La inevitable vuelta a las políticas de conflicto. Por Gabriel Sanchez

El centro se fue haciendo cada vez más grande, hasta volverse algo difuso y difícil de explicar, Byung Chul Han había dicho en 2020 que vivíamos en una sociedad paliativa, que le escapa al dolor, la dictadura de la felicidad con sus coaching emocionales y el consumo de antidepresivos es la forma que tienen las personas para lidiar con la presión de “rendir” en el sistema neoliberal.

Han dijo que la política tampoco le escapa a esto, el constante esfuerzo por los partidos tradicionales de lograr acuerdos y consensos, llevó a su deterioro, porque en ese desmedido esfuerzo de unir todo, lo que identificaba a ese partido se fue diluyendo (sus ideas y convicciones). “La política se termina ubicando en una zona paliativa, donde pierde toda vitalidad. Lo que se está generando es una especie de democracia paliativa”.

Milei vino a romper con esas líneas de interminables acuerdos, donde sólo se intentaba sostener lo adquirido. “Un progresismo de administración”, como dijo el ex vice de Evo, García Linera.

“En la era posfáctica, con sus fake news y sus deepfakes, surge una apatía hacía la realidad, e incluso una anestesia para la realidad. Lo único que nos podría sacar de ella es una dolorosa conmoción causada por la realidad”, dijo Han. Y la “dolorosa conmoción”, fue Milei.

Milei es la lanza en el costado de la “justicia social”, sin ningún tipo de pudor dijo que iba a terminar con esa aberración. Rompió con la política paliativa, es por eso que la mayoría de sus votantes están convencidos que el único camino es el dolor, Milei trajo de vuelta la “política agonista”, generó el quiebre social y ahora la herida sangra y todos son concientes.

Han dice que no hay que huir a las confrontaciones dolorosas. “La política paliativa no es capaz de tener visiones ni de llevar a cabo reformas profundas que pudieran ser dolorosas. Prefiere echar mano de analgésicos, que surten efecto provisionales y que no hacen más que tapar las disfunciones y los desajustes sistemáticos”.

Freud decía que el dolor “es el bloqueo en la narración”. Y ahora que Milei expuso la herida, habrá que afrontar el dolor y poner en marcha la narración, porque poner en marcha la narración, es poner en marcha la historia.

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