Argenchina: el futuro es el pasado en la era de Xi. Por Pablo Sartirana

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La anunciada Nueva Ruta de la Seda podría representar para China un acontecimiento cultural, social y económico tan importante como lo fue para Europa el descubrimiento de América. La reciente reconciliación por parte de la diplomacia de Beijing del mundo árabe, persa, sirio y turco marca el rumbo en este sentido. En la era de Xi Jingping el futuro se parece al pasado, más precisamente, a la antigua ruta de la seda que nació cien años antes de Cristo y a la que el veneciano Marco Polo se incorporará recién en el siglo III.

Turquesas, rubíes, perlas y esmeraldas transitan en caravanas interminables que recorren el Asia, junto a muchas otras mercancías. Llama la atención de Occidente la seda: sólo los artesanos chinos conocen el milenario secreto para obtener de la crisálida del gusano, vestidos primorosos. De ahí viene el nombre de la ruta, que son varias. Con el ascenso del Imperio Otomano se interrumpe el comercio con Oriente, y Europa se ve obligada a abrir nuevas rutas al oeste por el Atlántico. Aparece la expresión “Nuevo Mundo”.

En el siglo XIX la piratería inglesa ingresa a China para colocar sus productos y sanear su propia balanza de pagos. Los chinos rechazan cortésmente los tejidos de Lancashire; así que la Compañía Inglesa de las Indias Orientales decide por las suyas traficar con la savia de la amapola que estaba prohibida. Las Guerras del Opio exterminan a entre 15 y 50 millones de chinos, dejando a gran parte de la población idiotizada. La isla de Hong Kong, convertida en narcoestado, es tomada por los ingleses en 1841 y devuelta recién en 1997.

Cambiar de collar o dejar de ser perro

Para la Argentina pastoril el futuro también se parece al pasado, ya que ha encontrado en China un socio comercial con características similares a Gran Bretaña en el período que va de 1870 a 1930. Una balanza comercial deficitaria, la depredación del mar y la instalación de bases navales en territorio argentino son evidencia suficiente de la ambición imperialista del gigante asiático. Eso no significa que Argentina no pueda beneficiarse a la larga del nuevo orden económico, social y cultural que China viene tejiendo con la paciencia de los antiguos artesanos de la seda.

En el último año, Argentina consiguió por primera vez el reconocimiento internacional de las Islas Malvinas como territorio en disputa con el Reino Unido a través de la CELAC. Y está negociando su entrada a los BRICS por intermedio de Itamaraty, la cancillería brasileña, una de las más prestigiosas del mundo. Queda claro que una alianza estratégica con Brasil y con los demás países de Latinoamérica, es la única oportunidad para abandonar el collar de una vez por todas y dejar de ser perro.

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