La poesía como arma de lucha y resistencia en Aristóteles España
El poeta chileno Aristóteles España, nació en Castro, ciudad del archipiélago de Chiloé, en octubre de 1955 y falleció en Valparaíso el 28 de julio de 2011.
En 1973, Aristóteles, Toti como lo conocían, era presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios de Magallanes y dirigente regional de la Juventud Socialista. El 11 de septiembre de 1973, el día del criminal golpe pinochetista, fue detenido por la Fuerza Aérea a los 17 años de edad. Es llevado a la Base Aérea Bahía Catalina y luego a la Isla Dawson, junto con un grupo de cuarenta dirigentes políticos, sociales y juveniles de Punta Arenas. Allí fue torturado y sometido a trabajos forzados. Ahí fue donde escribió, en pequeños trozos de papel o de lo que fuera, los poemas que se publicaron bajo el título de Dawson, por la cual en 1985 recibió el Premio latinoamericano Rubén Darío, otorgado por el Ministerio de Cultura de Nicaragua.
Recibió el premio “Gabriela Mistral”, en Chile. 1983 y el premio “Alerce”, entregado por el Ministerio de Educación y la Sociedad de Escritores de Chile, en 1998.
Vivió en Argentina entre 1986 y 1993, donde estudió Comunicaciones y guión cinematográfico en la Universidad de Buenos Aires y una licenciatura en Derechos Humanos en el Instituto argentino por los Derechos del Hombre.
Falleció en el Hospital Carlos van Buren el 28 de julio de 2011, y sus restos fueron trasladados a Punta Arenas para ser enterrado en el Cementerio Municipal.
Desde 2019 se realiza el concurso de Poesía Aristóteles España, en su honor, para premiar a poetas chilenos. Una calle de Punta Arenas, en su patria, lleva su nombre.
Del libro “Dawson” publicamos este poema.
J.F. Baraibar
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Llegada
Bajamos de la barcaza con las manos en alto
a una playa triste y desconocida.
la primavera cerraba sus puertas,
el viento nocturo sacudió de pronto mi cabeza rapada
el silencio
esa larga fila de Confinados
que subía a los camiones de la Armada Nacional
marchando
cerca de las doce de la noche del once de septiembre
de mi novecientos setenta y tres en Isla Dawson.
Viajamos
por un camino pantanoso que me pareció
una larga carretera con destino a la muerte.
Un camino con piedras y soldados.
El ruido del motor es una carcajada,
mi abrigo café tiene barro y bencina:
nos rodean
bajamos del camión
uno dos tres kilómetros
cerca
del mar
y
de
la
nada.
¿Qué será de Chile a esta hora?
¿Veremos el sol mañana?
Se escuchan voces de mando y entramos a un callejón
esquizofrénico que nos lleva al Campo de Concentración,
se encienden focos amarillos a nuestro paso,
las ventanas de la vida se abren y se cierran.
En Dawson, 1985