El presidente y sus mascotas: tótem, capital humano y Edipo. Por Alejandro del Carril

Oligarcas y patricios

Los que tenemos algunos años encima ya hemos visto varias secuelas de esta película. Como suele ocurrir con las secuelas, cada vez son más berretas, peor dirigidas, con guiones empobrecidos y pésimos actores.

Jorge Abelardo Ramos distinguía entre patricios y oligarcas. A la generación del 80 los incluía entre los primeros. Hombres que lucharon por fundar y constituir la nación. Es el imperialismo quien inventará a los segundos cuando ponga a los primeros a trabajar para ellos. Ideológicamente se los suele confundir, tanto por derecha como por izquierda.

El domingo de las elecciones, los socios de Boca lo cantaron a su manera: “El poder es que te quieran, todo no podés comprar”.

Presidentes mascotas

Hubo un tiempo en que los animales tenían una relación con lo sagrado. La primera forma de organización social, según Freud, fue la religión totémica. Cada grupo veneraba a un animal al que tenían prohibido matar y comer. Esta prohibición se transgredía en ocasiones especiales. También eran comunes hace un tiempo las fobias a los animales, que no dejaban de tener una relación a lo sagrado.

Hoy en día nada de eso parece existir. Los animales se han humanizado y suelen ser mejor tratados que los humanos. La fobia de moda es la fobia social, es decir, fobia a los humanos.

Aunque, a decir verdad, ya fue Domingo Faustino Sarmiento quien, por un lado, promovió intensamente la creación de la sociedad protectora de animales y fue su primer presidente, mientras por el otro exterminaba a los gauchos y recomendaba no economizar su sangre.

Actualmente los presidentes argentinos suelen gobernar con sus síntomas-mascotas.

Macri asumió burlándose de la Constitución, alteró la fórmula de juramento y luego sentó a su supuesta mascota en el sillón presidencial. Todo su gerenciamiento nacional se limitó fundamentalmente al saqueo de las arcas y a burlarse del pueblo y de las leyes. Continuando la burla, el can portaba el nombre de Balcarce, prócer nacional de destacada actuación durante la guerra de la independencia. Es costumbre de él contratar descendientes de patricios y ponerlos a trabajar en su proyecto antipatria. Próceres por animalitos fue también el cambio operado en los billetes.

Alberto Fernández asumió con Dylan. Guitarra en mano, jugó al progre bienintencionado, mientras no tocaba nada del status mafioso instalado por su antecesor en diversos estamentos estatales y privados, regulados por el estado.

Milei asume con los clones de Conan, a quien habría conocido en el imperio romano. Ese nombre viene de la película que hizo conocido a Arnold Schwarzenegger: Conan, el bárbaro. Así hizo campaña, como un bárbaro, insultando y vociferando disparates a diestra y siniestra. Sus votantes se identificaron con ese deseo incendiario que prometía arrasar con todo, a ellos inclusive. Pero muchos otros se dieron cuenta rápidamente que este Conan es bárbaro con el pueblo y domesticado con el salvajismo del capital.

Capital humano

Este sintagma, que no es nuevo, es utilizado para nombrar un ministerio nacional. Con él, el neoliberalismo se refiere al producto de la captura de la subjetividad por los dispositivos económicos, los “emprendedores de sí mismo”. Para ello, Hayek (referente teórico de Milei) no dudaba en afirmar que prefería un dictador liberal antes que una democracia sin liberalismo. Lo aplicado en Chile, con Pinochet, basta y sobra para entender el planteo. Chile fue la punta de lanza de la ofensiva de “shock” lanzada por los neoliberales en los 70.

Claro que para formar a esta subjetividad, hizo falta primero su derrota militar, con guerras, genocidios, desapariciones, etc.

La consecuencia es que lo que se llama capital humano hace referencia a las subjetividades derrotadas y sometidas por el capital. Esa existencia es posible gracias a los muertos, desaparecidos, desocupados y distintas formas de expulsados del lazo social.

Por lo tanto resulta lógico que se eliminen los organismos gubernamentales que se ocupan de los derechos humanos.

Farsas y tragedias

Una parte de la población piensa que se avecina una tragedia. Pero tragedia fue la de Edipo, que para no acostarse con su madre y matar al padre, emprende una odisea que termina arrojándolo al lugar del que pretendía huir. Llegado a ese punto, el héroe trágico decide arrancarse los ojos para pagar por su desmesura. Lo que pierde por un lado lo gana en sabiduría por el otro. Pero quienes han votado al actual presidente cuando caigan en la miseria, seguramente gritaran, con sus bellas almas enfurecidas: “que se vayan todos”, para diluir su responsabilidad.

Alejandro del Carril es psicoanalista. Autor de “Psicoanálisis en la locura de la razón capitalista” (Ed. Planeta)

Fuente: Página 12

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