Marcha de la civilidad: el fuerte rechazo popular que aceleró el fin de la dictadura militar
Por Fernando Del Corro
El 16 de diciembre de 1982, con el poder militar en crisis como consecuencia de su fracaso económico y su derrota en la “Guerra de las Malvinas”, en ese mismo 1982, el último turno del “Proceso”, que había intentado condicionar la salida electoral, se encontró con un enorme rechazo popular que apresuró su salida.
Se trató de la “Marcha de la Civilidad”, organizada por lo que se había dado en llamar “La Multipartidaria”, un mecanismo de consenso del que formaban parte el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), el Partido Justicialista (PJ), la Unión Cívica Radical (UCR), el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido Intransigente (PI).
Acosado por las circunstancias, el presidente de facto Raynaldo Benito Antonio Bignone y la última Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas, en septiembre de 1982 habían aceptado la comisión de “excesos” durante el período en que gobernaron a partir de 1976, en cuyo marco se comenzó a preparar una ley de autoamnistía, luego implementada, la que fue derogada al asumir un año después el futuro gobierno constitucional encabezado por el radical Raúl Ricardo Alfonsín.
Poco más tarde, en noviembre de 1982, el general Bignone presentó una propuesta de concertación a los partidos políticos, particularmente a los de “La Multipartidaria”, que algunos de sus intérpretes pretendieron presentar como una salida transicional a las que, en su momento, se produjeron en España con el “Pacto dela Moncloa” o en Venezuela con el “Pacto del Punto Fijo”. Propuesta sin salida que derivó en la convocatoria de 1983 que diera lugar a la victoria de Raúl Alfonsín quién asumiera como presidente el 10 de diciembre de ese mismo año.