Milei y los ejércitos de la noche que pululan ahora mismo en las selvas de internet. Por Pablo Sartirana

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Según datos de agosto, Javier Milei tuvo mayor protagonismo y presencia en internet que sus competidores siendo el candidato que menos ha gastado en propaganda digital. Esto alimenta la creencia de que sus equipos de campaña son tácticamente superiores a los del resto de los candidatos, cuando en realidad son los propios algoritmos los que reproducen al infinito las intervenciones públicas del líder de LLA.

La militancia inorgánica de Milei por parte de nativos digitales es motivada en muchos casos por la esperanza en la monetización de sus videos y el reconocimiento de la propia tribu, más que por evangelizar al resto de la sociedad con las ideas de la escuela económica austríaca, como veremos a continuación.

A mediados de 2019 YouTube había cambiado el funcionamiento de su algoritmo, perjudicando a grandes canales y favoreciendo a nuevos. Los llamados “creadores de contenido”, algunos de ellos con cientos de miles de suscriptores, vieron cómo el número de sus visualizaciones se limitaba al 10 o 20 % de su audiencia. Mientras que los nuevos canales podían aumentar exponencialmente sus visualizaciones de la noche a la mañana sin necesidad de suscriptores ni compartir enlaces por fuera de la plataforma.

Por medio de redes neuronales, el algoritmo de YouTube (empresa adquirida por Google en 2006) sugería los videos subidos por “creadores” a un grupo de muestra. Y en función de variables como la retención de audiencia (tiempo de atención promedio frente a la pantalla), impresiones y otros metadatos decidía por sí solo viralizarlo u ocultarlo a los usuarios independientemente del tamaño del canal, los comentarios y los “me gusta” que haya cosechado a lo largo de los años.

Los cambios en las reglas de juego por parte de Google y YouTube hicieron que muchos nativos digitales se volcaran desde entonces a la creación y reproducción de contenido aleatorio en los tiempos que Milei comenzaba a perfilarse como fenómeno mediático. Es por eso que el libertario no tuvo que pasar por el filtro ideológico de los grandes creadores de contenido para viralizarse, sino por pequeños canales de nativos digitales que con ayuda involuntaria de redes neuronales lograron instalarlo casi sin proponérselo.

La proliferación de nuevos youtubers que alimentan todos los días al algoritmo hambriento para su propio beneficio se expande a TikTok, Instagram y Twitter. Este fenómeno de época si bien no alcanza para explicar ni por asomo la victoria de Javier Milei en las elecciones PASO de agosto, al menos sirve para plantear nuevos escenarios de batalla política y vislumbrar a los actores que participan. Es sólo la punta del ovillo que sale de los trolls de Marcos Peña en 2015, pasando por los bots de 2019 (#YoVotoMM) y continúa con los ejércitos de la noche que pululan ahora mismo por las selvas de internet.

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