objeción por parte de los usurpadores a la noción de la legitimidad jurídica sobre nuestro territorio. Pero para los europeos era fundamental tener un lugar estratégico entre los dos océanos como bien lo planteaba el Foreign Office en 1829, años antes de la invasión. Hay que recordar, además, que las Islas habían sido saqueadas por los norteamericanos en 1831, cuando la nave Lexington desembarcó en Puerto Soledad, lo que demuestra la importancia como nexo de unión de los dos océanos y la lucha de las potencias por el dominio maritimo. La respuesta de Santa Fe a la usurpación pirata, llevada a cabo el 3 de Enero de 1833, fue casi inmediata. Para Estanislao López, con su aguda intuición política, esto era claro, las Islas Malvinas pertenecían a los que han luchado por la independencia contra toda dominación extranjera, como decían los patriotas que la declararon en el Congreso de Tucumán de 1816. Pero el documento no sólo rechaza la injerencia británica, sino que pone el dedo en la llaga, afirmando que es la falta de una constitución escrita, que articule a las diferentes provincias en un sólo haz, la fuente de nuestros males: “En medio de la indignación que semejante atentado ha causado al infrascrito, no se le oculta que este y muchos otros vejámenes, varias veces inferido a la República, tienen esencialmente su origen en la inconstitución en que se encuentra el país, y en la figura poco digna que por ello representa”. Vale decir, para los santafesinos, el origen de nuestra debilidad y el frecuente atropello de los poderosos de la tierra, nacía de la desunión, de la falta de solidaridad y cohesión entre hermanos. “Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera”, como dice el inmarcesible Martín Fierro; frase muy citada, pero pocas veces aplicada en estos atribulados lares.
La segunda nota, dirigida a Balcarce, muestra una aguda percepción política:”El gobierno de Santa Fe espera lleno de confianza que el Exmo. de Buenos Aires obrará en tan grave y delicado negocio con la firmeza y hábil circunspección tantas veces demostrada en la defensa de los derechos de la República”. Y le espeta al falso liberalismo inglés:”Porque no es de creer que un gobierno que tanto blasona de la libertad de su política…quiera sostener por la fuerza tan escandalosa usurpación…”. El gobierno británico tenía como el dios Jano, dos caras; con una pregonaba la libertad de comercio, y con la otra, actuaba de modo Imperial por la fuerza, conducta denunciada con fineza e ironía por nuestros dignos representantes.
Las Islas Malvinas, regadas con la sangre de nuestros mejores hijos y todo un símbolo a través de nuestra historia, tuvieron, a los indómitos santafesinos, como uno de sus más dignos defensores y combatientes por su reintegración al acervo nacional.