Juan Grabois, publicista del “pobrismo” antiperonista. Por Alberto Lettieri
Por más que se esfuerce por demostrar su identidad y preocupación hacia los sectores más postergados de la sociedad argentina, el ADN de Juan Grabois es el de un oligarca. No sólo por su cuna y su formación, sino también por su manera de enfocar la economía y la cuestión social. Recurriendo a la categoría que frecuentemente invoca Miguel Pichetto, el dirigente del social profesa la ideología del “pobrismo”. Una sociedad dividida en dos segmentos: el de los incluidos, regido por los códigos del capitalismo; y el de los excluidos, sometidos a la precariedad, la pobreza y el asistencialismo estatal.
Cierto es que Grabois se preocupa por los más desafortunados. Pero no lo hace –tal como le enrostró Amado Boudou- desde una perspectiva peronista, proponiendo iniciativas que conduzcan a un proceso de inclusión social a través del trabajo digno y la movilidad social ascendente, sino desde una mirada fuertemente marcada por la “caridad cristiana”. Es Caritas y no Evita, ya que privilegia la diferencia en lugar de apostar a la igualdad de derechos. Grabois “auxilia” y condena a la vez a la reproducción indefinida de la exclusión social, en las antípodas de la “Comunidad Organizada”.
A Amado Boudou le costaron la expulsión de Soberanxs sus declaraciones sobre el sustrato oligárquico que implican las propuestas de Grabois. “Está claro que en el mundo del trabajo Grabois se pone del lado de los empresarios porque la famosa mochila o seguro contra despidos lo que está haciendo es proteger a quien despide.” Para rematar: “Es un derivado de esta idea de la famosa economía popular. Estar a favor de que haya dos economías es estar en contra de la movilidad social ascendente”.
Por si fuera poco, dejó una última reflexión sin filtro: “Me parece que la economía popular es muy contraria a las ideas del peronismo. Muy contraria a las ideas del kirchnerismo.”
¿Cuál fue el “pecado” del ex vicepresidente? ¿Hablar con la verdad? Hay una minoría intensa que sigue cuestionando la fórmula de unidad de UxP, y que insiste en jugar en favor de JxC, denostando constantemente a Sergio Massa y a todas las políticas del actual gobierno, apelando a un oposicionismo adolescente.
A contramano de reciente reconocimiento de la OIT a la gestión de la Ministra de Trabajo, “Kelly” Olmos, que valoró muy positivamente los 32 meses de crecimiento ininterrumpido del empleo asalariado registrado del sector privado, gracias a lo cual “534 mil personas lograron acceder a puestos de trabajo formales en empresas privadas”, mientras que la aplicación de las paritarias salariales y la elevación constante de los pisos para la aplicación del Impuesto a las Ganancias ya han permitido recodar a menos de 350.000 trabajadores el universo de asalariados que lo tributan, en el marco del combate desigual entre trabajo e inflación, Grabois y sus seguidores insisten con sus críticas.
Una caracterización imparcial elaborada a partir de sus expresiones permitiría concluir en que la destrucción de las conquistas sociales alcanzadas durante décadas por el sindicalismo y el peronismo es su objetivo. De hecho, existe una especie de morboso reproche hacia el trabajador en blanco y sindicalizado, considerándolo como un “privilegiado”. Y es sabido que el piquetero criado en los distritos del exclusivo conurbano norte está en contra de los privilegios. O, al menos, de quienes, en su óptica, deberían descender al Estado de Naturaleza que supone la “economía popular”.
No fue, por cierto, Amado Boudou el único en hacerle notar a Grabois su condición de quintacolumna de los sectores más privilegiados de la Argentina. Recientemente, en su cuenta de Twitter, Roberto Navarro replicó una publicación del piquetero en la que éste sostenía que había que quitarle la carga indemnizatoria a las empresas, con un argumento insostenible.
«No vamos a joder al empresariado. El principal problema que tiene el empresario pyme es el pánico a ser fundido por un juicio laboral. Vamos a implementar un seguro de contingencias judiciales para que el tipo sepa que el día que tenga un juicio va a tener un respaldo.»-había sostenido el precandidato; a lo que Navarro le respondió: «No podes coincidir con ¿Bullrich? en sacarle la carga indemnizatoria a las empresas @JuanGrabois Si cumplen la ley no van a sufrir ningún juicio. Si cambias la indemnización x un seguro les dejas las manos libres para echar, sumás costos y le das un negocio a bancos.»
Grabois había sostenido, sin ponerse colorado, que: «Esto no le saca derechos a los trabajadores. El trabajador hace juicio igual. Cambia quién paga. Para el empresario pyme es un sufrimiento porque es gente común que no está acostumbrada a lidiar con juicios». Adicionando, además, «Yo fui abogado laboralista y está mal que el abogado le cobre 20% al laburante y 20% al empresario. Hay que ampliar los derechos de los laburantes y probablemente reducir la jornada laboral.»
Sostener que la manera de “ampliar los derechos de los laburantes” consiste en privarlos de sus derechos adquiridos es una tesis propia del liberalismo más radical o el realismo mágico. En síntesis, de cualquier nostálgico de la Argentina pre-peronista. En la boca de alguien que se haya postulado como precandidato de UxP no es más que un desembozado ejercicio del cinismo.
Sus propuestas y sus ataques desafortunados al candidato de unidad de UxP, Sergio Massa, cobran sentido al recordar que Grabois se congratulaba de su amistad con el prófugo “Pepín” Rodríguez Simón, o de la relación privilegiada que construyó con la Ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, propiciando un desarrollo inédito de su propio movimiento social. Al fin y al cabo, el “pobrismo” era su punto de encuentro. Y un gobierno que sustrajo el 25% de los ingresos de los trabajadores regulares, liquidó miles de puestos de trabajo y hundió en el universo de la precariedad a amplios sectores de la sociedad argentina parece ser el campo orégano para que propuestas como la del aristócrata piquetero cobren vuelo.